Revista Comunicación

La corona partida

Publicado el 05 marzo 2016 por Universo De A @UniversodeA

Juana I tendrá que seguir esperando a quién le haga justicia

Cartel La corona partida 3

Sinopsis y ficha técnica

Tras la muerte de Isabel, Fernando el Católico y Felipe el Hermoso se enfrentan por el poder. Juana, la legítima heredera al trono, es víctima de esta situación y a todos les interesa demostrar su locura e incapacidad para gobernar.

Actores La corona partida

  • Irene EscolarJuana I de Castilla
  • José CoronadoMaximiliano de Habsburgo
  • Úrsula CorberóMargarita de Austria
  • Fernando CayoVeyré
  • Rodolfo SanchoFernando de Aragón
  • Silvia AlonsoGermana de Foix
  • Fernando Guillén CuervoGutierre Gómez de Fuensalida
  • Eusebio PoncelaFrancisco Jiménez de Cisneros
  • Pedro Mari SánchezDuque de Nájera
Dirección
  • Jordi Frades
Producción (ejecutivo)
  • Albert Sagalés
Guión
  • José Luis Martín
Música
  • Federico Jusid
Maquillaje
  • Natalia Reyes

Comentario previo

Bueno, comencemos con este comentario, que ya advierto, va a ser largo porque hay muchos temas paralelos de los que hablar. Quién quiera leerse ya mi opinión sobre la película, que vaya corriendo al final del artículo.

La verdad sea dicha, esta película no merece una crítica completa sino una express, y la razón por la que ha acabado teniendo una del primer tipo es, tal vez, porque ya la había anunciado previamente, y también por el gran cariño que le tenía a la serie “Isabel” (de la que hice críticas muy laudatorias, que están disponibles en los habituales artículos recopilatorios de televisión, aquí están los enlaces a: la 1ª, la 2ª y la 3ª temporadas de la serie); y respondiendo a la pregunta que planteaba en aquel artículo en el que anunciaba el inminente estreno de este filme: no, mucho me temo que la corona de Isabel está definitivamente partida, y que la serie, al igual que la Reina católica, está muerta y enterrada definitivamente.

Ello no significa que el filme del que haré la crítica no tenga sus virtudes (además de defectos), pero mucho me temo que deja claro definitivamente que la serie que marcó un hito en la televisión pública es algo irrepetible. Pero como ya digo, de eso ya hablaremos con detalle en la crítica.

Ahora, me gustaría abordar en este comentario previo, como suelo hacer, otros temas paralelos relacionados, de una forma más o menos directa, con la película que luego analizaré. Hablaré de: el cine español, Juana I y la sala de exhibición Palafox.

-El cine español:

Esto que voy a comentar a continuación, tal vez no se puede aplicar a “La corona partida” (por suerte, tal vez por su original origen); sin embargo, no puedo dejar de comentar, que se observa en la cartelera cinematográfica de los últimos años, una cosa peculiar en el cine español de hoy día, que curiosamente, y aunque no lo parezca en una primera apariencia, en muchos aspectos se ha vuelto peor que el de hace unos años. Sí, porque los cineastas ya no son originales, cierto, el cine español de hace tiempo podría resultar muy cuestionable a todos los niveles: desde las películas folklóricas de hace décadas hasta las de barrios problemáticos de hace unos años… pero con todo, te gustaran más o menos, tenían algo distintivo, una cierta denominación de origen, una españolidad incuestionable, un sabor local… por malas (y algunas lo eran mucho) que fueran. Eso ahora apenas se encuentra.

Los nuevos cineastas parecen haberse globalizado de tal modo, asumido con tal maestría el lenguaje narrativo y fílmico de Estados Unidos, que no se rebelan contra ello, y no parecen capaces de salir de ese “sota, caballo, rey”, como si lo único válido, la única manera de hacer las cosas, fuera lo exportado desde Hollywood; parece que se han creído esa gran mentira (tal vez por una profunda incultura cinematográfica).

