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La culpa no la tiene el cambio climático

Por Marpa411

Los expertos aseguran que la ola de frío polar que azota a distintos puntos del país y a otras regiones de Sudamérica se debe a un proceso natural que no responde al cambio climático. Aunque parezca, ahora “no hace más frío que antes”. Los especialistas explican las causas del fenómeno meteorológico y analizan la influencia de la acción humana sobre el clima.

La culpa no la tiene el cambio climático

Por Marina Pagnutti

Frío y demasiado intenso, parece ser la tendencia de este invierno 2010. Así lo afirman los expertos consultados, y las jornadas cubiertas por masas de aire polar, nevadas en zonas inusuales, exceso de consumo energético, y cultivos dañados por bajas temperaturas.

Lo cierto es que los fenómenos naturales hace tiempo que vienen demostrando su poder frente a distintas poblaciones y territorios, y con el paso del tiempo se hacen notar más, por lo menos en la sensación corporal. Algunos dicen que una ínfima parte de ese desenfreno climático en parte podría deberse al comportamiento humano con su uso y abuso del medio ambiente. Pero la realidad, según los especialistas, es que se debe a los procesos normales del planeta, a la evolución de los ciclos y a la propia variabilidad de las corrientes oceánicas y atmosféricas.

Base científica. Los especialistas coinciden por unanimidad. Todo ellos, de larga trayectoria en el campo de la investigación y de los cambios climáticos, sostienen que los fenómenos presentados en el mes de julio responden a los efectos naturales. PERFIL consultó a Pablo Canziani, físico y director del Programa de Estudios de Procesos Atmosféricos en el Cambio Global (Pepacg) de la Universidad Católica Argentina; Claudia Campatella docente del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera (CIMA); el ingeniero César Rebella, del Instituto del clima y agua (INTA); y Ana Gómez, difusora del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

—¿La ola de frío polar tiene relación con los efectos del cambio climático?

CANZIANI: No necesariamente. En un día normal, la variación de temperatura oscila entre los 5 a 10 grados. Superada esa franja, una persona comienza a percibir más el frío. Pero en realidad, el indicador del cambio climático está determinado por los eventos extremos, por encima de la media. Cuando se habla de eventos extremos, nos referimos a las puntas de ese rango de ocurrencia tanto en frío, como en calor, como precipitaciones y sequías. Y como ejemplo, ese rango nos muestra que desde la década del 70 hasta la fecha, en Argentina llueve de manera distinta, es decir más en poco tiempo. Ese sería un evento extremo y con la temperatura pasa lo mismo, pero no es una causa del calentamiento global.

REBELLA: No tiene ninguna relación. Digamos que todos los que son eventos meteorológicos aunque sean extremos, no se pueden atribuir al cambio climático. Son parte de la variabilidad natural del clima. Han ocurrido en otras épocas, en los archivos hay registros de episodios como los que hemos vivido en estos últimos años, pero no podemos decir que es culpa del recalentamiento del planeta.

CAMPATELLA: No se debe al impacto climático. Estas irrupciones de aire frío, ya son frecuentes durante los inviernos. Que en una estación anterior no se haya dado no significa que sea anormal. Los inviernos transcurren con normalidad. Para determinar algún tipo de relación con el cambio climático nos tendríamos que remontar a datos de 50 años atrás, pero en realidad para mayor precisión deberíamos buscar en 200 años. Lo que sucede es que no hay mediciones de esas épocas. Sin embargo, hay datos que muestran que cada 100 años nieva en Buenos Aires. Ahora no nevó pero estuvo muy cerca. Es decir que las masas de aire frío ya se vienen repitiendo.

GOMEZ: No está relacionado. Es una ola de frío de las que se suelen dar entre tres o cuatro por cada invierno. Lo que pasa es que en algunos casos son más intensas y se notan más, como la actual. La temperatura más baja que se registró en este mes de julio fue el día 17 con 1,7 grado bajo cero, y ese valor no se registraba desde el mismo mes de 1965.

—Entonces, ¿cuáles son los factores causantes del cambio brusco de temperatura?

CAMPATELLA: Es una conjunción de un sistema de baja presión sobre el Océano Atlántico sur y un sistema anticiclónico sobre el sur del Pacífico que ingresó hacia la zona patagónica. Esto provoca un sistema de presión y que el viento del sur sea más persistente y prolongado. Entonces, hace que masas de aire con características polares o antárticas alcancen latitudes realmente más bajas. Para llegar al análisis de estos fenómenos, evaluamos la variabilidad atmosférica a través de una escala sinóptica, que se desarrolla en siete días, que es el tiempo en que cambia la circulación. A lo sumo, se puede extender 14. La variabilidad en escalas de tiempo menores a los 14 días se asocia a la sucesión de ondas baroclínicas que conducen y modulan los sistemas sinópticos que afectan a Sudamérica. Pero la persistencia de este patrón hizo que esta masa de aire frío se prolongara hasta latitudes tan bajas.

