Revista Cultura y Ocio
Por María Fidalgo CasaresDoctora en Historia del Arte
Pese a lo reciente de su ejecución y presentación en Sevilla, con toda probabilidad “La Degollá” se convertirá en una de los obras míticas de Ferrer-Dalmau.
Conocido con el sobrenombre de “El pintor de batallas”, el pintor catalán (Barcelona 1964) es en la actualidad el artista más mediático y de mayor proyección internacional y máximo representante de la pintura histórico-militar.
El episodio histórico
Cualquier escena pintada por Ferrer-Dalmau se convierte en patrimonio iconográfico de la Historia de España, porque supone una gran revalorización de los episodios que elige. Con esa tendencia romántica que le caracteriza de recuperar episodios heroicos poco conocidos, se ha centrado en una batalla: "La Degollá" que tuvo lugar en Miajadas, un pequeño pueblo de Cáceres que demostró la fiereza y bravura de los Dragones de Almansa.
El 21 de marzo de 1809, dado el devenir de la contienda, el general Cuesta ordenó en Extremadura la retirada general. La caballería francesa acosaba la retaguardia española. El día 21, cerca de Miajadas, habiendo observado que el X regimiento de cazadores extremaba la persecución, los regimientos del Infante y dragones de Almansa decidieron dar la vuelta y plantarles cara: era matar o morir. Cargaron por un flanco a los escuadrones enemigos, con tanta furia que los pusieron en fuga, causándoles gran cantidad de bajas. Envalentonado por esta pequeña victoria, poco más que una escaramuza pero que pudo convertirse en crucial para el desarrollo de la guerra…el general Cuesta decidió presentar nuevamente batalla aunque los Dragones serían masacrados y ninguno sobreviviría.
Análisis artístico de la escena
En esta escena, el artista ha prescindido de uno sus puntales, para realizar sus obras "sublimes": el horizonte. Poco valorado por el gran público, que se obnubila por la potencia de su figuración, el paisaje es crucial en los lienzos de Dalmau, les imprime una carga existencial y emocional difícil de definir. Sin embargo en La Degollá, el paisaje es inexistente. Obviar la representación del escenario le confiere el valor añadido de que la escena pueda extrapolarse a cualquier guerra y cualquier lugar, pero el foco queda centrado con exclusividad en la figuración. En este caso, una carga de Caballería de más de una veintena de jinetes, algunos perfectamente definidos, otros atisbados entre el polvo en suspensión y apenas esbozados.
Sin personalidades destacadas, los soldados, este puñado de dragones, serán los únicos responsables y merecedores de la victoria en esta pequeña batalla de Miajadas.
Todos espléndidos, plasmados con una desmesurada complejidad técnica en disposición y actitudes, tanta que podríamos calificarla de todo un "ejercicio de virtuosismo" y que muy pocos artistas en el mundo podrían afrontar con solvencia.
Un cielo encapotado le impide jugar con las sombras -apenas se abre un claro-. Las gamas terrosas y azules del cielo articulan un excepcional fresco de nubes y partículas en suspensión, un lecho de polvo provocado por el galope imperioso de la caballería, que desdibuja las siluetas de los jinetes que suceden a los del primer término. Los puntos calientes encarnados se distribuyen a cuentagotas en una composición prácticamente lineal, algo muy poco habitual en Ferrer-Dalmau, pero que el autor elige de forma consciente para acentuar el “ efecto avalancha” y donde dominan como siempre como siempre -resabio del paisajismo catalán- la gama cromática de ocres, tierras y negros.
La potente vistosidad de casacas, uniformidad y armamento así como de de los magníficos ejemplares ecuestres pasa a un segundo plano, supeditada a la fiereza y bravura que exhiben los dragones.
Tanto soldados como caballos miran retantes al espectador con arrogancia. Con soberbia pictórica, Dalmau ha huído de individualidades y ha cedido el primer término a un enemigo al que sitúa de espaldas. La grupa de su caballo se muestra insultantemente hermosa y deja ver todos los aperos de su montura definiéndolos, como es habitual, con minuciosidad preciosista, recortado ante el suelo pedregoso, que pinta rozando el hiperrealismo y que es, uno de los ítems de sus producciones.
El espectador no puede permanecer ajeno a lo que sucede ante sus ojos, y queda atrapado por la escena, y pese a la empatía que puedan transmitirle los soldados del bando compatriota, físicamente se siente arrollado por ellos a la vez conmovido por la magnificencia de la obra de arte.
Aunque ya se presupone el valor de los cuadros del pintor como documento histórico, no está de más recordar el gran rigor en la ambientación, uniformidad y armamento que exhibe La Degollá, así como el aporte del escritor Arturo Pérez-Reverte, espectador de lujo de sus creaciones.
Ferrer-Dalmau y la mirada del soldado
Pese a que se le tilde de excesivamente académico, hay algo que le diferencia por completo de los pintores del XIX que plasmaban las guerras como escenas de salón o que dejaban al espectador observando desde el patio de butacas. Dalmau -algo que también consiguió Goya en sus Fusilamientos y la Carga de los Mamelucos- tiene la mirada moderna de reportero de guerra que consigue que el espectador se convierta en partícipe de la contienda y que no sienta que la observa desde fuera, sino que le confiere la capacidad de vivirla, en este caso literalmente “a los pies de los caballos” y que le sobrecoja el cuerpo pisoteado de un soldado pintado en un violento escorzo.
El pintor, más que una mirada periodística, prefiere pensar que su visión es una mirada de soldado, y que él al pintar se convierte en uno más… No los retrata, se transmuta con sus pinceles en uno más de ellos. Eso es modernidad, toda una perfomance visual y emocional.
El cuadro reúne una conjunción de valores que lo distinguirán como obra maestra: imbatible excelencia técnica, ingente potencia visual, interactuación sensitiva con el espectador y esas ambivalencias de épica y romanticismo, academicismo y modernidad tan exclusivas del "Estilo Ferrer-Dalmau" que en La Degollá se muestran en grado superlativo.
Por ello, y, sin lugar a dudas, junto al Milagro de Empel, Rocroi, y el Camino Español, cuadros míticos del autor muy presentes en la actual historiografía, La Degollá hará Historia.