Porque no debemos dejarnos engañar, el cine español se está convirtiendo en una franquicia americana, echemos sino una ojeada a los estrenos de los últimos años, todos ellos con grandes pretensiones y una gran apariencia que pretende disfrazar vanamente una gran deficiencia de medios y de talento, un intento desesperado por copiar una fórmula ajena sin presupuesto… en definitiva, un quiero y no puedo.

Tal vez la culpa sea también del público, siempre hemos dicho que no nos gusta nuestro propio cine, lo hemos tildado de todo tipo de cosas negativas y lo hemos castigado no apoyándolo, atacándolo (la vieja recriminación de las subvenciones), y yéndonos a ver películas estadounidenses por considerarlas de más calidad. Y los nuevos cineastas han crecido con eso, han tenido su propio escarmiento, y ahora hacen copias de lo que consideran que es bueno, tiene calidad y funciona, con lo que tienen a mano que es poco (aunque su talento tampoco da para más, para que negarlo, porque un auténtico artista jamás intenta reproducir el estilo de otro, pues tiene algo dentro de sí que le hace crear -tema que hemos tratado hace bien poco-).

Sí, sin duda la culpa es de todos, porque en el resto de Europa eso no pasa: una película inglesa tiene sabor inglés; una francesa, perfume francés… etc; el resto de Europa no ha perdido su identidad, su independencia cultural e icónica, su capacidad para hacer frente a la todopoderosa industria de Hollywood, ¿por qué nosotros sí?, ¿cómo hemos permitido que nos globalicen y perder nuestra propia identidad?.

No debemos pretender hacer lo mismo que en Hollywood, primero porque no podemos a nivel económico y técnico; y segundo, porque debemos ser un refugio, una isla de la diferencia, una alternativa para el mundo entero, para aquellos que quieren y buscan algo más en el cine que comer palomitas… si seguimos la senda estadounidense, el cine nacional dejará de tener todo sentido y lógica, pues siempre seremos, inevitablemente, la versión cutre de Hollywood, no puede ser de otra manera.

Sí, el camino del cine español para alcanzar el triunfo no es asimilarse a EEUU y convertirse en su franquicia… es encontrar un lenguaje con el que el público se identifique y se encuentre cómodo; como sí se ha conseguido en otros países europeos en los que el cine nacional no da vergüenza, sí es motivo de orgullo y consigue incluso enfrentarse cara a cara a la industria americana.

¿Cómo conseguirlo?, en primer lugar dejemos de lado la vieja escusa de la falta de presupuesto, el talento es algo impagable, y todo el dinero del mundo no puede crearlo o sacarlo de la nada. Por ello, el conseguir un buen cine nacional es algo realmente difícil, se necesita encontrar y apostar por grandes talentos, personas creativas que tengan la imaginación y las capacidades para regenerar nuestro cine y conseguir llevar al público hasta él, crear algo diferente e identificativo, con voz propia. Entre tanto, mucho me temo que estamos condenados a la mediocridad, y últimamente, una mediocridad que encima sólo es una copia de otra no mucho mejor, porque al menos copiar lo bueno, tiene un pase, pero copiar hasta lo malo… es vergonzoso y repugnante.

-Juana I “la loca”:

Cambiando drásticamente de tema, y afrontando un poco más el de la película, no puedo dejar de hablar de Juana I, personaje histórico absolutamente fascinante (como bien reflejé cuando la incluí en mi exitoso artículo de “Reinas trágicas”), que si hubiera sido inglesa o francesa, no se contarían las películas que habría sobre ella. Sin embargo, las que hay, no son en absoluto desdeñables y se cuentan entre las grandes de nuestro cine patrio, las más conocidas son: “Locura de amor” de Orduña, con Aurora Bautista en el papel de la Reina (de la que está más que claro que Escolar sacó más de una idea para su creación del personaje en la tercera temporada de la serie “Isabel”); y “Juana la loca”, de Vicente Aranda (el cual reconoce que se ha inspirado en el anterior filme en sus propios créditos finales) con Pilar López de Ayala en el papel que probablemente dejará para la historia (pues llevamos años sin volverla a ver hacer nada destacable). Todas ellas son obras de arte memorables, prestigiosas y que gustaron en su tiempo… pero ninguna consigue hacer un auténtico retrato de Juana I, sino sólo de una parte de su vida o del tópico; gustan más de la realidad ficcionada que del hecho histórico. Y desgraciadamente, este nuevo filme del que haré la crítica, por lo que se contará, tampoco llega mucho más allá.

