La COP30 (Belém, Brasil) nació con un simbolismo difícil de superar, el de ser la primera COP en la Amazonía y el 10º aniversario del Acuerdo de París (COP21), en un momento en que las crisis climática y de biodiversidad avanzan más rápido que la diplomacia.
Y, sin embargo, su balance final deja una sensación incómoda: el multilateralismo climático sigue vivo, y no hay un movimiento significativo que nos invite a tener esperanzas.
El Paquete de Belém, bautizado como Mutirão global (esfuerzo colectivo), reafirma objetivos y lanza iniciativas, pero evita el choque frontal con el núcleo del problema, que no es otro que la salida ordenada y justa de los combustibles fósiles.
Esa omisión no es un detalle técnico, sino un síntoma de una gobernanza que, 30 cumbres después, todavía tropieza con el poder político-económico de los combustibles fósiles.
1. Qué se aprobó y por qué suena a planes para hacer más planes
1.1 El Global Mutirão: compromiso político, naturaleza voluntaria
El texto central de Belém insiste en la urgencia de reducciones profundas, rápidas y sostenidas y en mantener 1,5º C al alcance, pero su arquitectura es sobre todo cooperativa, facilitadora y voluntaria.
En la práctica, el acuerdo se apoya en 2 lanzamientos:
- Global Implementation Accelerator: iniciativa voluntaria para acelerar implementación y apoyar a los países en NDC* y planes de adaptación.
- Belém Mission to 1.5: proceso para habilitar ambición e inversión en NDC/NAP* en el ciclo 2025–2026.
*NDC (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) y NAP (Planes Nacionales de Adaptación) son instrumentos clave del Acuerdo de París.
En otras palabras: se fortalece el cómo coordinarnos, pero no se blinda el qué tenemos que dejar de hacer (dejar los combustibles fósiles) ni se introduce un férreo mecanismo de cumplimiento
1.2 Un reconocimiento honesto … que evidencia la brecha
El propio texto admite que, incluso con la aplicación plena de las NDC actuales, el mundo se mueve hacia un incremento dramático de temperaturas globales de entre 2,3 y 2,5º C, lo cual supera con creces el objetivo de París.
Medios y análisis externos sitúan el resultado superando los 2,6º C bajo supuestos de política y ejecución realista, lo que subraya lo mismo, una gran brecha entre promesas y trayectoria.
2. Financiación: cifras grandes, compromisos débiles
Belém incorpora 2 ideas que suenan ambiciosas, pero que, por ahora, son más marcos que cheques.
2.1 La hoja de ruta Baku – Belém hacia 1,3 billones/año (2035)
El acuerdo toma nota de la hoja de ruta para escalar financiación hacia al menos 1,3 billones dólares/año en 2035 para países en desarrollo, combinando fuentes públicas y privadas.
El documento es claro en el diagnóstico (necesidad de concesionalidad, fiscalidad, reformas financieras), pero su punto débil es estructural, pues sin obligaciones claras y calendarios de desembolso, una hoja de ruta puede convertirse en otra vitrina.
2.2 Meta intermedia de 300.000 millones/año y liderazgo de países desarrollados
Belém reafirma la trayectoria hacia al menos 300.000 millones dólares/año y que los países desarrollados tomen la delantera.
Pero el desacuerdo de fondo sigue intacto: quién paga, cuánto es público (y en forma de subvención), y cómo se evita cargar a países vulnerables con más deuda. El Financial Times describe el atasco como parte del problema sistémico de las COP por su lógica de consenso.
2.3 Adaptación: más atención … sin asegurar el volumen total
La decisión recuerda el objetivo de triplicar la financiación para adaptación y crea (otra vez) un espacio de trabajo sobre financiación climática.
Esto es importante, pero no resuelve el talón de Aquiles, que no es otro que la adaptación y las pérdidas y daños siguen peleando por dinero real, predecible y concesional.
Varias voces de sociedad civil europea han sido especialmente duras destacando mucho procedimiento y poca supervivencia.
3. Adaptación: 59 indicadores … y una sensación de techo técnico
Uno de los resultados tangibles fue la adopción de 59 indicadores para seguir el progreso en la Meta Global de Adaptación.
Es un avance metodológico, pero también deja 2 lecturas críticas:
- Indicadores no son acción: medir mejor no sustituye la falta de financiación y de capacidades.
- El proceso fue tenso y confuso, y algunos análisis advierten que el resultado final no es plenamente coherente como marco de seguimiento.
