La diferencia entre bodas

Hace unas semanas tuve el privilegio de asistir a una boda típica húngara; concretamente en el municipio de Koszeg, a pocos kilómetros de la frontera con Austria.

Es curioso ver la diferencia entre tradiciones de un país y de otro. Todos conocemos las típicas bodas españolas, pues aunque sean por lo civil o siguiendo el rito católico, los festejos son similares.

Pues bien, las costumbres en Hungría son de lo más curiosas y divertidas, y por eso os quiero contar mi experiencia en este post.

El hecho de que los novios no se puedan ver hasta que lleguen al altar es una costumbre hispana, pues en Hungría la familia y los amigos del novio van “en busca de la novia”, literlamente. Encabezada por una banda de música y por el novio, portando el ramo de la novia, la comitiva se dirige a la casa de aquélla caminando; en la puerta nos encontramos con dos señoras barriendo la entrada a las cuales el novio y el maestro de ceremonias les pidió por Evelyn, la novia. Tras varias negativas, salió a la entrada de la casa el padre, que no es el padrino, el cual también negó que allí viviera la chica a la cual reclamaban. Ante la insistencia del novio de que iba a buscar a su amada para casarse, salieron varias niñas, chicas y señoras vestidas de blanco y haciéndose pasar por la novia. Al final, blanca y radiante, salió Evelyn en busca de su prometido. Alejandro, el novio, le entregó el ramo nupcial y juntos, seguidos de la comitiva, entraron en los jardines de la casa; lugar dónde se celebraba la ceremonia civil. Pero no hay boda sin antes un aperitivo a base de dulces, vino y champán y a continuación el rito civil llevado a cabo por el alcalde del municipio, en dónde, tanto el novio como la novia, eligen a sus padrinos, hombres los dos. Después de ellos entran los padres de cada contrayente.

Una vez finalizada la boda civil seguimos con los dulces y el champán, y venga!!!!

A continuación, los novios, precedidos por la banda de música típica húngara y seguidos por familiares y amigos van caminando hasta la iglesia del pueblo, dónde tuvo lugar la ceremonia religiosa. Allí también entraron los novios con los padrinos elegidos por ellos, también dos hombres.

La misa, al ser católica, fue igual que en nuestro país, aunque en este caso se ofició en húngaro y en español por las nacionalidades de los invitados.

Uno de los detalles más curiosos fue que al terminar la misa, los novios, padres y padrinos dan las gracias al cura que dirigió la misa y se sitúan en el altar para que todos los invitados besen la cruz del cura y den la enhorabuena a los novios, padres y padrinos en fila. Después, esta cruz se regala a los contrayentes como recuerdo.

A la salida de la iglesia no es típico tirar arroz o pétalos de rosas a los novios en señal de buen augurio, como sí lo es en España. Así que los novios salieron sin más, pero antes de reanudar la marcha hacia la casa otra vez, siguiendo el mismo ritual que a la llegada a la iglesia, la novia tiró el ramo, de espaldas, a las invitadas solteras. Eso sí, un detalle, el ramo no era el de la novia, sino uno que lo sustituía momentáneamente. También, a la salida de la iglesia, se repartieron dulces entre los curiosos que se acercaron para ver a la pareja en el día de su boda.

Y como decía anteriormente, emprendemos de nuevo la marcha hacia la casa: orquesta, novios, familiares y amigos; todos saludando a los vecinos que salían de sus casas para presenciar el momento. Y de la casa al lugar de la celebración del banquete. OJO! El vals nupcial se baila antes de la cena, una vez abierto el baile nos sentamos para que se sirviera la cena. Mesas y decoración muy similar a la que ya conocemos; ahora bien, el menú nada que ver. De primero sopa de ternera y crema, y según palabras de la novia “no hay boda en Hungría sin sopa”. Después se sirvió una crepe de carne y a continuación bandejas de pato, pollo, pavo, ternera, cerdo y salmón, además de todo tipo de acompañamientos (patatas panaderas, fritas, en puré, menestra…) y como colofón final, tarta nupcial y platos y platos con una grandísima variedad de postres. La tarta nupcial la cortan y la emplatan los novios y van repartiendo platos a todo aquel que se les acerca.

En fin….un banquete donde la comida no terminaba nunca.

Y empieza el baile, música variada y comercial, pero no sin dejar de lado alguna de las tradiciones húngaras, como por ejemplo pagar para bailar con la novia o el baile de las velas, dónde todos los invitados se colocan alrededor de los novios con una vela encendida y éstos van una por una a apagarlas, y las vuelven a encender para que las vuelvan a apagar una por una.

Y cuando creíamos que la boda tocaba a su fin y para gran sorpresa de todos los invitados españoles, el resopón a base de estofado de ternera!!!!!

Más de 15 horas de boda húngara y sin quitar los zapatos de tacón ni un solo momento no bastaron para quedarme con ganas de más.

Fue un gran honor poder compartir un momento tan especial con Evelyn y Alejandro. Una vez más, gracias por darme la oportunidad de abrir las fronteras culturales entre diferentes costumbres.