En realidad, el problema siempre ha sido que todos se quedan en lo superficial, en el comportamiento extravagante y morboso, y nadie trata de comprenderlo, nadie se molesta en tratarlo desde la perspectiva de una adolescente (quizás un tanto mimada) sin herramientas, de una mujer en un mundo de hombres, de una chica desesperada, indefensa y sin demasiado carácter, pero de temperamento de lo más dramático, que se aferra a lo que tiene a mano porque no hay otra cosa, y cuando todo le falla, porque todos aquellos a los que ha entregado sin reservas el inmenso amor que necesita dar a manos llenas, la traicionan de la manera más vil, por pura conveniencia política y sin que medie ninguna emoción posible, no puede sino sucumbir a un inevitable trastorno depresivo del que tal vez viene por carga genética una parte importante. Esta tal vez sea mi propia teoría acerca del personaje histórico (¿aunque qué no lo es?), creada a través de lo que sé y he leído sobre ella (pues si uno analiza su comportamiento, teniendo en cuenta su edad, personalidad, educación y situación, se puede llegar a estas conclusiones, que dejan claro que de locura nada, tuvo reacciones muy naturales que descontextualizadas se malinterpretan y no se comprenden), pero tal y como yo lo he hecho, tal y cómo yo he sido capaz de hacer mi propia evocación, también otra persona puede hacerlo y plasmarlo en la pantalla.

Así pues, falta la película que haga justicia a este impresionante y espectacular personaje histórico, que deje de lado lo morboso y que intente penetrar en el alma de esta mujer trágica a más no poder, con una vida marcada por la desgracia. Tal vez se deba muy en parte a que ningún filme ha tratado seriamente de hacer algo biográfico, sino sólo un fragmento o una característica suya, sin pretender llegar más allá o profundizar, nadie ha querido hacer una valoración de conjunto. Y como ya he dicho en más de una ocasión, esta mujer ha tenido una vida apasionante, de la que es más interesante, paradójicamente, a partir del momento en que es enclaustrada, que todo lo que ha pasado anteriormente, cuestión que, curiosamente, nadie apenas ha tratado (de lo poco que tenía de bueno la serie “Carlos, Rey Emperador” era precisamente que sí se tocaban esos temas); es más, yo siempre he dicho que una segunda parte de la película de Vicente Aranda hubiera sido una muy buena idea… y tal vez también de esta “La corona partida”.

En definitiva, Juana I, más conocida como “Juana la loca”, deberá seguir esperando una gran película que le haga justicia y que la reivindique como uno de los grandes y más fascinantes personajes de nuestra historia, porque queda mucha, pero que mucha historia que contar, y nadie se ha molestado en hacerlo. Es necesario un auténtico y verdadero filme biográfico que consiga reflejarla, penetrar en su alma, y descubrirla al espectador en general y a los españoles en particular.

-El cine Palafox:

Y ya para finalizar este comentario previo, y siguiendo esa tradición de hablar de los sitios a los que voy y analizarlos, no quiero dejar de comentar a dónde acudí a ver este filme: el cine Palafox.

El cine Palafox es un lugar maravilloso que suele tener un gran gusto por las películas históricas o de época (yo recuerdo ver allí filmes como “Elizabeth, la edad de oro” o “Un gran día para ellas”, por ejemplo) que a menudo se encuentran en su cartelera. Está situado en lo que yo he llamado tradicionalmente “la Gran Vía 2” es decir, las calles próximas al metro de Bilbao, o sea, Fuencarral y Luchana (el Palafox está en esta última, ahora en ella apenas quedan cines; otro maravilloso que había era el Luchana, al final de la calle… pero lo han remodelado por completo y nada queda de su precioso vestíbulo -que ahora es un bar con pretensiones-; al menos se ha reconvertido en un teatro y no en una tienda de ropa, algo es algo).

