Recuerdo que hace semanas quedé con una de mis mejores amigas para tomar un café y ponernos al día de nuestras cosas. El trabajo, los estudios, la pareja... Todo eso. Y, después de mucho hablar (nos tiramos varias horas en el mismo sitio), llegamos a una conclusión que podría parecer muy obvia pero no lo es tanto. Y es la siguiente: da igual en qué trabajes, lo importante es ser feliz.
"¡No me digas!", pensaréis, pero no es tan simple. Ambas tenemos una teoría que sé que comparte mucha gente. Nuestra generación, aka los "odiados" millennials, tenemos un grave problema laboral-aspiracional. Nuestros padres, quienes tienen trabajos de lo más cotidianos, nos han repetido desde pequeños que nosotros tenemos que llegar a más, que tenemos más oportunidades y que podemos ser lo que queramos.
MEN-TI-RA.
Pero claro, a fuerza de repetirnos eso nos lo llegamos a creer y nos construimos unas expectativas que, ¡sorpresa!, están lejos de cumplirse. Pero la cuestión es que no necesitamos poner todos nuestros sueños en una espectacular carrera profesional porque la felicidad no es eso. La felicidad es estar a gusto contigo mismo. Es levantarte cada día con ilusión por lo que vas a hacer, sea lo que sea, y hacerlo junto a los que quieres. Así que sí, haz lo que verdaderamente te haga feliz.
Ya no es el hecho de que hayamos pillado una crisis (y esperad que ahora nos viene otra) en la que se han eliminado miles de oportunidades laborales, y tampoco es el hecho de que tengamos un gobierno equis, sino que ese planteamiento es totalmente falso. Nos han creado falsas expectativas y un deseo de realización que no se ajusta a la realidad.
Nos han inculcado que no podemos conformarnos con un trabajo como los suyos, que tenemos que aspirar a más y conseguir todo lo que ellos no han conseguido. ¿Y eso qué ha logrado? Que seamos inconformistas que creen que la felicidad está más allá, cuando no es así.
No quiero echarle la culpa a nuestros padres, la verdad. Nosotros mismos hemos salido así, buscadores de una realización que no sabemos dónde está ni cómo llegar hasta ella.
La felicidad no reside en un puesto de trabajo ni en el significado de ÉXITO tal y como nos lo han vendido. Se puede ser feliz de muchísimas maneras, porque no es una meta, es una forma de vida. No podemos vivir continuamente buscando ese "más allá" y decepcionándonos porque el mundo no es como nos lo habían pintado.
No digo que nos conformemos, digo que aceptemos que cada uno tenemos nuestro camino y que a veces lo confundimos con falsas expectativas. Estamos tan acostumbrados a intentar adaptarnos a lo que otros esperan de nosotros que se nos olvida nuestro propio bienestar. No importa que hayas conseguido ser el jefe de no sé qué departamento si eso no te hace verdaderamente feliz.
Cada persona tiene su propia versión de lo que es el éxito. Formar una familia, vivir viajando por el mundo, hacer crecer un negocio... Todos son igualmente aceptables. Pero cometemos el error de solo considerar como exitoso aquello que la "mayoría" opina que es exitoso. Y tenemos que cambiar eso.
Sí, somos una generación que puede trabajar en cosas que antes no existían, pero no dejemos que eso nos genere unas falsas expectativas porque lo único que vamos a conseguir es estrellarnos contra un muro de cristal. Intentemos dejar a un lado lo que esperan de nosotros y seamos felices con lo que podamos tener, porque solo así vamos a disfrutar verdaderamente de la vida.