¿Se levanta por las mañanas y le sale un Guten Morgen ante el espejo? ¿Mira a sus conciudadanos y le dan ganas de llamarles derrochadores? ¿Le parece que sus vecinos van adquiriendo cara de cerdo? No se preocupe, está siendo poseído por el espíritu del gobierno alemán.
En Alemania y otros países del norte de Europa, se repite de forma cansina un relato de la crisis que culpa a los países “despilfarradores” y que otorga una superioridad al país germánico que legitima su poder de veto sobre el futuro de la Unión Europea. Un alto cargo del partido de Angela Merkel, la CDU, lo expuso claramente: “De repente, en Europa se habla alemán” (sobre todo en Mallorca y en las instituciones de la UE). La nueva relación deudora que mantienen los países “rescatados” se pone por delante de la democracia en Europa: no hay ciudadanos europeos iguales que deciden sobre la construcción europea, sino relaciones jerárquicas entre distintas nacionalidades. Los fantasmas de Europa vuelven. La deudocracia es una relación política que nos impone cambios legislativos y presupuestarios en contra de nuestra voluntad y que nos impide hacer propuestas en el diseño de la Unión.
¿Es legítima esa deuda? ¿Tienen razón las élites alemanas y no somos más que PIIGS? ¿Estrangular las economías del sur es una buena solución? ¿Cómo se saldrá entonces de la crisis? Los Eurobonos o la compra de bonos por parte del Banco Central Europeo desde 2008 hubieran disminuido o hecho innecesario (al eliminar la incertidumbre y la especulación y, por lo tanto, la consiguiente subida de las primas nacionales) el rescate de Grecia, Portugal, Irlanda y España. Nos hubiéramos ahorrado cientos de miles de millones de euros para la UE y para los países “rescatados” que se hubieran podido invertir en salvar a la ciudadanía y no a los bancos. Los rescates son un secuestro, porque imponen condiciones de ajuste que no llevan a ningún lado. También son una estafa: si los rescates hubieran sido al 1%, que es la tasa a la que presta el BCE a los bancos europeos (incluidos el Deutche Bank o el Commerz), reduciría enormemente la deuda de los países rescatados. Se supone que el gobierno alemán debería saber que existe un punto de no retorno de la deuda, que sigue creciendo hasta que los países no son capaces de devolverla; y que los bancos alemanes están hundidos hasta el cuello con la deuda griega, irlandesa y española. La pregunta que cualquier europeo debería hacerse es la siguiente: “What the fuck is Germany winning?”
1. Un relato nacional-populista de la crisis
Cuando Alemania dice “es culpa de los países del Sur”, por un lado está ocultando la interrelación económica de la Unión Europea y el gobierno despótico de las finanzas; y, por otro, legitima la eliminación de derechos sociales y laborales puesta en marcha en Alemania desde 2003, primero por el canciller Schröder con la Agenda 2010, y después con Merkel.
Ponerse como ejemplo de austeridad y rigor (en contra de los hechos) legitima las políticas de las élites alemanas, siempre dispuestas a un férreo control de la mano de obra, nacional e inmigrante. Al defender la austeridad en Europa, defienden los recortes de derechos en Alemania. Recordemos que allí ya no existe salario mínimo, se subvencionan empleos con dinero público (mini-jobs), los salarios reales están en descenso desde hace ya muchos años, y aumentan las desigualdades y el número de trabajadores pobres. Imponer estas medidas neoliberales en Europa parece consolar por los derechos perdidos en la propia Alemania: “Lo hicimos antes y era lo correcto”.
Pero, además, hay que entender que si el Estado alemán puede seguir costeando políticas sociales y unas estrategias corporativas y sindicales que las políticas de austeridad prohíben en media Europa, es porque arruina directamente a los países periféricos. Muchos capitales se refugian en el bono alemán, lo que hace que Alemania se financie a tasas cercanas al 0 % y dispare las primas de riesgo de los PIIGS, que se calculan con respecto al bono alemán. Recordemos que las primas de riesgo son un asunto relacional, cuanto más suben para Grecia y España, más bajan para Alemania. Así de simple, arbitrario e injusto. Por supuesto, cualquier proyecto de mutualización de la deuda, como los Eurobonos o las compras de deuda a los PIIGS por parte del BCE para aliviar la prima de riesgo, es rechazado por Alemania. A fin de cuentas, el gobierno alemán evita su crisis interna a costa de los países periféricos.
2. ¿PIIGS?