En cualquier caso, el cine Palafox, es un perfecto remanente de los grandes palacios de su arte, lugares impresionantes en los que la experiencia de acudir al cinematógrafo era algo elegante y especial. Y eso se sigue conservando y manteniendo en este lugar, cuyo impresionante y grandioso vestíbulo marca la diferencia desde el primer momento (especialmente frente a las franquicias a las que tan acostumbrados estamos con su estilo aséptico, impersonal y minimalista): los materiales con que está construido le dan pinta de lugar clásico, añejo, con cierto lujo deliciosamente decadente, pero, en cualquier caso, y desde luego, de sitio a tener en cuenta y al que volver según haya la oportunidad (a reseñar especialmente toda una pared vidriada con motivos florales… una preciosidad).

Por si fuera poco, la atención al público es absolutamente excelente, las entradas son numeradas (algo poco habitual en este tipo de cines), y las taquilleras suelen ser absolutamente encantadoras y muy familiares, jamás te encuentras al típico pasota al otro lado de la ventanilla, producto de franquicia, muy al contrario, hay unas señoras agradables y cercanas; algo que es extensible a todo el personal del cine.

Los precios son baratos, generalmente más bajos que los del resto, hay múltiples descuentos y se unen a los habituales y más conocidos (como el programa “miércoles de cine”).

Pero quizás lo mejor, lo más impresionante, aquello por lo que realmente merece la pena ir y que mejor evoca otros tiempos mejores, son los acomodadores, que realmente lo siguen siendo: ya desde el principio suele recibirte alguien para cortarte la entrada con un uniforme que parece una deslumbrante librea (¡qué clase tiene este cine, de verdad, esto ya no se ve ni en el Teatro Real!), y luego, al entrar en la sala, te guían con una linterna y todo, llevándote a tu sitio (las personas más mayores, incluso les dejan propina, como perfecto recuerdo de tiempos pasados, de otra educación y modo de concebir la vida).

En cuanto a las salas, bueno, yo cuando voy al cine me encanta verlo en pantalla gigante (para lo contrario lo veo en mi tele que me vale igual), y he de reconocer que ese requisito en este cine sólo lo cumple la sala 1 (el lugar tiene otras dos salas, todas ellas más pequeñas, un poco más cutres de aspecto, pero muy cuidadas), ¡y qué sala!, ¡realmente algo espectacular e impresionante, todo un recuerdo de esos grandes e impresionantes lugares que eran los palacios del cine!, ¡es inmensa!, un espacio enorme plagado de butacas por todos los sitios, colocadas al modo tradicional. Además está decorada con restos de un órgano, tal vez, el lugar alguna vez se dedicó a la música. En cualquier caso, las butacas magníficamente tapizadas en un color morado, son comodísimas, en una perfecta mezcla de firmeza y mullimiento, casi como el sofá de casa, pero más dispuesto para ver un filme por lo levantadas que están.

En definitiva, que recomiendo mucho ir a este cine, que seguramente no dejará de ser una empresa familiar tradicional, que no deja de mantener sus viejos usos, y que debemos apoyar, porque, como ya comentaba antes sobre el cine español, no todo debe de ser globalización y estandarización, también debemos apoyar, apreciar y querer aquello que forma parte de nosotros… ¡y que además es bueno y bonito! (y en este caso, además, barato).

