La cultura no es tortura
Cristina del ValleHace algún tiempo conocí el trabajo del veterinario español Albert Sordé y el de otros profesionales comprometidos con el respeto y los derechos de los animales, especialmente de los toros. Sordé es profesor en la universidad de Barcelona y director y cofundador de SOS Galgos, director de la clínica veterinaria Tres Vet y fue miembro y tesorero de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona. Es uno de los profesionales más involucradosen la defensa y protección de los animales y que más ha denunciado el bloqueoen este país de las leyes de protección animal y su aplicación por losintereses de grupos de poder relacionados con la tauromaquia y la caza. Estaminoría influyente ha tenido la complicidad de los dos partidos mayoritarios,PSOE y PP, y han puesto a este país en la cola de los países menosdesarrollados en lo que respecta a legislación, derechos y respeto animal.Albert elaboró un trabajo espléndido sobre el sufrimiento físico de los torosdurante las corridas. Afirmaba que, tras salir a la plaza y después de haberburlado al animal con el capote, el picador le clava la lanza, que le destrozalos músculos además de vasos sanguíneos y nervios, abriéndole agujeros de taltamaño que pueden hundirse la banderillas. Están terminadas en forma de arponeso ganchos de acero cortante y punzante de entre seis y ocho centímetros delongitud. Son clavadas en el lomo y quedan enganchadas en la carne,desgarrándola. Más tarde, se atraviesa al toro con el estoque, espada de 80centímetros que, según el lugar del cuerpo por el que penetre, destroza elhígado, los pulmones, etc. Cuando la espada le corta la gran arteria, el toroagoniza con enormes vómitos de sangre que se brotan por la boca y la nariz.El toro, en un intento desesperado porsobrevivir, se resiste a caer y, por su gran memoria, suele encaminarse a lapuerta por la que le hicieron entrar en ese maldito lugar, llamada puerta dechiqueros. El animal busca la salida, creyendo que por ahí podrá volver alcampo, huyendo así de tanto maltrato y dolor. Pero sus verdugos le apuñalan lanuca con el descabello, otra espada, que termina en una cuchilla de diezcentímetros. A pesar de tan terribles tormentos, el animalno suele morir, por su gran potencia física, pero finalmente cae al suelo,porque el estoque le ha ido destrozando los órganos internos mientras losayudantes del matador, con las capas, le hacen girar al toro a izquierda yderecha, cortándole la espada con estos movimientos sus órganos internos.Cuandocae al suelo, le clavan en la nuca la puntilla, un puñal de diez centímetroscon doble filo. Con el puñal le hurgan en la nuca, intentando cortarle lamédula espinal en el espacio entre las vértebras cervicales. El toro queda asíparalizado, sin poder realizar siquiera movimientos con los músculosrespiratorios, por lo que finalmente se asfixia, boqueando desesperadamente unay otra vez, intentando que el aire le penetre en los pulmones. Por último, conel animal aún con vida, se le suelen cortar las orejas y los testículos con uncuchillo. ¿En nombre de qué cultura se defiende esta barbarie que nos denigra atod@s? No hay títulos de heroicidad ni de valentía para quienes realizan elacto más salvaje, cobarde y brutal que se pueda cometer contra un animal. ¿Cómose puede disfrutar con el espectáculo de la sangre, el dolor y la tortura de unser vivo? Fuera para siempre de este país el horror y la vergüenza de lascorridas de toros y llenemos las plazas de los pueblos de arte, de música, dedanza, teatro, belleza, ternura y respeto por la vida.
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