El reciente acuerdo propiciado por Donald Trump entre Isarel y Emiratos Árabes Unidos, que reestablecen relaciones diplomáticas después de 50 años, no sólo ha sido un éxito colosal para el presidente estadounidense, sino también el colofón de una serie de logros muy importantes en política exterior. A los medios de comunicación, la prensa progre y el Partido Demócrata, que forman una alianza tóxica y dañina, les encanta retratar a Trump como una catástrofe en política exterior. Hay incluso algunos republicanos desleales y RINOs (Republicanos Sólo de Nombre) que se han unido a ese coro de papagayos enojados y criticones.
Al contrario de lo que sostienen estos elementos del establishment, que no son capaces de mover el culo para cambiar el estado de las cosas que van mal, Trump ha actuado con brillantez estratégica y de forma muy acertada en política exterior.
De nuevo, los críticos amargados han demostrado su ceguera y su profunda equivocación al analizar las acciones del presidente. La realidad es que Trump ha logrado una serie de éxitos importantes en política exterior y seguridad nacional, basados en los principios esenciales de la "Doctrina Trump", un enfoque revolucionario y diferente con respecto a los planteamientos de Barack Obama y George W. Bush; enfoques muy arraigados en las tradiciones estadounidenses y que conectan con la herencia ideológica de otros grandes presidentes, como Abraham Lincoln, Andew Jackson o Teddy Roosevelt.
Para empezar, la Doctrina Trump consiste en renovar la soberanía estadounidense y poner el patriotismo por encima del globalismo. El presidente cree que los actores principales en los asuntos mundiales no son organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la OTAN, etc, sino los Estados-nación. Los estados soberanos pueden establecer la agenda porque controlan el territorio, la población y las fronteras. Persiguen sus intereses movilizando su poder económico, político y militar. Esto es exactamente lo que guía y aplica la Administración Trump.
En segundo lugar, proteger esta soberanía ha llevado al presidente Trump y su equipo de colaboradores a retirarse de los acuerdos multilaterales que limitan la libertad de acción de Estados Unidos, incluida la acción económica, como los acuerdos climáticos de París, o que lo ponen en desventaja frente a competidores como China y Rusia, como el Tratado anticuado sobre fuerzas nucleares de alcance intermedio, o la acción comercial, o como el desastroso NAFTA con México y Canadá que perjudicaba a los trabajadores estadounidenses. La lista de acciones en ese sentido ha sido extensa y ha corregido el rumbo que llevaba Estados Unidos hacia mejores posiciones. Ahora, como dirían los marinos, navegamos con viento a favor.
Todavía más crucial, la Doctrina Trump ha identificado a China como la mayor amenaza no sólo para Estados Unidos sino también para la autonomía y soberanía de los países de todo el mundo. El esfuerzo de Pekín por ocultar la gravedad del brote de COVID-19 sólo ha confirmado la tesis acertada de Trump.
La misma Doctrina Trump se aplica al régimen de Rusia. Aunque corren muchos bulos y Fake News criticando a Trump por su relación amistosa con Vladimir Putin, fue Trump, no Obama, quien armó a Ucrania con un buen arsenal para resistir la agresión bélica de Putin; quien incrementó las sanciones económicas contra los líderes rusos; y quien se retiró de los tratados que limitaban la capacidad de Estados Unidos para responder a amenazas nucleares sofisticadas, y quien ha metido en vereda a los hackers rusos y ha enfrentado las bravuconadas de Putin & Colegas Oligarcas.
Finalmente, Trump utilizó la acción unilateral estadounidense para cancelar el defectuoso acuerdo nuclear de Obama con Irán, que pagó a los mullahs iraníes miles de millones de dólares por una demora temporal en su programa de armas nucleares, que nunca cumplieron. En cambio, Trump empujó a Irán fuera de la economía mundial y lo ha contenido con un fuerte cordón militar de seguridad. Por supuesto, tampoco le tembló la mano para eliminar al general Qasem Soleimani, de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución, el mayor terrorista de la región y responsable de matar a centenares de estadounidenses, así como quitar de escena para siempre a personajes detestables como Abu Mahdi al Mohandes, vicepresidente de la milicia chií iraquí Fuerzas de Movilización Popular y líder de la Organización Badr, y Mohammed Ridha Jabri, jefe de relaciones públicas de esta milicia, entre otros cabecillas terroristas que operaban en Irak y Siria.