Crítica

Como bien recordamos, cuando la espléndida serie “Isabel” terminó (crítica de todas sus temporadas en estos enlaces: la 1ª, la 2ª y la 3ª), hubo serias dudas de como continuar algo que había sido un exitazo, que todo apuntaba a que se acabaría convirtiendo en un filón y en una gran gallina de los huevos de oro… por ello se valoró continuar la serie con Juana I, pero, por razones que no conocemos (tal vez porque tuvo un reinado un tanto relativo) esto acabó descartándose, y finalmente, se optó por Carlos I; el resultado, todos lo conocemos, un estrepitoso fracaso que acabó con las esperanzas de una sucesión de grandes series históricas sobre los monarcas españoles.

Pero al decidirse a hacer “Carlos, Rey Emperador”, había una parte de la historia que se había quedado descolgada… así que rápidamente se anunció este filme, que funcionaría como cliffhanger entre la última temporada de “Isabel” y la primera de “Carlos”, bueno un nexo de unión más con la primera que con el último, pues la película respeta todos los actores que hemos visto hasta el momento, mientras que la serie sobre Carlos I decepcionó desde el principio con variaciones en el reparto, buscando caras nuevas para personajes a los que ya teníamos asociados a actores determinados (exceptuando el caso de Eusebio Poncela).

Sin embargo, la película sí es sorprendentemente respetuosa con su concepto de cliffhanger, demasiado de hecho: comienza la historia exactamente donde acabó “Isabel” y acaba en el preciso momento en el que empieza “Carlos, Rey Emperador”, de una forma sorprendentemente perfecta y calculada, con todo el respeto que la nueva serie no tuvo por su predecesora.

Pero precisamente lo anterior, es un defecto que lastra la película, que no consigue tener entidad propia en ningún momento, sólo es un producto ideado para servir de nexo, no es un filme independiente, no ha sido concebido de ese modo, si alguien viera esta película sin saber nada de las series con las que está relacionada, se perdería mucho, francamente.

Y ese, aunque defecto muy principal que consigue que esta película no llegue a ser un filme de verdad, y por tanto no consiga la relevancia necesaria, o reivindicarse como gran película sobre Juana I o sobre el corto reinado de Felipe I; es de los pocos (aunque importantes) defectos del guión de José Luís Martín (guionista implicado en la serie desde la segunda temporada y que coordinaba todo lo que a este tema se refiere) que, por otra parte, supera magníficamente todas las pruebas que debe superar un guión que tiene su base u origen en una serie, que son, básicamente, que no parezca un capítulo o una temporada alargada. Y Martín supera brillantemente la prueba, pues el filme está muy bien medido (incluso aunque el hilo conductor sea realmente pésimo, ¿Cisneros contándole al Infante Fernando una historia que conoce de sobra porque la ha vivido en directo, además de ser el favorito de su abuelo?, ¡venga por favor!, no nos tomen por estúpidos), y el guión es lo suficientemente inteligente como para saber como contar la historia para el cine.

Pero lo dicho, no es suficiente, puesto que, el guión se ve tan dependiente de la serie que ha sido y de la serie que va a ser, además de algunos defectos (como ya el mencionado), que el resultado final es incapaz de alcanzar entidad propia, de constituirse como algo aparte de lo ya creado. Tal vez el mejor ejemplo sean los personajes, ninguno de los cuales, excepto los nuevos, es definido ni presentado, ya se da, demasiado por hecho, que los conocemos y que no hace falta contar nada sobre ellos… eso no se puede hacer en un producto que aspira a ser una película cinematográfica y que pueden ver muchas personas que no tienen porque haber visto ninguna de las series; y es que, mucho me temo, que cualquier persona que vea el filme sin haber visto los productos televisivos, saldrá de la sala con la sensación de que se ha perdido muchas cosas… y desgraciadamente así es.

Pero no es lo único, pues desgraciadamente el tratamiento de los personajes en general (incluso de los nuevos, el de Coronado pasa por allí como si no lo hubiera hecho, sus escenas son perfectamente prescindibles… quizás se le unió al reparto por esa vieja política de la serie de tener a grandes y consolidados actores -preferiblemente catalanes-) es extremadamente superficial, vacuo, distante… no comprendemos sus reacciones, no profundizamos en sus emociones; simplemente, sólo se nos cuenta su historia, sin más, como si ello fuera suficiente.