En síntesis, se mejoran los instrumentos, pero la velocidad de implementación sigue sin corresponderse con el aumento del riesgo climático
4. Bosques y biodiversidad: avances parciales en un Planeta que pierde sumideros
4.1 El TFFF: una señal positiva, insuficiente para el tamaño del problema
Brasil impulsó el Tropical Forests Forever Facility (TFFF), que cerró con casi 7.000 millones de dólares en compromisos/pledges.
Es una noticia relevante: sin bosques en pie no hay 1,5 ºC. Pero el contraste duele, pues la propia cobertura internacional subraya que el TFFF aspira a ser mucho mayor (decenas o cien mil millones) y que el arranque, aunque histórico, sigue lejos de lo necesario.
4.2 La gran oportunidad perdida: no hubo hoja de ruta global contra la deforestación
Aun con apoyo amplio, no se aprobó una hoja de ruta para poner fin a la deforestación, ya que la oposición de varios países bloqueó su inclusión en el texto final.
Y aquí aparece la conexión incómoda con la biodiversidad, ya que cuando los grandes bosques tropicales se degradan, el clima pierde aliados. La evidencia científica y reportes recientes apuntan a que incluso regiones forestales pueden estar dejando de actuar como sumideros netos, elevando la urgencia.
5. La omisión que define a Belém: combustibles fósiles, otra vez fuera del texto
Que la COP30 termine sin una mención clara a una hoja de ruta para abandonar carbón, petróleo y gas supone un alarmante retroceso. Agentes presentes describen cómo este punto se cayó del acuerdo tras la resistencia de países clave, y la prensa resume sin rodeos que el acuerdo final no menciona el abandono de los fósiles, principal fuente de emisiones.
Y este es el punto donde conviene ser honestos:
- Si el proceso COP no logra ni siquiera nombrar aquello que explica la mayor parte del problema, ¿cómo va a coordinar la solución a la escala y velocidad necesarias?
- ¿Hasta cuándo vamos a confundir evitar el colapso del consenso con avanzar?
El propio presidente de la COP30 llegó a sugerir que, por la urgencia, habrá que eludir o complementar el proceso formal con coaliciones y agendas paralelas, precisamente por las limitaciones del consenso.
6. Conclusión: ¿sirven las COP? Sí … pero ya no bastan
Una lectura positiva (pero crítica) sería que la COP30 reafirma que el andamiaje de París existe, pero evidencia que el formato no está diseñado para decisiones disruptivas cuando hay intereses contrarios bien organizados.
Si lo que sale de una COP es:
- reafirmamos,
- tomamos nota,
- lanzamos un programa de trabajo,
- invitamos a …
… mientras las emisiones y la pérdida de biodiversidad continúan, el riesgo no es solamente climático, sino de legitimidad del proceso.
Nos parece una buena conclusión citar las 3 verdades incómodas de Belém:
- La ambición global sigue por detrás de la ciencia: incluso según el propio texto, la trayectoria no alcanza el objetivo térmico.
- La financiación sigue siendo promesa más que infraestructura: sin dinero concesional y predecible, implementación es una palabra vacía.
- La omisión fósil es el elefante en la sala: si no se acuerda el cómo y el cuándo salir de los fósiles, todo lo demás se vuelve más caro y doloroso.
Y finalizar con las 5 tareas urgentes (más allá del comunicado final):
- Política real y fechada: eliminar subsidios a fósiles, frenar nuevas expansiones incompatibles con 1,5º C, y acelerar renovables/redes/almacenamiento con calendarios.
- Financiación con calidad: más subvención y concesionalidad, menos deuda; canjes de deuda por clima deben pasar de piloto a escala.
- Bosques con gobernanza social: el dinero debe llegar a quienes mantienen el bosque en pie; sin derechos territoriales y control de ilegalidades, no hay TFFF que aguante.
- Adaptación como política pública central: indicadores sí, pero acompañados de presupuestos, capacidades y protección social ante extremos.
- Coaliciones de los dispuestos: cuando el consenso bloquea, avanzar por acuerdos plurilaterales compatibles con París puede ser la única forma de ganar tiempo.
Belém nos deja una lección dura y es que no estamos perdiendo porque falten herramientas, sino que estamos perdiendo porque falta decisión. La esperanza, hoy, no puede basarse en la próxima COP, sino en la acción concreta entre COPs, es decir, leyes, inversión, planificación y justicia.
Si la COP30 fue la COP de la Verdad, la verdad no es otra, sino que cada año de ambigüedad es un año de daños acumulados.
¡Y ya no nos queda margen para seguir redactando el futuro en modo borrador!
El artículo La COP30 y el tiempo perdido: sin salida fósil, no hay 1,5º C se publicó primero en ecointeligencia.