El presidente Trump también ha comenzado un reequilibrio de las fuerzas estadounidenses en áreas de menor importancia para nuestros intereses, como el Medio Oriente, y hacia las economías emergentes de Asia.
Lo que se plantea en el futuro inmediato es cómo evolucionará la Doctrina Trump en un segundo mandato presidencial. Es evidente que Trump aprovechará los éxitos logrados durante estos cuatro años para expandir la influencia estadounidense sin enredarnos en atolladeros que mermen las fuerzas y la capacidad de prosperidad del país. Por poner un ejemplo, Trump podría construir una nueva alianza para contener a China al identificar el origen y la responsabilidad del régimen chino en la pandemia del coronavirus, los abusos de los derechos humanos en Chima y su robo cibernético en serie propiedad intelectual y espionaje industrial y militar masivo.
Además, Estados Unidos y Europa podrían llegar a nuevos acuerdos que frenen o eliminen la influencia de la empresa china de servicio comunista Huawei en el sector 5G y amplíen las oportunidades para las empresas occidentales. Y no es el único sector donde podríamos ver interesantes acuerdos económicos y comerciales.
Un segundo mandato presidencial, liberaría a Trump aún más para trasladar buena parte de la carga económica y militar de la defensa de la OTAN a sus miembros europeos. Si bien Europa puede suministrar las fuerzas terrestres para algunos conflictos con Rusia, Estados Unidos puede ofrecer además unidades especiales altamente especializadas, su dominio del aire, el mar, el espacio y el ciberespacio y cooperar en el desarrollo de tecnologías avanzadas como sistemas autónomos e inteligencia artificial.
En Asia, la Doctrina Trump puede enmarcar una arquitectura de seguridad más integral para disuadir a Beijing de aventuras militares y expansionistas. Estados Unidos liderará las acciones para detener el militarismo del régimen comunista en el Mar de China Meridional y asegurar la cadena estratégica de la primera isla que va desde Japón a través de Taiwán, Filipinas, Indonesia, Malasia y Vietnam. El presidente Trump también puede alentar a India, Japón y Australia a cooperar con los Estados Unidos para crear una región Indo-Pacífico más libre y abierta.
En el Medio Oriente, Trump ha dado el mayor paso hacia la paz en 50 años y podría unificar la creciente oposición al régimen de Irán, así como promover la alianza israelí-sunita, creciente pero aún incipiente, como la piedra angular de una nueva estabilidad regional sin la necesidad de una gran presencia militar estadounidense in situ.
Lograr la contención y desnuclearización del régimen de Corea del Norte, ocuparía también los esfuerzos de la Administración Trump en los próximos años.
Finalmente, en América Latina, Trump podría expandir su doctrina para enfrentar la influencia china, iraní y rusa con nuevas alianzas con nuestros vecinos del sur para promover el crecimiento económico y el estado de derecho, al tiempo que aplastamos a los cárteles de la droga que han desencadenado la crisis de los inmigrantes ilegales y una violencia sin límites.
Donald Trump tiene la energía, la determinación y la visión de futuro para transformar la política exterior estadounidense de forma duradera con nuevos éxitos que harán poner en perspectiva y destacarán los ya logrados durante el primer mandato, subestimados por los medios, pero que han sido de enorme relevancia.
Por primera vez en años, Estados Unidos no se ha embarcado en nuevas guerras y ha mantenido la seguridad y la estabilidad mundial. No ha sido casualidad, sino obra del presidente Trump con la aplicación de la Doctrina Trump y una hábil política exterior.