El mejor, más evidente y terrible ejemplo de todo lo anterior es la propia protagonista, la Reina Juana, a la que no llegamos a comprender emocionalmente, cuyas acciones aceptamos sin entenderlas porque nos las están contando, y porque sabemos que es lo que pasó, pero no porque empaticemos con ella. Y aunque en más de una ocasión si conseguimos sentir pena, compasión y pensar “pobre mujer, que desgracia de vida”, en muchos casos no suele ser por mérito del guión, sino por la fuerza de la historia en sí misma.

No digo que no haya buenos momentos, grandes frases, vuelvo a repetir que el guión está bien medido y contado… pero es frío y superficial, una narración histórica aséptica, que no profundiza en la emocionalidad de los personajes. Y no se puede poner la excusa de que se hayan basado demasiado en la historia, porque se han tomado más de una libertad y licencias un tanto escandalosas, hasta el punto de que casi me indigno (la hipótesis que hacen acerca de la muerte de Felipe I es como mínimo ridícula), pero bueno….

La dirección que lleva a cabo el experimentado Jordi Frades (básicamente porque fue el principal promotor de la serie y director de múltiples capítulos suyos), consigue realzar totalmente el guión y crear momentos de gran emotividad, realmente hay tensión, intriga (incluso aunque sepamos exactamente lo que va a pasar), movimiento… se continúa con la premisa de contar la historia con fuerza y emoción. Sólo hay una excepción en todo el filme, y es la larga, interminable y pesada secuencia de la preparación de la muerte de Felipe “el hermoso”, que se alarga de forma plúmbea e innecesaria. Por lo demás, la dirección cumple sobradamente su función entregando exactamente lo que se espera de ella teniendo en cuenta los precedentes, no diré que crea algo nuevísimo y original porque no es así (repito, es algo que ya hemos visto y esperábamos, que por otro lado estuvo muy bien), pero sí que es totalmente efectiva y no decepciona en absoluto.

Aunque sí, no se puede dejar de mencionar que una buena dirección de actores siempre será un deber pendiente de Frades; pero del reparto artístico hablo más abajo.

En lo que respecta al resto del apartado técnico, hay mucho que hablar, pero en general puede ser calificado de correcto e inteligente, puesto que tiene la sabiduría de mejorar ciertas cosas, pero sin olvidarse del origen de la serie; dicho de otro modo, que hubiera llamado demasiado la atención una película que marcase mucho la diferencia en estética y calidad con lo que habíamos visto anteriormente. Afortunadamente, han sabido medirse muy bien, y consiguen hacer ciertas mejorías que hagan que a nivel visual sí podamos considerar este producto algo cinematográfico y no una película televisiva con intenciones arribistas, pero no se han pasado tanto que nos parezca irreconocible frente a “Isabel”. De hecho, en muchos aspectos, recuerda más a “Carlos” (como se nota que esta serie estaba mucho más inflada de presupuesto) que a su predecesora.

Sin embargo, todo lo anterior tiene sus luces y sus sombras; así, la fotografía es uno de los deberes pendientes (lo fue casi siempre en la serie), pues no es nada adecuada y muchas veces resalta todos los defectos de lo filmado, haciendo que los decorados parezcan de cartón piedra y que se vea el truco del vestuario; entendámonos bien, no es catastrófica, pero sí muy mejorable.

Los decorados mejoran notablemente frente a “Isabel”, y se igualan a los de “Carlos”; tal vez su defecto es que soy demasiado pequeños para el cine, lo que en televisión se notaba algo menos, en la pantalla grande se hace evidente.

No se puede dejar de hablar de las localizaciones, en las que Burgos se ha lucido, lo han utilizado de arriba a abajo: catedral, casco histórico… esta ciudad ha tenido una suerte increíble. A parte de eso, se puede decir que ha habido un buen trabajo a ese nivel.

