La megalópolis me recibió como acostumbra: aparentando más de lo que puede ofrecerte. Todo a toda prisa y con desvarío para que no te acomodes a las cosas. Tras los trámites de rigor en recepción, con un tipo que parecía un crupier de casino, subí a mi habitación y me eché en la cama quitándome con gracia el sombrero Stetson. Hasta en la intimidad, siendo Fiz Arou, tienes que parecer cool. Pronto me levanté y me dirigí al cuarto de baño.Fue una visita rápida. Transcurridos treinta segundos volví a la habitación y con gesto destemplado, me colgué la cartuchera del revolver y me puse la chaqueta. El portazo retumbó en el pasillo desierto y me fui para abajo en uno de los dos ascensores en servicio.El crupier estaba solo ante el monitor de recepción y me lancé a por él.
- ¿Dónde está el bidé?
- ¿El bidé?
- Sí, ¿Dónde coño han puesto el bidé en mi cuarto de baño?
- Señor... su habitación no tiene bidé.
- ¿Está de coña? ¿Me ponen una ducha con mampara y no me ponen un bidé para apoyar mi trasero?
- ¿Cómo se supone que debo enfriar mis entrañables posaderas tras un montón de horas de autobús? Y no me diga que debo ponerme debajo de una ducha y mojarme entero cuando existe una cosa muy antigua llamada baño de asiento. ¿Es este un hotel de cuatro estrellas o un nido de pulgas con ínfulas?
- ¿Conoce usted los baños de asiento?
- Sí, claro que los conozco, pero es que aquí, para tener una habitación con bidé, hay que solicitarla previamente.
- Ah, claro -reí con desprecio- quien necesita un bidé cuando se puede disfrutar del servicio de habitaciones, de un frigo cargado de bebidas, de una bandeja lleno de chocolatinas y frutos secos o de wifi gratis.
- ¿Me está llamando rancio por querer usar un bidé? ¿Es que la gente moderna no tiene culo?
- Edelmiro, ayuda a este señor a llevar su equipaje a la habitación 237.
- ¿Esa no era la habitación maldita de El Resplandor?
- ¿Quiere o no quiere bidé?
- Suelta lo que me quieras contar.
- Señor..., quizás no me va a creer, pero hay una conspiración mundial contra los bidés.
- Venga, hombre, no me jodas.
- No tiene por qué creerme, pero en este hotel hay muchos congresos, muchas reuniones y se aprende mucho si uno sabe poner el oído. Los empleados tenemos la ventaja de ser invisibles para los peces gordos... cuando conviene. Así he llegado a saber muchas cosas.
- ¿Y por qué no vas al programa ese del Buque del Misterio de los domingos?
- Dime que cosas -le mostré otro de 50 euros que desapareció rápido.
- Hay una alianza entre los diseñadores de baños y el gremio de fontaneros y plomeros. Está financiada por la industria de la celulosa y la red de hoteles de postín, que por supuesto no quieren bidés.
- ¿Pero qué ganan con privarnos de ese artilugio? ¿No pensarán que si se nos calienta el culo, quizás no se nos caliente la cabeza?
- Eso lo tiene que averiguar usted, detective.
(Capítulo 72 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)