Revista Cultura y Ocio
La condesa Erzébet Báthory no fue, aunque pueda parecerlo tras leer un resumen de su vida, un personaje de ficción. Por desgracia, este engendro existió y fue el responsable de la tortura y asesinato de más de seiscientas muchachas desde finales del siglo XVI hasta la primera década del siglo XVII. Sentada en un confortable sillón, sin descomponer el gesto, observaba cómo sus sirvientes practicaban todo tipo de salvajes truculencias sobre inocentes chicas (preferiblemente vírgenes), cuyos alaridos la excitaban y en cuya sangre se bañaba (por consejo de su hechicera de confianza, Darvulia), justo antes de anotar sus nombres en unos cuadernillos. En 1610, cuando la fama atroz de sus crímenes ya no podía ser ignorada por el rey, éste hizo que fuese encerrada en su castillo, con las puertas y las ventanas obstruidas (salvo por unas pequeñas rendijas, por las que le pasaban alimentos), hasta el 21 de agosto de 1614, en que murió sin arrepentirse de sus abominaciones.Ese relato, espantoso y sobrecogedor, lo va desmenuzando la argentina Alejandra Pizarnik en las páginas de este volumen, que edita Libros del Zorro Rojo y que se completa con las ilustraciones, realmente impresionantes, de Santiago Caruso, quien nos inunda las pupilas con escorpiones que brotan de pechos agujereados, cataratas de sangre que empapan a hieráticas mujeres vestidas de blanco, cuchillas que desuellan cuerpos jóvenes, agujas que atraviesan sin misericordia carnes estremecidas, gatos de ojos brillantes y dientes afiladísimos, laberintos lóbregos y todo tipo de paisajes góticos.Un tomo intenso e inolvidable, tanto por su contenido como por su estética.