Dios nos da a todos un propósito en la vida. A un caballo, pasear por la pradera. A un vaquero, cabalgar en un rodeo. Esta reflexión, extraída de una conversación en la que el protagonista le explica a su hermana con síndrome de Down la importancia que para él tiene la pasión a la que se ha consagrado en cuerpo y alma, encierra la clave para entender en toda su dimensión el relato que narra esta sencilla cinta independiente que golpea y emociona de a poco hasta conseguir dejarnos visiblemente tocados.
Su montura ha escapado, se encuentra tan malherido que ha perdido su capacidad para cumplir con su esencia: galopar a campo abierto. Lo más probable es que termine por ser sacrificado. La identificación del jinete con el animal es inmediata. Ha sufrido un accidente que le ha producido lesiones cerebrales incompatibles con la práctica de la única actividad que da sentido a su existencia: montar un équido salvaje en un rodeo.
El origen de esta cinta se encuentra en la preparación del anterior filme de la directora china residente en Estados Unidos Chloé Zhao. Se dirigió a un rancho porque necesitaba a alguien que le enseñase a montar. El joven que le atendió, Brady Jandreau, le impresionó de tal manera que quiso incluirlo en alguno de sus futuros proyectos. Cuando, poco después, la desgracia se cruzó en el camino de Jandreau, en forma de caída de un cuadrúpedo con secuelas que le provocaron un cambio de vida radical, la realizadora decidió basar su siguiente guión en esta historia.
El argumento de The rider coloca en el centro de la trama a un cowboy que sufre idénticas heridas y se debate ante la misma disyuntiva a la que este tipo se enfrentó. Tan es así que Zhao escogió como intérprete al propio Jandreau para que contase su vivencia personal. El resto del reparto en gran medida lo forman actores no profesionales. Aparecen su padre y su hermana y otros profesionales de este mundillo que reflejan los aspectos más amargos de una profesión que te lleva de la gloria al olvido en los ocho segundos que dura la cabalgada de una bestia indómita. Podríamos decir por tanto que, más que una obra de ficción, tenemos ante nosotros un seudodocumental, hecho que convierte la crudeza de determinadas situaciones en algo realmente impactante.
La cineasta oriental ha escogido una narrativa pausada, que va de menos a más y requiere cierta dosis de paciencia a la audiencia. Si somos capaces de adaptarnos a ella disfrutaremos de una maravillosa experiencia que nos conduce, a medida que avanzamos en un relato que evoluciona paralelamente al estado de ánimo del protagonista, de los interiores asfixiantes y la oscuridad iniciales a los espacios abiertos y la luminosidad posterior. La manera tan delicada en la que se nos muestra el proceso de doma de un potro salvaje compone una de las secuencias más hermosas, paradigma de un largometraje que se nutre de silencios donde lo visual prima por encima de la palabra.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Caviar, Highwayman Films. Cortesía de Caramel Films. Reservados todos los derechos.
The rider
Dirección y guión: Chloé Zhao
Intérpretes: Brady Jadreau, Tim Jandreau, Lilly Jandreau
Música: Nathan Halpern
Fotografía: Joshua James Richards
Duración: 104 min.
Estados Unidos, 2017
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