Revista Opinión

La derecha ataca en Venezuela y Argentina:

Publicado el 18 abril 2013 por Colombatto

Ya está claro que en este continente existe una única oposición política, que opera sobre varios países y que en ningún caso tiene origen en estas sociedades. A veces se presenta como partido político (Capriles-Venezuela) y otras como empresa periodística (Clarín-Argentina y también Cadena Capriles-Venezuela).

Todas las ideologías tienen una parte de verdad y deben respetarse por ello, pero cuando engañan para conquistar adhesiones no merecen que se las respete. Por ejemplo, si dos bandos visceralmente opuestos pregonan honestidad, libertad y democracia y se bombardean con acusaciones, uno de los dos está mintiendo.

En Venezuela hubo elecciones el 14 de abril y el resultado pareciera un empate, con la diferencia de que unos 250.000 ciudadanos inclinaron la balanza a favor de Nicolás Maduro. Esa cantidad es tanto como el número de habitantes de una ciudad mediana (Comodoro Rivadavia, la “capital del petróleo argentino” tiene esa población), o sea que no fue tan pequeña la diferencia, más si la distancia entre el ganador y el perdedor fue de 1.7%.

El sistema de votaciones fue probado una y otra vez previo al día de los comicios, revisado por observadores internacionales y también se le hizo seguimiento durante la aplicación final el día 14. Durante las horas de votación no hubo reclamos que hicieran dudar de su transparencia, pero al iniciarse el conteo electrónico de los votos, cuando la derecha notó la acotada diferencia, ahí empezó a cuestionar los resultados al terminar la jornada.

El día 15 ya estaba en operaciones la máquina de la imposición (”por la razón o por la fuerza”): los diarios de derecha titulaban “fraude”; el gobierno español (el mismo que empujó a la miseria a tantos conciudadanos “manu militari”) reclamaba reconteo de votos y se sumaba el “asesor” de los golpes de estado en el planeta (EE. UU., que desde 1945 lleva 50 exitosas caídas de gobiernos, 30 de ellos mediante bombardeos).

En Venezuela ya hubo resultados reñidos en otras elecciones. El mismo Capriles ganó la gobernación del estado Miranda por pocos votos a favor y Hugo Chávez perdió la reforma constitucional por ajustada diferencia. En ambos casos aceptaron el resultado sin denunciar fraude ni armar escándalos callejeros.

Ahora parece ser que se ha tomado a la sociedad venezolana como punta de lanza para revertir la armonía continental, por medio de las urnas o de la violencia. Así, el día 15 Capriles llamó a movilización (cacerolazo), que provocó atentados contra el Consejo Nacional Electoral (incendios) y el saldo de 7 muertos en las calles. Son las pruebas patentes del modus operandi que aplica la derecha para llegar al gobierno. Lo que está ocurriendo en Venezuela en estos días es idéntico a lo que ya ocurrió en Ecuador y Bolivia: violencia callejera con armas de fuego.

El canal CNN le está dedicando largas transmisiones al motín y el caudillo Capriles emite declaraciones y reportajes con excesiva frecuencia presentando “pruebas” de un fraude que sólo respalda con papeles impresos por cualquiera que tenga una computadora. Así, con grandes letras muestra número de mesas electorales irregulares y dice que sus representantes fueron expulsados con armas de fuego, pero evita cualquier denuncia formal en la justicia, o sea que sólo difunde versiones sin sustento por medio de la prensa de derecha, esa misma que difundió una fotografía antigua sobre quema de votos, pero que la hizo pasar como prueba actual.

El gobierno le responde a estos inventos pero obviamente esa prensa comprometida con el operativo desestabilizador no difunde la versión oficial, metodología que los argentinos ya conocemos y observamos a diario también en nuestro país.

Actuar así es lisa y llanamente una provocación para que la sociedad venezolana se enfrente en dos bandos y, ya sabemos que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, porque sabemos que los caudillos de derecha jamás se ponen a la cabeza de la gente en estas supuestas defensas de los derechos, sino que mandan a los poco pensantes como fuerza de choque. Dicho de otra manera, los pescadores de derecha jamás se meten en río revuelto (revuelto por ellos), y el caso más visible en Argentina es que los promotores de las marchas antigobierno nunca están en ellas (la dirigencia del Grupo Clarín o sus periodistas-voceros).

Ahora, analizado el origen de este principio de guerra civil o golpe de estado, somos muchos los sorprendidos con este resultado electoral tan acotado en proporción a los pronósticos de días anteriores, cuando se esperaba por lo menos unos 10 puntos de diferencia entre los competidores.

Es tiempo de evaluar los motivos: por un lado, Capriles en los últimos días copió mensajes, promesas y ademanes del chavismo, que obviamente confundieron al electorado. Por el otro, Maduro no apuntó a captar votos disidentes sino a reforzar la imagen del desaparecido Hugo Chávez, error que tiene que haber surgido en los asesores de campaña.

En ingeniería civil, fisurar una represa es anuncio de catástrofe y se debe actuar muy rápido para evitar pérdidas gravísimas. El gobierno venezolano advierte sobre las intenciones de golpe de estado y a la par el gobierno ecuatoriano está convocando a los presidentes de UNASUR para hacerse presente este día 18 de abril en respaldo del gobierno legal votado el día 14.

