Revista Deportes

La de Padilla se suma a una extensa lista de cornadas en la cara

Por Malagatoro

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Cogida mortal de Granero. Imagen histórica que, según el fotohistoriador Publio López Mondéjar, tomó el fotógrafo Alfonso Sánchez García de Pocapena volteando al diestro, que quedó en el aire cabeza abajo. El resto de la secuencia no llegó a verse en fotos.


La primera, y más grave, cornada que se viene a la mente después de la tremenda cornada sufrida por el Ciclón de Jerez en Zaragoza nos remonta a 1922. El 7 de mayo perdía la vida en Madrid Manolo Granero. En este festejo, cuarto del abono madrileño, en el que confirmó su alternativa Marcial Lalanda, hubo tres toros del marqués de Albaserrada y tres de Veragua. El quinto, de nombre Pocapena era veragüeño, cárdeno bragao, con trapío y astifino, de condición manso y burriciego. Manolo Granero inició la faena de muleta citando a distancia, aunque para los aficionados que presenciaron la tragedia lo hizo demasiado cerca de tablas, pues el toro tenía querencia a las mismas. Efectivamente, se venció, prendió por un muslo al torero y cuando cayó lo corneó ferozmente hasta el estribo y un pitón entró por el ojo derecho del matador. Cogida espeluznante y muerte. El parte facultativo refleja, aun en su laconismo, el horror de aquella tragedia. Decía así: "Cornada en región orbitalina derecha, con fractura del fondo de esta cavidad, sigue por fosa cerebral media atravesándola en toda su extensión, destrozando la masa encefálica; fractura de los huesos frontal, etmoides, esfenoides, parietal, temporal, maxilar superior y malar, con desprendimiento de partes blandas del pericráneo, desde la órbita, y procedencia de gran cantidad de masa encefáfica, con fractura igualmente del cráneo, que da comunicación con esta cavidad, y de ésta, con faringe. Mortal de necesidad. Otra cornada en cara anterointerna del muslo derecho. Entró en la enfermería en estado agónico y el torero falleció instantes después".

Es famosa la del torero romántico Manuel Domínguez Desperdicios, a quien el 1 de junio de 1857, en El Puerto de Santa María, el toro "Barrabás", de Concha y Sierra, le vació un ojo, que le quedó colgando. Cuando se incorporó no pudo pasar a la enfermería, pues ante ella se había entablerado el toro, y El Tato, ni lograba sacarlo de la querencia, ni darle muerte. Domínguez, que tenía también otra cornada en la boca, se desangraba, y en la espera -que duró no menos de siete minutos- se arrancó el ojo que le colgaba, exclamando "¡fuera desperdicios!", de donde le vino el apodo. Sin embargo, otros afirman que el apodo de "Desperdicios" le sobrevino al torero cuando el diestro Pedro Romero se fijó en el en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla y comentó: "ese muchacho no tiene desperdicio". Con papeles se taponó las heridas, y al parecer esto fue lo que le salvó la vida. Noventa días más tarde, volvía a torear.

El 25 julio de 1943 en Santander,  Pepe Luis Vázquez ve deformada parte de su cara después de que un toro le infiriera una tremenda cornada en pleno rostro. Debido a esta grave cogida permanece inactivo el resto de la temporada; además, esta cornada marcaría su carrera.

El 12 de mayo de 1983 en la Maestranza de Sevilla, Lucio Sandín actuaba en una novillada de Baltasar Ibán. Completaban el cartel el catalán Manolo Martín, quien hizo su presentación en esta plaza, pero que ocupaba el primer puesto en el orden de la lidia y Morenito de Jaén, que era el tercero.Sandín inició la faena de muleta al segundo novillo, de Ibán, "Santanero", de 433 kilos, con un pase cambiado, siguió con una tanda de estatuarios, rematada con dos trincherazos y, cuando estaba toreando en redondo, se produjo la cogida. Al rematar el tercer pase, el novillo, que estaba desarrollando sentido, le derrotó. En el cuarto se le coló y le arrolló, al darle con el hocico en el abdomen. Sandín salió trompicado, trastabillando hacia atrás, hasta que al cabo de cuatro o cinco pasos cayó de espaldas. El toro hizo por él y le tiró un solo derrote, con tan mala fortuna que le alcanzó en el ojo. Según manifestó después su mozo de espadas, estaba plenamente consciente y gritaba "¡Me ha arrancado el ojo, me lo ha arrancado!". Lamentablemente así era, el toro lo había arrancado completamente. Felizmente se descubrió que aunque existía una pequeña fractura interna del cráneo, el cerebro no se había dañado.

El 8 de abril de 1997, en la tercera corrida de feria, el drama planeó sobre La Maestranza por una cornada al matador Franco Cardeño que le infirió un toro de Tomás Prieto de la Cal. Fue a portagayola y le arrancó la mejilla derecha desde el mentón al párpado.

En pleno San Isidro, el 21 de mayo de 2010, el cuerno de un burel de Juan Pedro Domecq entraba por el cuello de Julio Aparicio y salía por su boca atravesando la lengua hasta el paladar y fracturando el maxilar superior. La embestida del primero de su lote le sorprendió a mitad de la faena de muleta, cuando iba a probar el toro por el pitón izquierdo. Después del primer muletazo se tropezó con los cuartos traseros del toro, se cayó y, cuando se estaba levantando instintivamente, el toro le infirió la espeluznante cornada.

Esta misma temporada, Miguel Abellán, sufría una herida en la boca con pérdida de varios dientes al matar un astado en la Feria del Aniversario. Todo ocurrió cuando Abellán se dispuso a terminar con la vida del toro de Mari Carmen Camacho. Entonces, tras un pinchazo, el diestro entró de nuevo a matar y justo al salir del embroque, el toro le empitonó en la boca.

Fuentes:

Joaquín Vidal en El País

José Forés LaHoz. Cogida y  muerte de Granero

Manuel Morales en El País


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