En España es muy difícil que exista un consenso a nivel nacional contra la derecha, pero ya va siendo hora de generar esos consensos. Si alguno de nosotros llegara a comparar, por poner el ejemplo, a un miembro del Instituto Juan de Mariana con un racista neonazi, probablemente la reacción sería de sorpresa o bien oposición total. ¿¿Racista yo?? Pero si yo soy liberal, defiendo las fronteras abiertas y todo!” Sin duda, la gente en general que no sepa nada de historia ni de ideologías me tacharía de loco o exagerado. Pero es que el racismo no siempre es odiar a una persona con un tono de piel distinto ni mucho menos entrar en una iglesia y asesinar a todos los presentes como hizo el chico norteamericano de origen sureño anglosajón hace un tiempo en una iglesia para gentes de raza negra. Muchas veces el racismo se manifiesta en las distintas formas que algunas personas descartan la experiencia de otros, como si fueran nada, borrando totalmente esas experiencias y tratándolas como basura irrelevante.
En España, esas actitudes las vemos siempre en gente que defiende lo indefendible — como negarle el acceso a la Sanidad pública a inmigrantes ilegales. Alegan que “la ley es la ley” y que “nadie manda a todos esos moros a venir de extranjis a España”. Estas actitudes están muy extendidas en determinadas regiones españolas. En Valéncia por suerte tenemos ya un gobierno progresista que no está dispuesto a aceptar esos discursos odiosos y demagogos. En el caso de USA, hay actitudes parecidas con la simbología. “¿¿Que la bandera confedarada es racista”??? “NOOOOOOO, no es una bandera racista”, dicen los derechistas en USA, a pesar de que fue empleada por el gobierno sudista, dejando bien claro que sus únicos propósitos en aquella guerra fue la protección de la esclavitud y la supremacía blanca.
En Estados Unidos los que defienden la bandera sudista consideran que la experiencia negra es irrelevante, que no merece la pena dedicarle mucha atención. ¿Qué importa que la bandera representaba un gobierno que buscaba la permanencia de la esclavitud? ¿A quién le importa que la bandera haya sido utilizada como símbolo de resistencia blanca contra los negros y sus derechos civiles en los años 60 por parte de políticos sudistas, blancos y derechistas? Recordar o celebrar la memoria de tu tatatatarabuelo sudista es más importante que las vidas de los negros que vivieron bajo ese yugo. Lo mismo pasa en España, si bien no tiene mucho tinte racial. “Qué pesadito eres con lo de Franco, que no te enteras, que Franco ya murió”. La persona que te dice eso normalmente le resbala la represión franquista, no le interesa lo más mínimo hacer justicia en este país y desprecian tu experiencia vital en la historia.
Todos estos ejemplos son o bien racistas, o bien simplemente actitudes derechistas que son inaceptables en una sociedad democrática. Eso es obvio, pero ¿qué decir de los ejemplos menos fuertes?
Una tendencia en estos discursos del odio que he ido notando a lo largo de los años ha surgido bastante con el debate que tuvimos en nuestras sociedades sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuando se aprobó la ley en USA a nivel federal, no faltaron voces religiosas en la derecha diciendo que a partir de ese momento “Dios iba a dejar el país a su suerte, dejar de protegerlo”. Todo a partir de ese momento, desde los huracanes a las catástrofes de cualquier tipo se deberán a la existencia del matrimonio gay legalizado. En un principio, comentarios de ese tipo no parecen racistas; pero piénsalo. Para que esta gente afirme que AHORA Dios va a dejar de proteger y bendecir el país supone que ANTES, el país sí era beneficiario de esas supuestas bendiciones…al tener una moral supuestamente superior de lo que hay ahora. Sin embargo, para que eso sea cierto, hay que suponer que Dios no tuvo problema alguno con la esclavitud y tráfico de personas africanas durante más de 200 años; que el genocidio británico contra los indios, quitándoles tierras y sus hogares, la invasión y robo de todo México, el abuso y explotación contra los chinos que construyeron los ferrocarriles en USA, y el encarcelamiento de japoneses durante la IIª Guerra Mundial entre otras aberraciones vergonzosas en la historia occidental tuvo la bendición de Dios.