El vestuario y atrezzo suben el nivel acertadamente, aunque se echa de menos el uso de algunas de las cosas que se veían en la serie.

El maquillaje sigue siendo un deber pendiente desde la serie.

En cuanto a la música de Federico Jusid, su mayor virtud y su mayor defecto es precisamente que tiene entidad propia; este hombre no debería componer bandas sonoras, pues estas están supeditadas a múltiples cosas, debería escribir óperas, o directamente sinfonías o cualquier tipo de música instrumental, porque se sobrepasa totalmente en su función, hasta el punto de que hay veces en las que la música se desintegra totalmente de la película para llamar la atención del espectador (y no soy el único, leed otras críticas, que todo el mundo lo menciona), es demasiado espectacular (especialmente el uso de los coros, que a veces se vuelve muy excesivo). No estoy diciendo que sea mala, nada más lejos, la música de Jusid es absolutamente preciosa y excelente, bellísima, me encantaría escucharla en un auditorio… pero no forma parte de un trabajo en equipo, no es una pieza más del engranaje… es un elemento individualista que se empeña en llamar la atención sobre sí mismo, y que no termina de cumplir su función que es ayudar a contar la historia; en definitiva, no vale para ser la banda sonora de una película.

Ya sólo queda hablar del reparto artístico, los cuales destacan porque, la mayoría, parecen haberse olvidado por completo del personaje que interpretaban en la serie o actúan como si quedasen cinco minutos para largarse a su casa y quisieran terminar. Todo ello sin mencionar que se les ve totalmente perdidos. Menciono a unos cuantos:

-Rodolfo Sancho: de lejos, el que mejor ha retenido el personaje de los protagonistas, casi el único que consigue mantener la coherencia frente a lo que había interpretado anteriormente en la serie. No será la mejor interpretación de su carrera, pero hace lo que puede con el material que tiene.

-Irene Escolar: tal vez leyó las críticas de este blog (jajaja) o se vio a sí misma, porque se rebaja de una manera espectacular, su intensidad interpretativa ha pasado de 10 en la serie a 3 en la película (y no creo que fuera por el cambio del medio, porque primeros planos los hay igual en televisión que en cine); desgraciadamente se ha moderado tanto, que pierde toda capacidad para emocionar y la intensidad de su personaje.

-Eusebio Poncela: tanto que había trabajado este hombre con su personaje, tanto que se sacrificaba por él durante la grabación de la serie… y en la película ni se le reconoce, se ve que Cisneros ya no convivía con él, tal como el actor solía afirmar.

-José Coronado (y una buena parte del reparto original de la serie, que aparecen casi más en plan cameo): pasaba por allí, como podría no haberlo hecho, hubiese dado igual.

También hace una pequeña aparición Michelle Jenner, bellísima.

Valoración final: Juana I, apodada “la loca”, tendrá que seguir esperando una buena película biográfica. En lo que respecta al producto del que hago la crítica, le falta entidad e identidad para constituirse como un filme en sí mismo; ¿qué encantará a los fans de “Isabel” y a todos los que hayan seguido mínimamente la serie (e incluso hayan dado también algunos primeros pasos con “Carlos, Rey Emperador”)?, seguro que sí, pero a los que no lo hayan hecho los dejará un poco perdidos.

Foto Irene Escolar y Raúl Mérida en La corona partida 4
Foto Raúl Mérida en La corona partida
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Foto Fernando Guillén Cuervo y Raúl Mérida en La corona partida
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Foto José Coronado en La corona partida
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Foto Irene Escolar y Raúl Mérida en La corona partida 2
Foto Rodolfo Sancho y Silvia Alonso en La corona partida 2
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Foto La corona partida
Foto Rodolfo Sancho en La corona partida
Foto Rodolfo Sancho en La corona partida 3
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Foto Irene Escolar y Raúl Mérida en La corona partida
Foto La corona partida 6
Foto Irene Escolar en La corona partida
Foto Irene Escolar y Raúl Mérida en La corona partida 3
Foto La corona partida 5


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