Revista Psicología

¿la economía del bien común es economía de mercado?

Por Gonzalo

Si se quiere ordenar la economía del bien común en una de las cuatro categorías principales de los sistemas económicos:

1.-) Economía de subsistencia. 2.-) Economía del regalo. 3.-) Economía de mercado.  y  4.-) Economía planificada.

Lo más seguro es que se tratara de una forma de economía de mercado; en cualquier caso, no una economía capitalista como el modelo actual, sino una “economía cooperativa de mercado”. De hecho, hay empresas privadas y mercados “libres” en los cuales se fijan los precios, y el dinero existe para permitir el intercambio: una economía de mercado.

Sin embargo, el “mercado” no está definido por una ley natural: es un lugar de encuentro entre las personas en el que establecen relaciones de negocios. Cómo se comportan y según qué normas éticas y legales se organizan estas relaciones es tan libre como el espíritu humano y por lo tanto se dejan a la creatividad democrática y la autodeterminación.

La economía del bien común pone patas arriba algunos de los fundamentos en los que se basa actualmente la economía de mercado. O mejor, pone las cosas bocabajo. El objetivo no es maximizar el interés propio, sino la maximización del bien común; la prioridad de la confrontación da paso a la prioridad de la cooperación.

En segundo lugar, la economía del bien común se consigue con los bienes comunales  (bienes comunales o “commons”) tales como empresas de suministro de energía, escuelas, redes ferroviarias, servicios de correos o bancos. Éstos no siguen la lógica del mercado, son bienes públicos, pero no dirigidos por el Estado, sino directamente por la población. Es por eso que se llaman “bienes comunales democráticos”.

En tercer lugar, se promueve la subsistencia, por la reducción a largo plazo de la jornada regular de trabajo en el orden de 30 a 33 horas semanales, por la apreciación relativa de otras prioridades en la vida y otras áreas del trabajo, como por ejemplo la jardinería o la artesanía, y por un “año sabático” por cada diez años trabajados. Por esto, la economía del bien común no es una economía de subsistencia, pero elementos de subsistencia completan las condiciones del mercado.

Del mismo modo, se promueve el regalo general. En primer lugar, mediante la formación de valores: la generosidad y el compartir se convierten en parámetros de conducta sociales. Si más gente produce para sí y elabora bienes de primera necesidad, también se los intercambiarán como regalo entre sí. Por otro lado, a través de incentivos para las empresas conformes con el mercado: si se comportan generosamente y regalan a la sociedad o a otras empresas recursos de todo tipo -desde tecnología y mano de obra hasta dinero-, serán recompensadas.

E incluso los elementos de planificación fluyen en la economía del bien común: las empresas pueden superar solidaria y conjuntamente las fluctuaciones de la oferta y de la demanda; el mercado se alivia mediante la consensuada confluencia de oferta y demanda.

Esta forma de supervisión del mercado es, sin embargo, descentralizada y participativa, y es efectuada por empresas privadas (y no por el Estado). Cualquiera que participe será recompensado. (No hay obligación, pero sí incentivos). Esto reduce la característica vulnerabilidad ante las crisis de la economía de mercado capitalista.

Una economía planificada “real” sin dinero ni precios de los productos porque sigue estrictamente el principio de orientación a las necesidades también podría organizarse de manera descentralizada, participativa y democrática, y mucho más fácilmente en la era de internet. Pero todavía no hemos llegado a ese extremo. Se asocia todavía demasiado la “economía planificada” con una dirección centralizada y con dictaduras.

Pero todo marxista se siente con razón ofendido cuando lo que se practicaba en la antigua URSS se confunde con los ideales de Karl Marx: la democracia, la participación y la dignidad humana. A quien esté interesado en conocer modelos más elaborados de la economía planificada descentralizada y democrática le remito a las obras  Parecon de Michael Albert o Bedürfnisorientierte Versorgungswirtschaft  (“Economía orientada a las necesidades”) de Albert Fresin.

En resumen, el modelo de la economí del bien común se alimenta de varios modelos y de todos los sistemas económicos conocidos. Evidentemente, ni todos son exclusivamente malos, ni ninguno es sólo bueno. Es decir, se combinan las virtudes y se siguen desarrollando de manera creativa.

¿LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN ES ECONOMÍA DE MERCADO?

Fuente:  LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN   (CHRISTIAN FELBER)

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