Revista Salud y Bienestar

La consideración social de la vía de administración de los medicamentos (1)

Por Pedsocial @Pedsocial

How-to-make-your-own-natural-Vapor-Rub-for-illnessesLa humanidad viene utilizando remedios para los problemas de salud desde tiempo inmemorial: desde apósitos sobre la piel, hasta brebajes o instilaciones varias. Y ello con efectos y eficacia diversa.

En realidad no ha sido hasta el pasado más reciente, de los últimos 150 años que los conocimientos de la química asociados a los de la biología y la medicina, han permitido encontrar remedios, también llamados “específicos” con composición conocida y eficacia demostrada. De una miríada de substancias existentes, las organizaciones internacionales conceden credibilidad por su eficacia y, a la vez, efectividad, a apenas un par de miles. Cada uno con su indicación precisa, su dosis, frecuencia y duración de su uso y vía idónea de su administración.

Pero eso es lo que saben los farmacéuticos y los médicos. La gente, en uso de su más amplia libertad y su experiencia de siglos, reconoce como remedios muchísimos agentes pero, y sobre todo, concede credibilidad a muchos por la forma o vía de administración en función de valores sociales, no siempre coincidentes con la experiencia fármaco-terapéutica o la verdadera utilidad. Algunas formas de presentación o vía de administración confieren a los agentes farmacológicos un valor o apreciación ligados a prejuicios, costumbres o hasta vicios de raíz cultural, social.

La vía oral tiene la apreciación de ser la vía habitual de incorporar elementos o substancias al cuerpo. Lo es para los alimentos y, con ellos, de los principios inmediatos: proteínas, grasas o carbohidratos, vitaminas y minerales. Los suplementos o complementos se ingieren también por esa vía.

La forma genérica de comprimir substancias: comprimidos, encapsularlas en contenedores solubles: cápsulas, o envolverlas en una cobertura azucarada: grageas, han facilitado enormemente la ingestión de fármacos. De forma genérica en español se llaman “pastillas” (en inglés “pills”). Dopy en suponer que la mayor parte de los que leen esto no saben o ni recuerdan lo que eran los “sellos”, unos contenedores pequeñitos de oblea moldeada y por tanto fácilmente digerible, con lo que se administraban medicamentos en forma de polvo por vía oral. O las píldoras, un amasijo en forma de bolitas esféricas ya en desuso, excepto en la homeopatía.

La Toma de la Pastilla, como la de la Bastilla, es el acto revolucionario con el comienzan el día millones de personas. Revolucionario es modificar sensiblemente el metabolismo o las reacciones neurológicas del cuerpo humano.

La forma líquida de administrar medicamentos es más antigua. Jarabes, elixires, tinturas, gotas, soluciones, infusiones y brebajes diversos, según sea su composición y vehículo o concentración, tienen la ventaja de su más fácil ingestión.

Cuando se trata de niños, las enfermeras y las madres experimentadas reconocen que las pastillas sólo se pueden administrar a niños mayorcitos, capaces de tragárselas sin problemas. En cambio los líquidos son más fáciles de administrar, especialmente si son volúmenes pequeños, como las gotas.

Sin embargo los jarabes o suspensiones gozan de una enorme popularidad. La gente entiende que son “buenos” y que no son “medicinas fuertes” si se presentan en forma de jarabe. Las pastillas parecen “más fuertes”, aunque su composición sea bien inocua. Especialmente los “jarabes para la tos”. Cualquier recomendación en esa forma tiene aceptación porque los balsámicos tiene un olor que resulta agradable. Lamentablemente la mayor parte no sirven para nada o son contraproducentes. Por eso han desaparecido de la lista de medicamentos financiados por la Seguridad social española. Los llamados antitusígenos acostumbraban a ser soluciones alcohólicas de hidrocarburos aromáticos como el eucaliptol, el mentol o el guayacol, cuyo efecto real es el de irritación de las vías aéreas cuando se evaporan y se eliminan por vía respiratoria. El supuesto efecto de geles aromáticos como el “vapor-rub” o “mentol-rub” en el pecho o en la espalda, sustentado en enormes y antiguos efectos publicitarios, no resiste una evaluación científica seria.

Algunos jarabes de brocodilatadores eficaces como la teofilina se han presentado en soluciones alcohólicas del 30%!!! Otros contienen antihistamínicos cuyo principal efecto es inducir el sueño, y claro, dormidos los niños no tosen. Como se administran con cuchara parecen menos agresivos. En cambio los broncodilatadores inhalados presurizados concitan temores absurdos, incluyendo que puedan generar adicción (sic!).

Pues a ver como convencemos a los mancebos de farmacia, porque el volumen de ventas de todas estas antiguallas es enorme.

X. Allué (Editor)


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