LA DANZA DE LA VIDA, 1900-OSLO,GALERIA NACIONAL
En 1897 en el Salón de los Independientes, Edvar Munch pintor noruego nacido en 1863, asombró al público con el expresionismo angustiado que se desprendía de sus “Dieciocho cuadros extraídos de la vida moderna del alma”, serie reagrupada a su vez bajo el título “El friso de la vida”.En 1900 en Oslo dio a conocer un importante lienzo “La Danza de la Vida”, que se presentó como una síntesis de las obras expuestas en el Salón tres años antes y del que se desprendía las mismas obsesiones llevadas a una tensión aún mayor.En él se encuentran de forma especial las tres figuras emblemáticas que cristalizan su visión de la mujer. A la izquierda, rubia y vestida de candor, la Virgen, icono de la pureza y la inaccesible inocencia, a la derecha, nocturna, inmóvil ante un destino resignado, la Madre, sirvienta muda y paciente. Entre estos dos personajes estáticos se encuentra atrayendo a un hombre a su baile perverso, la figura rojiza de la mujer-vampiro, que encarna la seducción fatal y la sensualidad devoradora.En un segundo plano, bailan algunas parejas sin demostrar alegría alguna ante un sol que se pone. Su silueta evoca la de un mesías que se retirara inoportuno o incapaz de reavivar esa fría desesperación