Después de tres semanas huyendo, escondiéndose entre las sombras, evitando los espacios abiertos, Julia se había hecho a la idea de que el resto de sus días serían así. Tendría que renunciar a la vida que conocía definitivamente: su familia, sus amistades, su trabajo, su novio… No podía poner en peligro a más personas de su entorno. Varias de las que habían intentado ayudarle no habían vuelto a dar señales de vida, lo que le hacía temer lo peor.