Tendríamos que aceptar que Dios se ha ofendido mucho más por el matrimonio gay antes que cualquiera de esas otras cosas, que Dios era indiferente ante la supremacía blanca y dispuesto a protegernos aún siendo supremacistas o colonialistas pero sin embargo el matrimonio gay es demasiado ya. De hecho, no hay que rebuscar mucho para saber que en los grupos libegales españoles, existe ese racismo – repito: no estamos hablando de un racismo neonazi, sino mas bien cierto desprecio hacia cualquier política de reconocimiento, respeto mutuo y reparación a los daños. De ahí a que sus articulistas destacados rechacen el multiculturalismo. Tambin están en contra de la igualdad (todo a pesar de que el propio autor de ese artículo es homosexual) y de no ser por las políticas de igualdad, seguramente a un chico como él le pegarían por la calle y la sociedad no estaría concienciada de que ser homosexual no es nada malo para los demás. También hay negros que optan por defender a los esclavistas, todo sea dicho. En EEUU se les llama ser un tío Tom.
En la derecha española – y norteamericana – existe un fuerte sentido de la nostalgia. De que, a pesar de problemas puntuales, antes era mejor. Es el clásico “esto con FRANCO no pasaba” o “yo con Franco vivía muy bien, no había grafiti por la calle, los maricones en su sitio, no se veía gente morrearse en la vía pública, existía otro respeto”. Todos hemos sido testigos de comentarios así.
Otro ejemplo lo puedes ver con el senador por Texas, Ted Cruz. Poco después de la sentencia del Tribunal Supremo americano que generó el derecho al matrimonio gay a nivel federal y también legalizó el plan sanitario de Obama, dijo que fueron “las 24 horas más terribles” de la historia de USA. ¿¿EN SERIO?? Un plazo de 24 horas en el cual el tribunal amplió derechos y libertades a millones de personas y garantizó que ocho millones no perderían su plan sanitario es la época más terrible de USA?
¿Tan terrible como la época en la cual linchaban a negros sin juicio? ¿Tan terrible como cuando las mujeres tenían que parir forzosamente y sin derecho al aborto? ¿Tan terrible como cuando no existían leyes contra la discriminación en el trabajo? ¿Tan terrible como cuando tener cierto apellido o venir de cierta familia equivalía a la impunidad? Ahora todavía existe ese problema, aunque mucho menos en comparación con otras épocas.
¿Peor que la época en la cual llegaban barcos negreros en una orgía de terrorismo racista y esclavista durante siglos en Occidente? ¿Más terrible que el Sendero de lágrimas, en el cual murieron más de 4 mil indios cheroquis? ¿Más terrible que la sádica y terrorífica Masacre de Sand Creek? Increíble.
Este tipo de actitudes parciales en la historia o mejor dicho exageraciones grotescas se han convertido en el pan nuestro de cada día para la derecha. Por eso el impresentable Donald Trump puede decir, sin ningún sentido de duda o ironía que “gracias a que la cultura negra es defectuosa y tienen malos padres, los niños negros hoy están en peor situación que en cualquier época de la historia americana”. Se supone que cuando nacían en la esclavitud las cosas estaban mucho mejor para los negros, solo se tenían que preocupar de coger el algodón en los campos húmedos calurosos desde el amanecer al anochecer, sufrir alguna que otra paliza con látigo, violadas por sus amos, asesinados por aprender a leer, o morir antes de los 40.
A pesar de la brecha que sigue existiendo entre personas blancas y negras en EEUU en todos los indicadores de bienestar social y personal, lo cierto es que no obstante de la supuesta perniciosa influencia del “hip hop” y los pantalones caídos, realmente fenómenos peligrosísimos para nuestra seguridad, lo cierto es que HOY los jóvenes negros tienen muchísima más probabilidad de acabar sus estudios (secundarios), hay más en las universidades y menos sufren mortalidad infantil y pobreza. En términos históricos, los negros nunca han estado tan bien en USA como ahora. Todo esto se debe gracias a la lucha por los derechos civiles en los años 60, en la que NINGÚN libegal jugó un papel importante. Es más, al contrario: los padres de los libegales actuales, entre ellos Rothbard y Mises, estaban totalmente EN CONTRA de la lucha por los derechos civiles de los negros. ¿¿Quée??? ¿Ah no me crees? Muy bien: tóma. Y tóma. ¿No te vale? Tóma.
