Hay dos tipos de personas. Las que se duchan en el gimnasio y las que no. Siempre le han fascinado las segundas. ¿Qué les lleva a no hacerlo? La vergüenza, supone. Pero la vergüenza, ¿a qué? Una vez un compañero de trabajo le dijo que no se cambiaba en público para que no le hicieran fotos. En fin. Es cierto que en invierno, a última hora, la pereza es máxima. Y lo único que apetece es ponerse el pijama y salir del gym como una diosa de felpa, como salen algunos niños directamente de natación. Pero en verano la cosa cambia. Vale que muchas de esas personas vivirán cerca y ¿qué? En verano la media de duchas diarias se dispara…
Lo único que les exonera es el ahorro de tiempo que supone acudir al templo del bienestar sin bolsa. ¿Se han dado cuenta de que la bolsa del gym perfecta son los padres? No existe. Ella cuando no se deja las chanclas, se olvida el champú. O el tanga.
El otro día, mientras rebuscaba denodadamente su tanga negro en el fondo de su mochila de tenis pensaba que los vestuarios de los gimnasios parecen aeropuertos. No por la cantidad de tetas al viento, que también, sino por el porte de las mujeres esculturales arrastrando maletas de fin de semana. La primera vez que las vio sacando cosas después de realizar idéntica clase, fue como presenciar magia. Cremas faciales, corporales, geles reductores, maquillaje, perfume salían de aquellos cuernos de la abundancia de la belleza con ruedas. Y siente una punzada de remordimiento por no llevar ni una muestra de crema hidratante en su bolsa.
A pesar de las dimensiones, ni rastro del tanga. Grrr. Y evalúa las posibilidades de salir con su intimidad al oreo. No sería la primera vez que sus vaqueros rozan tanta piel. Pero en esta ocasión lleva un vestido. Y para salir tiene que subir unas escaleras por encima de la sala de musculación. La imagen de Paris Hilton y otras cebs cruza su mente como un cometa y la desecha mientras se calza la ropa interior húmeda. De sudor, dice. Se mira en el espejo, recién duchada, y con la altura moral que le confieren sus tacones se dice: La clase es una actitud.