Por otra parte, si la culpa es de los países del sur no se entiende de dónde sacaron el dinero para, en el caso del milagro español, una gigantesca burbuja inmobiliaria. ¿No llegaban los capitales del resto de Europa? ¿No invertían esos capitales, como vienen haciendo desde el franquismo, en ladrillo en la costa? Los bancos alemanes alimentaron los precios inflados y financiaron operaciones bancarias suicidas. Esos préstamos además aumentaron la capacidad de compra de españoles, griegos o irlandeses y con ello, las exportaciones alemanas al resto del continente (casi el 72 % de las exportaciones alemanas se quedan en suelo europeo). La (poco democrática) construcción de la Unión Europea ha ido estableciendo especializaciones regionales que han conllevado la transformación de las estructuras productivas de cada país. Eliminar zonas agrícolas y ganaderas fue una exigencia de la entrada de España en la UE. La obligación de desmontar la inmensa mayoría del aparato industrial para no perjudicar a los países centrales, provocó un desmantelamiento industrial en la mayoría de las regiones de España y no una reconversión productiva. Es sumamente injusto criticar desde la UE la especialización productiva en el turismo y la construcción que ha sido animada por sucesivos tratados y fondos de cohesión.
Por último, decir que la culpa la tienen los PIIGS y reactivar todos los estereotipos racistas (vagos, derrochadores, irresponsables…) es un lavado de cara a las políticas europeas que han desregulado el sistema financiero, y a todos los que se han enriquecido gracias a ello y ahora lo siguen haciendo con la crisis de las deudas soberanas. El endeudamiento de los países es un negocio y, a día de hoy, muchos bancos europeos, entre ellos alemanes, siguen obteniendo beneficios prestando caro a los estados un dinero que reciben barato del BCE. Desde 2008 éste ha inyectado mes a mes una cifra que oscila entre los 600.000 millones de euros (el PIB de Holanda) y los 350.000 (el PIB de Grecia) a las grandes agencias financiera europeas en un continuo intento de salvar su deficitaria liquidez (en realidad su insolvencia). Por eso decimos que esto sigue siendo un rescate encubierto de la banca europea, a costa de las poblaciones. La Unión Europea, dirigida por Alemania en representación de los poderes financieros, está jugando la vieja táctica de la utilización de las fronteras nacionales como contenedores de la crisis y líneas de descarga de costes.
3. Deustchland über alles
“En Europa se habla alemán” y un poquito de francés. Sin duda, Alemania y Francia han sido siempre el centro de decisión de la Unión Europea. Desde 2008, y más con la crisis de las deudas soberanas, ese papel rector ha crecido de forma exponencial. Ahora, desde las instituciones menos democráticas de la Unión Europea (el BCE, la Comisión, el Eurogrupo y otros tecnócratas en puestos desconocidos) se prohíben referéndums, se dictan políticas y se ponen presidentes. Con todo, no deja de sorprender que el parlamento alemán sea el que decide cuales serán los ritmos y las modalidades de pago de esa deuda ilegítima que producen los rescates. Mientras, los ciudadanos de los países rescatados no tienen absolutamente nada que decir sobre el asunto. ¿Somos el patio trasero de Alemania? ¿Somos esclavos del desastre bancario? ¿Nuestros políticos son meros intermediarios que se aprovechan de serlo?
Lo que es evidente es que la soberanía de los estados-nación europeos ya no existe. Las decisiones se toman en el Eurogrupo y unas opiniones valen más que otras. No hay democracia en Europa. Y sin democracia en Europa, las élites seguirán culpando a las poblaciones de sus propios desmanes financieros y obteniendo recursos de todos a través del mecanismo de la deuda. ¿Cómo hacer frente al poder de las élites financieras con mayoría en el Reichstag? Los gobiernos de España, Grecia, Portugal, Italia e Irlanda son los eslabones más débiles de la cadena de mando europea. Si se producen cambios de peso en estos países, no cabe duda de que se moverán las fichas del Reich Bankario. ¿Cómo conseguir que en los eslabones más débiles se rompa la cadena? Por un lado, la presión de los mercados y la UE provocan recortes y aumenta la pérdida de legitimidad de los gobiernos. Por otro, las movilizaciones deben jugar un papel central en la democratización de Europa. En Grecia han estado a punto de acabar con el bipartidismo y forzar un cambio en las políticas europeas sin salir del euro. En España, no ha sido posible aún detener los recortes, ni conseguir una democracia real, pese al surgimiento del movimiento 15M y las grandes movilizaciones en educación y sanidad. No desesperemos, la mejor defensa es un buen ataque.
Madrilonia