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La edad de la ira

Publicado el 14 septiembre 2020 por Caronte
La edad de la ira
Autor (es):
Fernando J. LópezISMB: 9788467033687Género: Young AdultEditorial: Espasa LibrosNúmero de páginas: 317 páginasSaga: NoSinopsis: A partir del drama desencadenado por Marcos, un chaval de dieciséis años, que hace correr ríos de tinta en todos los medios, un periodista inicia una investigación en el instituto donde estudiaba el chico. A través de los testimonios de profesores y compañeros, el lector irá descubriendo las razones de la aparente locura de Marcos.

Hola a todos. Yo de nuevo por acá, trayéndoles una nueva reseña. El día de hoy quiero hablar de este libro que leí para la escuela pero que me impactó de tal manera que necesito comentarlo con alguien y -claro que sí- nadie es mejor que mis seguidores para hablar sobre el tema. 
Como pueden ver, se trata de un libro relativamente contemporáneo. Es extraño en mí reseñar esta clase de libros pero, la verdad, es que éste ha llamado muchísimo mi atención. De forma estructural puedo decir que se trata de un escrito con lenguaje sumamente sencillo, de ese que todos o casi todos podrán entender. Por si esto no fuera suficiente, contiene capítulos en serio cortos (10 páginas a lo sumo en cada uno de ellos), en las que se hace referencia a mucha cultura popular tal como series, libros y películas. El carácter de sus protagonistas se presta mucho para que uno, como lector, pueda comprenderlos y empatizar con los mismos. Es pues, Santiago -un periodista que planea escribir un libro al respecto- quien nos lleva a través de las páginas, narrando su investigación del crimen y citando cartas, e-mails, grabaciones transcritas y textos de los testigos de los que dispone. Sobre la trama, creo que es una bastante conocida. Con esto me refiero a que todos los días podemos ver -lamentablemente- este tipo de situaciones. Es, sin embargo, la manera en que el escritor lo maneja, lo que hace de este libro algo en serio maravilloso. Para comenzar, nos da el punto central de la situación. Marcos, el protagonista, ha asesinado a su padre con una máquina de escribir, esa que lo obligaba a usar para hacer las tareas porque le había quitado cualquier medio de comunicación actual (teléfono celular, computadora, cualquier cosa con internet). Desde el inicio conocemos la situación y, a grandes rasgos, lo que parecen ser los motivos que lo llevaron a cometer ese crimen ya que, olvidé mencionarlo en la frase anterior, Marcos también deja a su hermano malherido pues le enterró unas tijeras en el cuello. Así pues, de todo lo que va este texto, es de la motivación real. Entonces, es momento de hablar sobre los personajes porque me parece que este es el punto central y real del libro. ¿A qué me refiero con esto? Los personajes son los que llevan al lector dentro de la historia y es su carácter -o falta del mismo- lo que puede hacer un libro increíble o, en su defecto, echarlo todo a perder.En primer lugar pondré a Marcos, la persona a quien hacen referencia en todo momento y que está ausente dentro de los testimonios. El chico es descrito como una persona sumamente popular, que incluso tiene un séquito de personas que vienen y van detrás de él. Extrañamente, parece que él ni busca ser popular ni pretende disfrutar demasiado de lo mismo. No diré más, sólo que mantengan esa imagen del chico popular que es más bien introvertido. Luego aparece Santiago. Él no tiene realmente nada que ver con Marcos. De hecho en la novela no se topan frente a frente nunca. Como sea. Se trata de un reportero que llega al crimen de Marcos por meras notas. Es alguien mayor -el factor mayor, claro- que se ve, muchas veces, reflejado en lo que le ocurre los chicos con los que convive.
