En los últimos tiempos, detectamos una creciente tendencia a buscar en los vinos algo que se ha dado en llamar frescura. Cuando se habla de este concepto pensamos en un vino con alta acidez. Aunque en muchos casos no se considera que la relación de ésta con el contenido alcohólico es determinante a la hora de hablar de un vino equilibrado.
Nos dicen que estos vinos son más agradables y tienen como característica “invitar a seguir bebiendo”. Nosotros hemos observado que esta tendencia ha llegado ya a la obsesión, destacándose en ocasiones vinos desequilibrados.
Pero también se exige desde la crítica que el vino ha de tener una tipicidad, ser representativo de una región y un suelo, nos hablan de Terroir. ¡¡Qué terror a veces tratar de entender a los críticos!! ¿Cómo se puede buscar la frescura con el calentamiento global y en una país como España que siempre ha sido catalogado como “El País del Sol”? ¿Cómo respectar esta tipicidad siendo respetuosos con el origen y además conseguir “frescuras aborgoñadas”?
Hemos oído en frecuentes ocasiones denominar al Bierzo como la Borgoña Española? ¿por qué esta “borgoñización”? Latitudes extremadamente diferentes, climas opuestos, variedades antagónicas y, ¡sí! Gran diversidad de suelos. Nos parecen motivos suficientes para desligar al Bierzo de esta comparación.
Así empezamos a encontrar vendimias cada vez más tempranas, no necesariamente propiciadas por un adelantamiento de la madurez; incrementos en el uso del raspón, sustitución de la acidez natural con la adición excesiva de tartárico; en definitiva y hablando del Bierzo: Mencías que quieren ser Pinot Noir y se quedan en el camino. El resultado es en ocasiones correcto y otras veces de un verdor imbebible.
Empezamos a advertir, por parte incluso de prestigiosos elaboradores, que se comienza a desdibujar la tipicidad y características que le son propias al viñedo y vino berciano, y ésta es una peligrosa práctica que a la larga puede acarrear una lamentable pérdida de identidad. Nosotros desde DeBierzo jugamos a interpretar el papel de los “críticos indescifrables”, y por lo único que apostamos es por la vuelta al origen, al consumo tradicional, jugamos a no inventar ni buscar quimeras y volver a beber por el placer de beber.