Hoy en dia, cuando hablamos de la Plaza del Salvador, lo primero que se nos viene a la mente es "cerveza", pues para velador al aire libre ha quedado esta desolada plaza, estando tomada por tres o cuatro bares por todos sus flancos, y siendo desprovista de cualquier mobiliario público para que no te quede más "cohones", de tener que sentarte en la escalinata de la Colegiata del Salvador, que cada día están más deteriorados, o de apoquinar una mesa en los bares que tenemos en ella.
Pero no siempre fué así, pues antaño la Plaza era un lugar de esparcimiento, descanso y relajación, donde la simple vista de la fachada de la Colegia del Salvador, era suficiente para sumergirte en un profundo trance de arte, solera e historia...
Increíble, ¿verdad?. Árboles, parterres, bancos, esto parece un oasis en pleno centro histórico de sevilla, sacado de una postal de cualquier otra ciudad de la vieja Europa...
Pero todo esto debería cambiar o evolucionar durante décadas hasta llegar donde estamos hoy, un secarral de adoquines...
¿Cuál fue el primer factor que nos llevó a la deforestación y desmantelación del oasis?, si, efectivamente, la llegada del automóvil...
Como buen ser humano involucionado, cuando tenemos un automóvil, queremos llegar con él hasta la mismísima puerta de nuestro destino, y si es posible, aparcarlo en ella, siendo necesario para lograr ese espacio de aparcamientos la desaparición de todos los parterres y parte del arbolado que tenía la plaza...
El pobre arbolado que sobrevivió, tan sólo duró unas pocas de décadas más, justo hasta la llegada de nuestro admirado 600, que nació en 1957...
Aquel automóvil que toda familia media empezó a poderse permitir y que tomaron toda Sevilla como si no hubiera un mañana...
Los 600 no solo se llevaron por delante el arbolado, también se encargaron del exilio de la estatua de Martínez Montañés, qué 1967 fue desmontada y trasladada a la esquina del "Magnolio de la Catedral", donde lucía no de muy mala manera para cómo podía haber acabado...
Bajo la sombra del magnolio estuvo hasta los años 80, un total de 18 años vigilando el tráfico rodado que por aquel entonces tomaba la Avenida de la Constitución, y que desde luego lo cubrió de polución hasta la mismísima ceja...
En 1985 sale adelante el proyecto para devolverlo a su ubicación original, la Plaza del Salvador, pero como las cosas de palacio van despacio se empezó la casa por el tejado, la estatua fue desmontada sin estar terminada la reurbanización de la plaza, por lo que no hubo más remedio que tirarla tras las rejas de la Colegiata bajo el bombardeo palominero que regaba toda aquella zona...
No es de extrañar el maltrato que Sevilla le dió a esta estatua, viendo en las condiciones en las que quedó el vaciado de escayola que sirvió para su fundición, el cual se arrincono en la trasera del patio de los almacenes de Patrimonio de la Universidad de Sevilla, expuesto a su descomposición y destrucción total...
En estos días está en portada el debate suscitado por la reducción de veladores en la calles de Sevilla. Yo personalmente soy de los que opino que un descanso en un banco a la sombra de un buen árbol y con el frescor y aroma de un parterre regado de flores, no tiene rival ni enemigo que se le resista, y que para que un comercio, un bar, sea rentable, no se consigue a base de más mesas y mas veladores, y si dejándole más beneficios a tendero reduciendo los increíbles impuestos a los que está sometido.Hoy en dia Sevilla es una ciudad incómoda y hostil, para el sevillano, para el turista que nos visita y nos llena la cartera, y reurbanizaciones como la de la Plaza de la Encarnación o lugares como la Plaza de Salvador, no invitan en ningún momento a ser un lugar de esparcimiento o de relajación y si de ser sitios de paso, por lo que restan en comodidad, y en tiempo de visita. ¿Quien va a cambiar esto?, pues sinceramente no lo se, por que los políticos, los poderes fácticos que manejan a la prensa de esta ciudad, no son partidarios de que nada cambie, por lo que simplemente sobrevivimos a estas décadas que nos han tocado y esperemos una mejores para nuestros hijos y nietos.
Universidad de SevillaABCAna Maria Lopez NoriegaJuan Jose Ayala Rodriguez