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La conspiración contra la especie humana (2010), de thomas ligotti. de la vida de las marionetas.

Publicado el 29 diciembre 2017 por Miguelmalaga
LA CONSPIRACIÓN CONTRA LA ESPECIE HUMANA (2010), DE THOMAS LIGOTTI. DE LA VIDA DE LAS MARIONETAS.Hay lecturas que uno aborda con una mezcla de horror y fascinación, porque su autor está apelando directamente a tu ser, hablándote de modo personal, adivinando que tu experiencia tiene mucho en común con la del resto de la humanidad e instándote a pensar acerca de una visión de la existencia que, pudiendo tener mucho de real, preferimos mantener al margen de la vorágine de la vida cotidiana.
Es importante señalar que Ligotti es un maestro contemporáneo del relato de horror, uno de esos escritores cuya lucidez consiste en ser consecuente con la experiencia propia - en su caso una grave crisis de pánico-ansiedad sufrida en su adolescencia y cuyas secuelas le han seguido acompañando toda la vida - para que sus creaciones no sean un canto a la eterna lucha entre el bien y el mal, sino una descripción de cómo el mal - o más bien lo absurdo - es el verdadero triunfador en una materialidad en la que el hombre y toda su historia de milenios pinta bien poco. Lo verdaderamente doloroso de La conspiración de la especie humana es que el creador de ficciones se atreve a diagnosticar nuestra realidad de manera tan sincera como brutal.
Lo cotidiano es que escuchemos voces a nuestro alrededor que nos aseguran que la vida es buena, que tiene sentido en la propia existencia, que nacer es un bien, por lo que nuestra misión de reproducirnos y seguir poblando la Tierra es perfectamente legítima. Las voces, como la de Ligotti o el filósofo marginal al que éste apela, Peter Wessel Zapffe, que apelan al pesimismo, a la falta del sentido, son acalladas como agoreras, sobre todo cuando estiman que nuestro gran objetivo debía ser la desaparición como especie, a través del sencillo método de renunciar a tener más hijos.
Para Ligotti, la raíz de nuestros males se encuentra en el nacimiento de la consciencia, en esa capacidad, que no compartimos con el resto de los animales, de sentir nuestro yo, de pensar de modo complejo y de ser conscientes de que algún día vamos a morir. Esos temores hacia el futuro que tan frecuentemente nos atormentan, esa intuición de que estamos sometidos todos los días al horror de peligros y accidentes insospechados, es suficiente para que el pensamiento optimista se desmorone. Pero esto suele durar poco: pronto vuelve la esperanza y la forma de vida para la que estamos programados se reactiva:
"Pero aun así no hacemos caso del viejo dicho: "Confía en lo mejor, pero espera lo mejor". En lugar de eso, esperamos lo mejor y pensamos que tenemos una buenísima oportunidad de conseguirlo. Si esperáramos realmente lo peor, podríamos volvernos locos o reaccionar de alguna otra manera patológica antes de que lo peor nos ocurriera a nosotros y a los nuestros. Y eso sería realmente lo peor."
Nuestra consciencia como una paradoja otorgada por la Evolución que es a la vez nuestro mayor don y nuestra mayor maldición, una cualidad que nos hace imaginar que somos libres, cuando realmente somos marionetas programadas para actuar tal y como nos dicta la Naturaleza, una ilusión, en suma. A mediación de este ensayo, perturbador como pocos, Ligotti nos regala una terrible sentencia del neurofilósofo alemán Thomas Metzinger:
"Hay aspectos de la visión científica del mundo que pueden ser nocivos para nuestro bienestar mental, y eso es lo que todo el mundo siente intuitivamente."

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