A pesar de que hoy las personas de color oscuro siguen sufriendo obstáculos importantes en la economía y la igualdad de oportunidades así como el racismo que se da en nuestras sociedades por motivos históricos y culturales, afirmar que hoy los negros están peor que hace 100 años no solo es una imbecilidad, sino que en el peor de los casos constituye una agresión contra la sociedad y la verdad. Es un acto de falta de respeto increíble hacia la experiencia vivida por los negros y gentes con la piel marrón. Minimiza su dolor e incluso lo niega.
Estas actitudes demuestran que para la derecha, no solo no es importante decir la verdad o tan siquiera reconocer la realidad, sino que además refleja una negación de otra realidad: el papel central que ha jugado la explotación en la historia de nuestro Occidente para que la élite esté donde esté actualmente. No hay un solo aristócrata español o heredero millonario en EEUU cuya familia no haya cometido crímenes contra los seres humanos, beneficiándose de la esclavitud. Los adinerados (de cuna) tienen una inmensa deuda que pagar a las personas de piel no blanca. Sin su labor, sin el sudor de esos esclavos y esas tierras robadas, serían los fracasados mas espectaculares de Europa…pues es bien sabido que casi nunca un rico de cuna ha hecho algo de beneficio para la sociedad en su conjunto. Muy pocos inventores, muy pocos guerreros, muy pocos luchadores con imaginación real han sido gente de cuna. Solo basta con ver la clase dirigente española: la más espectacularmente estúpida de Europa, torpes, ignorantes y tontos.
Pero nada, la derecha cree que hoy por hoy, ampliar derechos y libertades a colectivos despreciados y los que menos tienen es convertirle a ellos (es decir, a la derecha privilegiada) en VÍCTIMAS. Esto sería cómico de no ser porque las consecuencias son tan peligrosas. La gente que manifiesta esas actitudes no puede tener cabida en una sociedad democrática. No pueden ser permitidos a ejercer poder, ni tener ningún tipo de poder político más allá de la legítima representación que pueda existir en democracia.
Entonces, ¿podemos decir que la derecha es un movimiento de odio y un peligro para la democracia? Depende. Creo que si nos centramos exclusivamente en España, tenemos la suerte de contar con una sociedad bastante progresista donde es importante serlo. Tenemos una serie de elementos progresistas muy fuertes en este país, especialmente en determinadas regiones como Andalucía, Valéncia y Catalunya. Es posible que en ese aspecto exista un fuerte triángulo antifascista capaz de moderar muchísmo al PP. Creo que el PP sí tiene actitudes antidemocráticas en su seno, empezando por sus dirigentes (hijos del franquismo TODOS). Pero también son conscientes que este país no les iba a tolerar todo lo que pretenden hacer.
Dicho eso, sigo pensando que hay que vigilar muy de cerca a la derecha española porque hay unos discursos del odio bastante peligrosos que si dejamos sin respuesta, pueden crecer. En España la derecha ha ido copiando el extremismo de la derecha norteamericana. Todavía no hemos llegado a ser testigos de terroristas del PP disparando contra personas de aspecto diferente, pero el discurso y las simpatías están ahí presentes. Solo basta con leer el foro de Libertad Digital y otros parecidos para saber de qué va la cosa. La derecha española se ha negado absolutamente a respetar la memoria histórica, a dar dignidad a los asesinados por Franco y sus tropas, y con argumentos parecidos a los de la derecha americana, salvo que aquí no se trata de negros o esclavos, sino de demócratas, liberales, agnósticos, ateos y todo el que no fuera del régimen franquista. Se nos niega la realidad, se mancilla la memoria de tantos muertos, se insulta, se amenaza con callarnos la boca, e incluso, ha habido agresiones callejeras.
Los progresistas en España han sido demasiado tolerantes cuando existe un deber y una inmensa labor por delante. Esto es: procurar que la derecha jamás vuelva a gobernar en este país.