Existen un montón de personajes más tales como la mujer de la mesa directiva. Álvaro, el profesor de literatura que es homosexual y se siente discriminado; el directo de la escuela que es un machista y racista que no le dice a nadie las cosas de frente pero procura ponerles piedras en el camino a todos; Gema, la profesora que llegó al lugar porque quería tiempo (vacaciones regulares) y dinero constante pero a quien la idea de enseñar no le encanta; Raúl, el chico que quiere ser popular; Sandra, la mejor amiga que está enamorada de Marcos y que es objeto del amor de Raúl; Ahmed, el chico "moro" a quien incluso los profesores suelen segregar por su color de piel y su origen. Y puedo seguir. Como ven, se trata de un libro lleno de personajes principales, secundarios e incidentales que se desarrollan dentro del libro porque sí, Fernando López los desarrolla a todos dentro de la obra. A veces en un comentario, a veces en un escrito que pretende hablar sobre Marcos, todos ellos terminan exponiendo una parte de sí mismos. Esto fue algo que me impresionó porque, quiera o no, termina por darnos a conocer todos los personajes, todos los que se mencionan. A veces sólo desde su ideología particular, pero hay otros que llegamos a conocer incluso ciertos aspectos de su vida. 
Sobre esto, tengo que hacer una aclaración y una queja. Sí, sé que me había tardado para quejarme al respecto pero no tengo otra opción. En Literatura conocemos a la diferencia de las voces como "polifonía". Me explico. Una persona que tiene 5 años no habla de la misma manera que un doctor en Historia del arte cuando ambos contemplan un cuadro. Así mismo, muchas personas de bajos recursos suelen utilizar el argot como lenguaje regular mientras que un catedrático en plena conferencia con personas doctoradas no podría utilizarlo. Eso, básicamente, es la polifonía. Pues resulta que Fernando López no supo usarla. Los chicos de 15 y 16 años hablan igual que el hombre de 34 que se graduó en periodismo, o que la mujer con un título en educación. No hay demasiadas diferencias y éstas se limitan a cosas como las muletillas. Por ejemplo con Gema, la profesora desinteresada, todo lo que hace es poner un "¿sabes?" regular cada tantas frases. Por lo demás, ella y el chico que atendía la cafetería escolar, ese que nos dice de primera mano que dejó la escuela a los 18, hablan igual. 
Ya casi para terminar, no me queda mucho más que mencionar respecto al libro fuera del tema central. Porque sí, el asesinato fue mero pretexto para llegar a los asuntos contundentes. Durante toda la novela Fernando López se esfuerza a sobremanera para que el lector piense. ¿Les preocupa? Prometo que tampoco es para tanto. Se encarga de exponer situaciones, modos y maneras en que se puede llegar a pensar. Como ejemplo tenemos la situación del racismo que enfrenta el alumno Ahmed por su origen. Lo que realmente perturba de esto es que esta segregación viene de los profesores y del director que aplauden este tipo de comportamiento cuando otros alumnos también lo discriminan. Luego aparece la homosexualidad, desde luego. Lo vemos con Álvaro cuando relata que una amiga lesbiana no puede celebrar su boda con todos los que quisiera porque, si se hace público, lo más seguro es que pierda su empleo. Y por último pero no menos importante -sino todo lo contrario-, critica a la educación. ¿Por qué esto me causó más ruido que todo lo anterior? Bueno, porque intenta cuestionarnos el papel de los padres dentro de la educación de los chicos. También qué es lo que deben hacer los profesores para lidiar con ellos en esta etapa tan complicada. Todos sabemos que no existe un manual para criar hijos o para ser profesor -al menos no uno que sea infalible-, por lo que es sumamente agradable leer este tipo de posibilidades.
Para no hacer la reseña más larga, sólo me resta decir que recomiendo este libro a todas las personas por encima de los 15 años. A los alumnos que se sientan fuera de lugar, a los que duden de su sexualidad, a los que sientan un odio irracional y no comprendan porqué. Se lo recomiendo a los padres que se desesperan porque no saben cómo acercarse a sus hijos, e incluso a aquellos que creen que enseñar moral a los muchachos le corresponde a los profesores. Pero más que a nadie, se lo recomiendo a los docentes para que lo tomen como manual de estudio y reflexionen sobre su persona a través de él. 
Saludos enormes,
La edad de la ira
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