Como ya escribí hace tiempo en una publicación sobre las minorías húngaras, en Ucrania (concretamente en el óblast de Zakarpatska, o provincia de Transcarpatia en castellano), la más occidental del país, junto a la frontera con Hungría, se asienta una importante comunidad húngara. En dicha región, además, hay otras minorías. Según el censo de 2001, Transcarpatia cuenta con un 80% de ucranianos (incluidos los rusinos), un 12% de húngaros, 2,6% de rumanos, 2,5% de rusos, 1% de gitanos, 0,5% de eslovacos y 0,3% de germanos. El censo tiene ya tres lustros, y actualmente las minorías seguramente hayan menguado en favor de los ucranianos, especialmente en este último año.
Situación de Transcaratia en Ucrania, junto a las fronteras húngara, eslovaca y rumana.
Esta variedad étnica se explica por la compleja historia de la región: hasta el tratado de Trianon, tras la primera guerra mundial, el territorio estuvo integrado en el reino de Hungría durante aproximadamente un milenio. Con la derrota del imperio austrohúngaro tras la primera guerra mundial y las nuevas fronteras torpemente trazadas por las potencias ganadoras, unos 150.000 húngaros quedaron separados de su "madre patria" y fueron integrados en Checoslovaquia. Durante la segunda guerra mundial Hungría volvió a controlar los territorios, pero tras la nueva derrota, fueron entregados a Ucrania por las autoridades soviéticas.
Los húngaros de Transcarpatia, se encuentran fundamentalmente concentrados en los pueblos y aldeas pegados a la frontera con Hungría, donde son mayoría. Los mayores núcleos son la pequeña ciudad de Beregszász (Berehovo en ucraniano), donde forman la mitad de su población (de 24.000 habitantes en total), y que funciona como su capital cultural, y Csap (Chop en ucraniano), un cruce ferroviario fronterizo de 9.000 habitantes cuenta con otra importante población magiar. Una vez nos adentramos varios kilómetros en el país, los húngaros desaparecen, con la excepción de las dos principales ciudades del óblast de Transcarpatia, Uzhgorod y Mukachevo, que cuentan también con varios miles de magiares étnicos, pero son un pequeño porcentaje de su población, fundamentalmente ucraniana.
Podéis completar este resumen con la excelente entrada que en su día el blog crónicas húngaras publicó sobre los húngaros de Ucrania.
Porcentaje de la población mayoritaria dentro de Transcarpatia. En azul, mayoría ucraniana, en rojo mayoría húngara y en verde, mayoría rumana.
Como mencioné, esta zona es muy peculiar por sus variopintas minorías, y es aquí junto a los territorios orientales de Donetsk y Lugansk (que cuentan con un gran número de población rusa) en los que el nacionalismo ucraniano menos ha calado. La ley ucraniana permite en las zonas donde una minoría es al menos el 10% de su población el uso de su lengua en las administraciones públicas y educativas, y las minorías han mantenido sus idiomas y culturas propias. Dicha ley estuvo a punto de cambiar el año pasado por el nuevo gobierno ucraniano, que quería subir el porcentaje al 50%, pero finalmente no se aprobó.
Transcarpatia es una de las zonas más pobres de la ya de por sí relativamente pobre Ucrania. Y su situación se ha deteriorado a niveles alarmantes desde que el año pasado una minoría violenta de extrema derecha se hiciese con el control del país, mediante un golpe de estado ya tristemente famoso. Dicho gobierno desde el primer momento dejó muy claro que uno de sus objetivos era la ucranización del país por activa y por pasiva. Parte de la población oriental, fundamentalmente de etnia rusa, se rebeló en contra de las autoridades ucranianas, a las que no reconocieron como legítimas debido al su acceso al poder mediante el uso de la fuerza, y a sus amenazas contra las minorías de Ucrania.
El nuevo gobierno no dudó en enviar al ejército, y comenzó la triste guerra del Donbás. Claro que los rusos étnicos ucranianos, además de ser un número bastante importante, cuentan con la ayuda del "oso ruso", quien les proporciona numerosos suministros (oficialmente no militares, pero cuesta creerlo, claro). Allí la situación es dramática: la actividad económica está prácticamente paralizada, el gobierno ucraniano ha congelado los envíos de pensiones y salarios, el ejército ucraniano bombardea los pueblos y ciudades y la población ha emigrado masivamente a la vecina Rusia (donde muchos cuentan con familiares). Los que se han quedado porque no tenían donde ir, subsisten con la ayuda humanitaria, encerrados en sus casas o sótanos, saliendo a la calle para lo justo y esencial, ya que es una zona de guerra donde miles de civiles han perdido la vida, sobre todo en los bombardeos masivos e indiscriminados del ejército ucraniano, en lo que muchos consideran una limpieza étnica en toda regla. Ancianas esperando el autobús, madres paseando con sus hijos, gente haciendo cola para recibir alimentos, a los que un obús perdido les explotó justo al lado. Internet está lleno de estas trágicas imágenes. Actualmente la situación bélica se encuentra en estado de tregua oficial, aunque siguen pequeños roces y combates.
