Por Ezequiel Tena
Debemos añorar los tiempos en que la razón, la búsqueda de la verdad y la libertad -y no el sentimiento, la ambición de poder y la imposición del relato- eran a la vez fuentes del derecho y premisas de la ciencia. Y si esos tiempos no llegaron a existir, debemos añorar que en algún tiempo existieran como pulsiones naturales y pretensiones morales. Pero no sólo debemos añorar: con respecto a las generaciones que nos preceden y a las generaciones que nos sucederán tenemos una deuda que saldar. Es deber de todos y cada uno de nosotros restablecer el orden y la justicia.