Revista Opinión

La conjura de los ladrones necios

Publicado el 02 febrero 2013 por Lulesi

Todo el país era víctima de su conjura.  Infiltrados en la democracia, nunca habían sido demócratas. Hablando en nombre de las “personas de bien” eran una partida de malhechores. Diciendo representar a las “gente normal” eran una élite de ladrones a gran escala. Declamando en nombre de la “cultura del esfuerzo” se financiaban irregularmente y se repartían el botín. Pregonando la “responsabilidad” habían saqueado el país, a sus gentes, y a su riqueza.  En nombre de la “austeridad”, la ajena, habían hecho retroceder mil años la sanidad, la educación, la justicia y el “sursum corda” de los derechos ciudadanos.

Las medidas “duras” que decían estar “obligados a tomar” eran duras sólo para una clase, sus amigos, sus protegidos, tenían leyes, indultos y amnistías hechos a su medida.

Expoliaron a los sindicalistas, obreros, desempleos, sanitarios, mineros, enseñantes, hombres de leyes, funcionarios, pensionistas, jóvenes y ancianos. Subieron impuestos,  tasas y precios públicos. Privatizaron lo imprivatizable. Encarecieron lo incarecible. Sobornaron lo insobornable. Y saquearon el país. A fondo y a conciencia. Enriquecieron a sus amigos y empobrecieron a la mayor parte de una ciudadanía indefensa y apaleada.

Derribaron los pilares de su convivencia, destruyeron sus leyes y su democracia, corrió el fascismo por sus decretos y enmudecieron, agredieron y amordazaron la protesta social. Abatieron derechos, picaron garantías y hundieron el estado de bienestar, y a la venta pusieron empresas públicas, servicios imprescindibles y sanidades necesarias, cobraron moneda de traición a su pueblo y subastaron su pobreza, de sol a sol y de recorte en recorte.

Vendieron el país a los mercados y subordinaron su soberanía con escalo, agosticidad y alevosía. Recobraron la memoria del dictador y se repartieron su fascista herencia política. Ocuparon autonomías y ayuntamientos con mentiras, corrupción y pijeria, enlutaron la Cultura y echaron suertes sobre los restos de la Salud Pública, para un siniestro carnaval de sobres negros de robo y rapiña.

Pisotearon al país y a sus habitantes y se mofaron de su duelo, de sus desempleados y de sus ancianos, y, se repartieron, destruyéndola, la democracia.

Y cuando ya no tenían más que robar, necios de inteligencia, aparecieron ante la opinión pública para negarlo todo.


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