Al otro lado del país, las minorías de Transcarpatia se encuentran en una situación también dramática, aunque no tan terrible como la de sus vecinos orientales. Ellos no se alzaron en contra del nuevo gobierno. En primer lugar porque son muchos menos que los ucranianos de etnia rusa del este, y en segundo, porque Hungría y Rumanía no son precisamente Rusia, y más allá del apoyo político (y con la boca pequeña) no iban a contar con ninguna ayuda más. Sin embargo, la economía ucraniana, devastada por la guerra, se ha cebado con esta región, al estar menos desarrollada que la mayoría del país.
La devaluación de la grivna, la moneda oficial de Ucrania, ha provocado una inflación astronómica que ha hecho subir considerablemente los precios de los alimentos y productos básicos. Precios que sus ya de por sí miserables pensiones y salarios no pueden apenas pagar (unos 100 euros era la pensión media antes de la devaluación, ahora no llega ni a 50). Como se puede ver en la gráfica inferior, las oscilaciones de la grivna al estilo "montaña rusa" provocaron además que la gente se lanzase en pánico a los supermercados a gastar sus cuatro ahorros cada vez que se escuchaban rumores de una nueva depreciación, vaciando las estanterías de los alimentos básicos y generando una escasez de productos inédita en el continente europeo.
Cambio de la grivna ucraniana con respecto al euro. De 0,063 antes de la guerra a poco más de 0,04 en la actualidad (y teniendo en cuenta que el euro también ha bajado).
Lineales de un supermercado de Kherson, que fueron la imagen habitual en muchos puntos del país debido al desplome de la grivna ucraniana.
Para colmo el precio del gas también se ha disparado debido a las continuas disputas (en realidad en su mayoría son impagos, hablando con claridad) entre Ucrania y Rusia, avivadas aún más por el conflicto del Donbás. El invierno en Transcarpatia es duro, con nevadas frecuentes y el mercurio por debajo de los cero grados la mayor parte del tiempo. Esto ha hecho que la calefacción de gas (que ya era un lujo antes) sea un mero sueño para muchos hogares. En los pueblos las casas se calientan exclusivamente con leña, pero en los bloques de paneles de las pequeñas ciudades esto no es posible, y muchos jubilados subsisten pasando frío, bien abrigados, en casa.
Y más males aún: la guerra he hecho que las autoridades ucranianas comenzasen a reclutar por la fuerza a jóvenes, para mandarlos al frente. Y especialmente ha reclutado a las minorías étnicas, así que húngaros, rumanos o eslovacos han sido forzados a combatir en una guerra que ni les va ni les viene, obligados a matar, bajo la amenaza de un tribunal militar en caso de negarse. Ni que decir que la gran mayoría huyeron del país, las fronteras se volvían porosas y permeables al calor de los sobornos esos días, y los hoteles y pensiones fronterizos de Hungría y Rumanía estaban a rebosar cuando se oían rumores de reclutamiento. No todos han conseguido evadir el frente de guerra, y por desgracia se leen nombres húngaros entre los militares ucranianos muertos. Chicos de 18, 20, 24 años. De los pocos que quedaban en Transcarpatia, porque muchos en su día se acogieron a la nueva ley de nacionalidad húngara para conseguir el pasaporte comunitario y salir pitando a Alemania, Inglaterra o Suecia, en busca de un futuro (iba a decir un futuro mejor, peor creo que buscaban un futuro a secas).
Frontera entre Ucrania y Eslovaquia, con la típica puerta székely húngara, en la localidad de Kisszelmenc habitada mayoritariamente por húngaros.
El gobierno húngaro, con respecto al conflicto, y como ya señalé, se había limitado a defender los derechos de los húngaros mediante declaraciones públicas, que al coincidir obviamente con los de las minorías rusas, han sido bastante censurados por el resto de gobiernos europeos. En estos días, en vista de la peliaguda situación que se vive en Transcarpatia, ha comenzado el envío de dinero público por parte del gobierno húngaro, con una primera remesa de 650 millones de forint (algo más de 2 millones de euros) dedicados sobre todo a pagar los sueldos de unos 2.000 profesores húngaros de la región, aunque también hay una parte considerable destinada a la iglesia, en parte a los curas y en parte a sus programas de alimentación infantil de la región, gestionados por la iglesia. También apareció en televisión una ONG húngara de Miskolc, donde se puede entregar ropa, alimentos o dinero, que serán enviados a los húngaros de Transcarpatia para mejorar su situación.
Señal de entrada a Beregszász, con los nombres en ucraniano, húngaro y húngaro antiguo (rúnico, previo a la adopción del alfabeto latino).