Con el año nuevo llegan los buenos propósitos: aprender un idioma nuevo, apuntarse al gimnasio, ponerse a dieta, ser más organizado… yo me he apuntado a clases de swing. A ver cuánto me dura. Al pensar en esto me he acordado de que hace ya tiempo un amigo me pidió que investigara una dieta con la que se acababa de topar en el caótico universo online: la dieta de los grupos sanguíneos.
En los años 70, un naturópata llamado James D’Adamo popularizó esta dieta, que ha vuelto a estar de actualidad después de que su hijo, Peter D’Adamo, haya escrito el libro “Eat Right for your Type”. Según la teoría de la familia D’Adamo, la dieta debe variar en función del grupo sanguíneo. ¿Cómo? Vamos paso a paso.
Células de la sangre. Los discos aplanados son glóbulos rojos.
Cuenta D’Adamo hijo en su libro que hay cuatro tipos de grupos sanguíneos: A, B, AB y 0. Esta clasificación se debe a que en la superficie de nuestro glóbulos rojos hay unos marcadores y en función de estos se crean los diferentes grupos. Así algunos individuos tendrán sus glóbulos rojos cubiertos de marcadores A, otros de marcadores B, otros tendrán los dos tipos de marcadores y otros no tendrán ninguno. De este modo se obtienen cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y 0 (cero). En el libro también se explica como estos marcadores pueden reaccionar con ciertos componentes de los alimentos llamados lectinas, provocando la aglomeración de glóbulos rojos en nuestros capilares sanguíneos. Estas acumulaciones serían muy peligrosas, dando lugar a microinfartos que acabarían provocando daño en los tejidos donde se produzca el “atasco”.
Parece sencillo deducir que para evitar que esto ocurra basta con eliminar ciertos alimentos de nuestra dieta, dependiendo del tipo sanguíneo. ¿Pero cuáles?
Pues bien, según Peter D’Adamo podemos averiguar qué alimentos evitar si analizamos en qué momento apareció cada grupo sanguíneo. Siguiendo una lógica lineal se plantea que el grupo 0 fue el primero, y que luego fueron apareciendo los demás. Continuando con el argumento anterior, se asume que el grupo 0 debe de estár peor adaptado al consumo de cereales y lactosa, ya que esos alimentos fueron introducidos en nuestra alimentación más tarde, con la ganadería y la agricultura. El resto de grupos tienen algo más de flexibilidad, aunque a cada uno de ellos se les recomienda un tipo de dieta y de ejercicios diarios.
Hasta aquí un resumen de las teorías de la familia D’Adamo, ¿cuánto de esto es cierto?
Desde que Karl Landsteiner describiera los primeros cuatro grupos sanguíneos, se han descubierto muchos más marcadores de superficie en las células de la sangre, lo que da lugar a un total de 276 grupos diferentes. ¿Incluirá la próxima edición -de D’Adamo nieto quizás- dietas específicas para todo ellos?
Mientras tanto sigamos. Hasta ahora, yo no he conocido a nadie que siga esta dieta, y me atrevo a aventurar que la sigue poquísima gente en todo el mundo. Esto quiere decir, que de ser cierta, la mayor parte de nosotros estamos sufriendo microinfartos en todos nuestros órganos cada vez que digerimos un alimento. De hecho, esto acabaría provocando daños irreversible en el cerebro, corazón o en los riñones, dando lugar a graves consecuencias o incluso, a largo plazo, la muerte. No sé si empezar a sentirme mal.
Por otra parte, la teoría sugiere que las lectinas de los alimentos se ponen en contacto directo con la sangre, sin tener en cuenta su previa transformación, donde es muy probable que se destruyan. Pero además, en los pocos experimentos en los que se han puesto en contacto alimentos con lectinas con células de la sangre, nunca se ha encontrado una aglutinación de células sanguíneas que dependa de los marcadores del tipo ABO.
Prueba para identificación de grupos sanguíneos
Por el momento parece que esta dieta no se basa en argumentos muy sólidos, aún así ¿alguien se ha dedicado a investigarla específicamente? Pues sí, el año pasado se publicó un estudio que básicamente concluyó lo siguiente “la evidencia actual no valida los beneficios atribuidos a la dieta de los grupos sanguíneos.“
Está bien, ¿pero qué pasa si a algunas personas les funciona? ¿No es esto suficiente? Tras pensar un poco decido que no, quizá la dieta funcione, pero esto no tenga nada que ver con el grupo sanguíneo.
Si tenemos en cuenta que el grupo 0 es el más abundante, que la recomendación que la dieta propone para este grupo es eliminar los cereales y la leche, y que un gran porcentaje de la población sufre de cierta intolerancia al gluten de los cereales o la lactosa de la leche, no parece muy difícil unir los puntos y deducir a qué se pueden deben algunas mejoras.
Pero aquí no acaba todo. Lo que me acaba de convencer de que esta dieta no es la mejor que uno puede elegir para empezar el año es la página web de Peter D’Adamo. En ella, el autor nos vende una serie de complementos vitamínicos para cada grupo. Espera, ¿no nos estaba recomendado ya la dieta adecuada para cada uno, de manera que obtenemos todas los nutrientes que necesitamos? Además, a finales del año pasado, ya se publicó un estudio que echaba por tierra el uso de ningún tipo de complemento vitamínico en personas sanas.
Pues nada, esta dieta no nos sirve como propósito de año nuevo. Al menos no hasta que se hagan más investigaciones al respecto. Me centraré en mis clases de swing… y en continuar en conCIENCIAdos, que es apto para todos los grupos sanguíneos.
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