Revista Psicología

La desigualdad hídrica es natural

Por Gonzalo

El primer aspecto de la desigualdad hídrica es natural. Aunque pueda parecer poco razonable calificar a la naturaleza de  “injusta”, de hecho la distribución del agua en el planeta es tremendamente desigual. Unos países están bien dotados, otros casi no tienen. Nueve países grandes poseen el 60% de las existencias mundiales de agua dulce disponible: Brasil, Rusia, China, Canadá, Indonesia, EEUU, la India, Colombia y la República Democrática del Congo. En cuanto al calentamiento global, las emisiones de CO2 contribuyen al mismo dondequiera que viva uno, por lo que hay que reducirlas. Sin embargo, no hay forma de paliar la falta de agua en Argelia, Australia o Atlanta cerrando el grifo en Berlín, Barcelona o Bégica.

Si consultamos los datos oficiales, observamos que, en varios países, los metros cúbicos disponibles por persona y año muestran un marcado contraste. En los casos extremos nos encontramos con que cada ciudadano de Islandia está teóricamente provisto de la increíble cantidad de 566.667 metros cúbicos de agua dulce anual, mientras el habitante medio de Kuwait puede acceder sólo a 7 m3, por lo que el teórico islandés tiene 81.000 veces más agua que el kuwaití.

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Geotermia

Según una aceptable regla general, con menos de 1.700 m3   por persona y año una región sufrirá “tensión” hídrica ocasional; y menos de 1.000 m3  por persona y año pueden definirse como “escasez” con un impacto importante en la salud humana y en el desarrollo económico.

Diversas fuentes fidedignas prevén que, para 2030,  dos tercios de la población mundial vivirá en países con tensión hídrica. Un rasgo perdurable del conflicto palestino-israelí es el acceso al agua, pues la naturaleza no ha tratado bien a ninguno de los dos: los israelíes disponen de 240 m3  por persona y año y los palestinos de 203. Latinoamérica está excepcionalmente bien dotada de agua: Argentina se sitúa en la parte baja de la clasificación con 25.500 m3  por persona; Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay cuentan con más de 40.000.

Muchos países de Oriente Medio, el Norte de África y el Sahel son efectivamente áridos, pero Iraq (2.489 m3) tiene casi la misma cantidad de agua que España (2.558), e Irán (1.930) más que Alemania (1.861). En el Sahel, incluso Níger, que recientemente ha sufrido una grave  hambruna, dispone de 2.257 m3. Cuando en los países del Sahel la gente carece de agua, ello suele deberse no a la sequía o a la escasez en términos absolutos, sino a una distribución mal organizada, corrupta o discriminatoria en favor de los núcleos urbanos.

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Reservas Mundiales de Agua

No obstante, aunque el agua abunde y esté bien gestionada, acaso esté en el lugar inadecuado, y entonces las sequías seguirán teniendo efectos graves a nivel local, lo cual también puede tener conseuencias políticas inmediatas.  En Estados Unidos (que tienen 6.800 m3 por persona, distribuidos de forma muy desigual)  están intentando obligar a Canadá (88.000 m3) a exportar su impoluta agua subterrénea valiéndose del Tratado de Libre Comercio EEUU-Canadá y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, North American Free Trate Agreement) como armas ofensivas, frente a lo cual muchos canadienses están oponiendo resistencia. Se trata de una causa de conflicto permanente respecto a la cuestión de la soberanía sobre los recursos.

El segundo aspecto de la desigualdad hídrica tiene que ver con la distribución entre diversos sectores de la actividad económica. Por muchas piscinas privadas que pueda uno ver al volar sobre el sur de California o las islas Baleares, al consumo doméstico va, en comparación, poca agua. En las casas particulares tiene lugar entre el 8 y el 11% del consumo total en el mundo. Las concesiones mutuas relativas al consumo de agua en la industria y la agricultura están determinadas por la política, pero, a escala mundial, la agricultura se lleva indudablemente la mayor tajada. En términos generales, alrededor de un 70% corresponde al sector agrícola, el 22 a la industria, y sólo el 8 a uso doméstico. Estos promedios ocultan enormes diferencias, dependiendo del nivel de desarrollo y, en algunos países desarrollados como Fracia o EEUU, de la importancia que en ellos tiene la agricultura. Las cifras promedio son:

Consumo de agua   Mundo   Renta alta   Renta baja/media

Doméstico   8%   11%   8%

Industria   22%   59%   10%

Agricultura   70%   30%   82%

Los Estados Unidos, que ahora dedican el 80% de su agua a la agricultura, no podrán mantener este ritmo derrochador. La agricultura de regadío supone sólo el 16% de la tierra cultivada del país, pero produce la mitad de las cosechas totales, y la tierra se riega incluso en estados semidesérticos como Arizona. A los acuíferos les queda poco de vida, pero el Congreso, presionado por poderosos lobbies agrículas, no interviene, y los grupos ecologistas tienen poca influencia.

Con un 22% en todo el mundo, la industria va muy por detrás de la agricultura, pero esta cifra también esconde contrastes marcados. Algunas industrias piden agua a gritos. El enfriamiento de las centrales eléctricas, en especial las nucleares, sólo va tras el regadío en cuanto al consumo de agua y provoca daños en los ecosistemas marinos o de agua dulce, pues el agua rechazada tras la operación de enfriamiento está bastante más caliente que la temperatura ambiental.

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Centrales Nucleares

La industria del michochip consume incontables toneladas de agua impoluta. Cada pequeño chip de ordenador requiere 32 kilos (además de 1,5 kilos de combustibles fósiles). Un simple productor de láminas de silicio del estado de Washington, donde Microsoft tiene las oficinas centrales, consume 7,6 m3 de agua cada minuto, sacada de un acuífero inmaculado a 300 metros por debajo de la superficie.

He aquí otros ejemplos de consumo de agua en los que rara vez pensamos: 2,5 litros de agua para producir un litro de petróleo, 2.700 libros una camiseta de algodón, 4.000 un kilo de ternera, y 1.ooo los cereales necesarios para producir un solo litro de agrocombustible… éste por sí solo bastaría para excluir a los agrocombustibles como alternativa al petróleo. Las personas acomodadas seguramente “consumen” indirectamente unos 3.000 litros de agua diarios.

El tercer aspecto de la desigualdad hídrica tiene carácter social y es el que más daño hace. Una vez más nos encontramos con la familiar disparidad entre ricos y pobres en relación con el agua. Más de mil millones de personas todavía carecen de acceso al agua potable, por lo que cada año mueren millones a causa de enfermedades evitables transmitidas por el agua. Como sabemos desde el siglo XIX, en cualquier lugar de la tierra, la mortalidad infantil sólo comienza a descender, y la esperanza de vida a aumentar, cuando la comunidad puede procurar a sus miembros agua limpia.

Fuente:  Sus crisis, NUESTRAS SOLUCIONES   (Susan George)


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