Como parte de los cambios que iré implementando poco a poco en el bLogdemiguE están que éste aunque mantendrá su esencia se verá enriquecido con post más regulares y de más amplia temática.
Antes -aunque lo sigue haciendo- el bLog fungía como un blog sobre religiones desde un punto de vista neutral y tolerante... ahora la definición del mismo sería más bien: el blog de un estudiante y apasionado por las religiones, su entorno, su historia así como la crítica a fanatismos y radicalismos y, al mismo tiempo, un espacio de expresión más amplio para mí como futuro Lic. en Ciencias Religiosas desde una óptica filosófica, antropológica y religiosa.
Dentro de estos cambios está la colaboración -retomar- semanal con el blog Filosofía en la Red así como un rediseño tanto del blog como de mi sitio personal. A su vez, compartir en este espacio de la web (el blog) mis trabajos tanto en otros sitios como los exclusivos para el bLog de miguE.
Con el paso de los días el hashtag #JeSiuisCharlie [#TodosSomosCharlie] se volvió la bandera de apoyo a las víctimas -de los atentados- pero, sobretodo, se convirtió en un grito mundial en pro de los derechos democráticos frente a grupos o ideologías fundamentalistas.
Éstos últimos días Charlie Hebdo ha vuelto a ser atención mundial. ¿El motivo?: la publicación de una viñeta que se mofó de las víctimas del sismo del veinticuatro de agosto [dos mil dieciséis] de seis puntos dos grados de magnitud en Italia que dejó, entre otras muchas cosas, más de trescientos muertos.
¿Seguimos siendo todos Charlie Hebdo?
La reacción en cadena que provocó el semanario francés no se hizo esperar. El mundo se cuestiona sobre qué tan políticamente correcto fue hacer dicha mofa, si la libertad debe de tener un límite... y si al ponerlo se caería en la tentación de censurar.
Quise hacer esta introducción - quizá fuera de contexto pero al mismo tiempo parte de- para dar pauta a un caso que sucedió en mi país, México, en donde se nos dice que tenemos libertad de expresión.
En días recientes [ el veintiocho de agosto, dos mil dieciséis] falleció un artista, cantante, autor y, sin duda, un representante de la música mexicana: Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel. En mi blog hablé sobre él y sobre la doble moral que la sociedad mexicana ha encarnado:
¿La causa?: haber ofendido a Juanga, como le decíamos de cariño.
En la polémica columna, que a mi gusto personal fue malinterpretada, el autor calificó al difunto artista como un letrista torpe con una vestimenta que le irrita no por jota sino por naca.
Según Felipe López, ex director de Radio Unam, las lamentables declaraciones -así dijo- no son un tema de libertad de expresión [...] pero viniendo de un director de una televisora pública que pertenece a la máxima casa de estudios del país [...] para algunos sectores las palabras serán discriminatorias por el tono de naco o jotas [...] porque están en contra de los principios objetivos [...] que tienen que estar basados en la tolerancia, respeto y defensa de los derechos humanos.
Y la pregunta del millón... ¿ser funcionario público, ó al serlo, te quita el derecho de expresar tu opinión personal? Creo que no.
¿Costarte tu trabajo? La respuesta, amable lector, para mí es que tampoco. Aunque tengas un cargo, cuál sea que éste fuere, no renunciamos a nuestra identidad y firma personal. Podemos -y debemos- expresarnos como nosotros y, cuando firmemos o declaremos en nuestro cargo, evidentemente, limitaremos nuestro hablar a las políticas de la institución a la que pertenecemos.
Nicolás Alvarado publicó como Nicolás Alvarado no como director de TV UNAM. Y así como criticamos a los fundamentalistas islámicos de no tolerar burlas hacia Alá y su profeta defendiendo a Charlie Hebdo debemos aceptar que aunque raye en lo indecente la burla al sismo de Italia, a un ídolo como Juanga o a una tragedia como el accidente de Malaysia Airlines... la libertad no debe de ser acotada porque aunque es una línea muy delgada se tiene el riesgo de censurar, y por tanto, en caer en totalitarismos.
Y eso sí sería una verdadera desgracia.