R: Son parte de la variabilidad natural que tiene nuestro clima. Más estas irrupciones de frentes polares que encuentran condiciones meteorológicas adecuadas para desarrollarse, y ascender de las regiones polares hacia nuestro territorio. Inclusive si se recuerda en la década del 50 y la del 70, hubo irrupciones de aire frío que afectaron cafetales en Brasil, y ahora ocurrió en Tucumán con la caña de azúcar y los cítricos.

PC: Habría que explicar varios procesos. De cómo se transporta el calor de los trópicos hacia los polos, y de la variación que da el sol y cómo varía la energía solar en función del aire en la época del año, y de los efectos de la circulación. En el mismo giro de la Tierra, se genera un movimiento de las masas de aire que lleva el aire caliente a los lugares más fríos y a partir de ahí, según como sea esa distribución y liberación de energía a través de ciertos fenómenos meteorológicos, se va definiendo como va evolucionando el tiempo.

Por ejemplo, Europa vivió un invierno muy frío y ahora se están preparando para una ola de calor peor que la registrada en 2003, y eso se debe a un cambio en la circulación atmosférica y sobre las corrientes de aire que se dan sobre el Océano Atlántico norte. Son varios factores, es todo este juego de flujo de energía de los trópicos hacia los polos, modulado con los sistemas meteorológicos que éstos generan.

—¿Estas variaciones podrían repetirse el próximo año?

R: Sucede que estas temperaturas, tienen bajas probabilidades de ocurrencia. Son fenómenos extremos que ocurren una vez cada muchos años y quizá tengan que pasar varias décadas para que vuelvan a ocurrir. Cómo pueden repetirse de manera inmediata.

PC: Puede que sí y puede que no. Depende de las variables. Y esas variables dependerán de cómo se comporten los océanos y la circulación atmosférica. En los trópicos dominan los océanos. Y en altas latitudes, es la circulación atmosférica la que maneja la superficie de esos océanos. Es decir, hay una suma de corrientes oceánicas encargadas de transportar calor a lo largo del planeta, y algunas de esas corrientes completan su circuito en tres años, y otras en 500. Entonces, de esos movimientos, en parte serán los que determinen los futuros cambios meteorológicos.

CC: Es un fenómeno natural. Con patrones poco comunes, pero tampoco anormales. Es algo que podría reiterarse.

—¿Qué otros fenómenos meteorológicos no obedecen al calentamiento global?

PC: Digamos que hay varios procesos que desconocemos. Pero entre los conocidos están: el Niño, que sucede cada tres o cuatro años en el Pacífico y que afecta a la Argentina, EE.UU., Europa y Africa. Otro menos difundido, como el originado en el Océano Indico; y un fenómeno nuevo, denominado el Niño Atlántico, de comportamiento aperiódico. Puede ocurrir cada dos años y luego repetirse cada diez.

—¿Es posible colaborar con los procesos naturales y evitar un mayor impacto ambiental?

PC: Lo que es propio de la naturaleza no se puede evitar. El problema son los cambios que introduce el hombre, como ser la degradación de suelos (el caso de las sequías en Bahía Blanca), o la deforestación en Brasil, Paraguay, Argentina y Bolivia para no acelerar los procesos. Evitar la acumulación de GEI, que sube la temperatura atmosférica y la del mar, aumenta la cantidad de vapor en la atmósfera y cuanto más vapor se genera allí, más inestable se vuelve. Es una mezcla de acciones humanas y naturales complejas.

Víctimas en toda la región

Las malas condiciones meteorológicas hicieron estragos en el Cono Sur y provocaron la muerte de más de 100 personas. Causaron también daños en cultivos y la muerte de animales. En el sur de Chile se declaró la emergencia agrícola y en la Ciudad de Buenos Aires se vivió un caos aéreo con la cancelación o suspensión de decenas de vuelos regionales en el aeropuerto Jorge Newbery, justo en el comienzo de las vacaciones invernales. En total, 45 personas perdieron la vida en todo el país por las bajas temperaturas: 12, por el frío y 33, intoxicados con monóxido de carbono. La mayoría de los muertos por hipotermia eran personas indigentes que vivían en las calles de Capital Federal y de Buenos Aires, Corrientes, San Luis, Misiones, Chubut, La Pampa y Jujuy.

Según la Red Solidaria, en la Ciudad de Buenos Aires “hay unas 1.400 personas durmiendo en las calles, mientras en todo el país suman unos 20 mil en esa situación. El 60% de ellos son varones de entre 35 y 55 años”. También, en el sur de Brasil, la ola de frío polar provocó la muerte de cinco personas por hipotermia. La temperatura descendió a los -5,7 grados en la ciudad General Carneiro. En Bolivia, el frío causó 18 muertos. En Uruguay, se registraron dos fallecimientos. Y en Perú, murieron 42 niños en el altiplano andino, donde las temperaturas alcanzaron 23 grados bajo cero en la zona de San Antonio de Putin, situada a más de 4.500 metros sobre el nivel del mar.

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Autor: Marina Pagnutti
Fuente: Diario Perfil 24/07/10

 


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