Revista España
Mar y monte. O lo que es igual: agua y tierra.
En el siglo XVI los moriscos que poblaban la Axarquía conocían como pocos el significado de lo que con los siglos daría en llamarse dieta mediterránea.
Cultivaban los cerros en bancales y faenaban en las cercanías de la orilla de la mar. Habían hecho de aquellas labores todo un arte.
Muchos pueblos de la comarca aún conservan la red de acequias y fuentes que en otros tiempos saciaron la sed de estos campos generosos y escarpados.
El mapa culinario de este rincón de la provincia de Málaga empieza en las alturas de los montes donde se extienden los campos de olivos. El fruto del olivo sigue molturándose en viejos molinos, siguiendo las pautas de viejos maestros.
Allá por donde las Sierras de Alhama y Tejeda pierden fuerza crecen las cepas y las parras. La uva pasa moscatel, que tiene mucho predicamento por esta comarca, representa todo un emblema en la cocina de la Axarquía.
Elaboran un vino chispeante, de pardo color, dulce y fresco, que propios y foráneos beben en chatos al amparo de una barra.