El principio que afirma que para que una economía vaya bien es necesaria la inflación es una falsedad, un error interesado. La deflación o que las cosas cuesten menos es el resultado real de un mejor conocimiento de cómo funcionan las cosas, de como ser más productivo. Los defensores de la inflación suponen que si el consumidor se da cuenta de que las cosas tienden a bajar nunca consumirá ni gastará su dinero, porque éste tiende a apreciarse por el hecho mismo del aumento de la productividad, y obligar cada vez a ser más productivo en para dar mejores precios.
La conclusión es contraria, con una mercancía líquida clara que tienda a apreciarse, la tendencia es que los bienes que más se necesitan lleguen al máximo número de personas, ¿por qué? porque la forma de vender más rápidamente las productos son aquellos que más se necesitan, y cuando cierto nivel de productividad en estos sectores ya no es rentable, entonces se derivarán a otros. Los otros bienes serán adquiridos por la productividad relativa de cada población.
Otra posible conclusión es que visto así un patrón monetario claro es mejor forma de justicia distributiva.