Marquesa de Mantua, Isabella d'Este convirtió su corte en la más refinada de la Italia del Renacimieno. Mujer culta, inteligente, elegante y apasionada por el arte, se convirtió en una importante mecenas y dirigió su marquesado con gran rigor político. Amiga de grandes pintores, murió con la espina clavada de no ver terminado su retrato de la mano del gran Leonardo da Vinci.
En la corte de FerraraIsabella era la hija mayor del duque de Ferrara, Ercole I d'Este y Leonora de Nápoles. Tras ella nacerían cinco hijos más de los duques, pero Isabela fue siempre considerada como la favorita.
A su inteligencia natural se sumó una excelente educación. Desde pequeña traducía del griego y el latín, conocía la historia de Roma, los textos clásicos, era virtuosa del canto y deleitaba a su familia con el laúd.
Isabella estuvo desde siempre rodeada de eruditos, escritores, músicos, pintores, que llegaban a la corte de Ferrara. La joven no tenía reparos en mantener conversaciones con todos ellos deleitando con su inteligencia y su diplomacia.
En la corte de MantuaAdemás de ser inteligente, Isabella era una joven bella. Con 16 años se casaba con Francesco II Gonzaga, marqués de Mantua, conocido por su fealdad. Pero eso a Isabella no le importó. Su inteligencia, caballerosidad y valentía compensaban su aspecto físico. Así, durante los primeros años de su matrimonio, los marqueses de Mantua fueron una pareja feliz y convirtieron su corte en la más refinada de toda Italia.
En ella se dieron cita pintores de la talla de Tiziano o Rafael, hombres de letras, cabelleros destacados. En su papel de mecenas, Isabella trabajó para consagrar a los artistas que en aquel momento destacaban en su arte. Fue varias veces retratada por grandes pintores. Uno de ellos, Leonardo da Vinci, empezó un retrato suyo que no llegó a terminar, pese a la insistencia de la marquesa.
Además de su papel de mecenas y anfitriona de la corte, Isabella tomó las riendas del marquesado en varias ocasiones. Su marido se ausentaba a menudo para cubrir los numerosos frentes que se abrían en la Italia de los estados. En 1509, estando a la cabeza de la liga de Cambrai contra los invasores franceses, Francesco fue capturado. Cuando tres años después pudo volver a su tierra, comprovó con celoso desagrado, que su esposa había dirigido sus dominios con gran efectividad.
Dolida por la actitud de su esposo, la pareja se empezó a distanciar hasta el punto de que Isabella marchó en varias ocasiones a Roma para volver definitivamente a Mantua tras la muerte de su marido y la subida al poder del marquesado de su hijo Federico II.
Hasta su muerte en 1539, Isabella asumió un importante papel político en el marquesado al lado de su hijo.
Si quieres leer sobre ella
Los cisnes de Leonardo, Keren EssexGénero: Novela histórica
Una preciosa novela sobre la vida de Isabella y su hermana Beatrice