Entiéndase que los golpistas han perdido terreno en Suramérica y están buscando cualquier resquicio para reinstalar gerentes bajo su mando en estos países.

En Argentina, su operador más importante es el Grupo Clarín, que convoca marchas callejeras vez que siente peligrar sus privilegios. Hace tiempo que esa empresa dejó de ser informativa para operar como opositora al gobierno que no le conviene a sus intereses. El periodismo -por definición- debe informar y cuestionar, pero no fijar posición política. Es exigencia la objetividad, que casi ha desaparecido en nuestro país.

El clásico método de engaño que usa la derecha sobre la población cautiva, lo reflota el Grupo Clarín vez que el gobierno democrático hace peligrar sus prerrogativas. Ninguna derecha defiende la libertad y la democracia, siendo el modelo yanqui la prueba más contundente desde que acabó en su territorio con todo pensamiento de izquierda y persiguió con las armas a cualquier disidente y librepensador en los países que cayeron bajo su control.

Ninguna derecha defiende la libertad y la democracia, pero usa y abusa de estas palabras vez que peligra su control sobre la población. Así, ante el peligro de que se acabe su control sobre los jueces en Argentina, han convocado a una marcha pública para el 18 de abril (con tanta celeridad y por iguales causas que la marcha del 8N) bajo el engaño de que peligra “la libertad, la democracia y la justicia independiente”. En la objetividad más pura, están soliviantando al pueblo porque peligra el control que aún tienen sobre la justicia y el boicot cotidiano contra este gobierno que votó el pueblo. Aquí estamos viendo igual procedimiento que en Venezuela: no reconocer la voluntad de los votantes y mandar a las calles en horda a quienes carezcan del conocimiento de sus intenciones mercantilistas y extracontinentales.

Suramérica está en guerra desde hace años. Cada gobierno tiene notables diferencias ideológicas y metodológicas con sus vecinos, pero casi todos han surgido de bases autóctonas, nativas, y ese es el origen de la lucha en común, o sea enfrentarse a la dominación de EE. UU. y en general del capitalismo de derecha que hoy somete al pueblo europeo.

Redacto estas líneas cuando ya el gobierno de España ha corregido sus primeras declaraciones y aceptó reconocer al gobierno democrático de Nicolás Maduro, y cuando la totalidad de los gobiernos suramericanos declararon respaldo incondicional a este mandatario. Sin dudas que UNASUR está actuando con fortaleza replicando la estrategia que aplicaron San Martín, Simón Bolívar, Sucre, Artigas y tantos otros próceres que se asociaron para consolidar la independencia del subcontinente expulsando a los imperialistas españoles. Hoy la unión es para expulsar a los imperialistas norteamericanos y para ello también necesitan mantenerse unidos porque “juntos somos más”.

Estamos en guerra y como siempre hay gente que no se da cuenta de todo lo que está en juego, por eso algunos critican a Maduro o Cristina, cuando en el fondo ellos son apenas escalones del proceso, que obviamente continuará con los presidentes que les sucedan en democracia.

En Venezuela la derecha se oponía a Hugo Chávez. Murió Chávez y ahora se oponen a Maduro. En Argentina se oponen a Cristina y en un futuro mediato se opondrán a quien la suceda si nuevamente sienten peligrar su control sobre los medios y la economía. El lector debería buscar en Internet la página del diario Ultimas Noticias y observar qué dice en las últimas líneas. Allí encontrará que la familia Capriles controla la prensa venezolana igual que el Grupo Clarín lo hace en Argentina. ¿Casualidad? Luego dicen que las redes sociales movilizan al pueblo ¿Me quieren tomar por idiota?

No. Las demostraciones de fuerza callejera no buscan libertad ni democracia. Buscan derrocar gobiernos para instalar gerentes de sus políticas extractivas al estilo Chile con Piñera. No es casual que en estos días hayan evitado resaltar el patriotismo argentino en el conflicto por Malvinas y le hayan dispensado más espacio al fallecimiento de Margaret Thatcher. En 2012, por medio del vocero Jorge Lanata, propusieron plebiscito de los kelpers, que finalmente aplicó el gobierno británico.

Valgan estos ejemplos para comprender que los opositores a los gobiernos nativos están seriamente comprometidos con quienes nos han robado territorio, capitales y libertades, porque de igual manera desprecian el reclamo boliviano por su salida al mar, etc., etc.

En Miami festejaron la muerte de Hugo Chávez, así como en Washington festejaron la muerte de Allende y en el histórico Buenos Aires la muerte de Mariano Moreno.

En la marcha del 8N en Buenos Aires cortaron la electricidad en buena parte de la ciudad para caldear los ánimos e incrementar manifestantes. El día posterior a las elecciones en Venezuela, luego que Capriles convocara a un cacerolazo, también sabotearon instalaciones eléctricas en Caracas. ¿Casualidad? Las evidencias dicen que esta metodología es parte de su “Manual de operaciones”.

Un consejo final: no dejarse usar. “El crimen no paga”. La derecha tampoco. Al contrario, cobra cuando privatiza.

No dejarse usar.

Luis Colombatto


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