Es colectiva la autoría de Mocha, documental sobre el Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis que desembarcó esta tarde en el Malba. Alumnos, egresados, docentes, autoridades, personal no docente participaron de todas las instancias de producción, a tono con los principios freireanos * –con perdón del barbarismo– que constituyen el alma de esta escuela secundaria que abrió sus puertas en 2011. El film resulta tan conmovedor y enriquecedor como el proyecto pedagógico sin precedentes en el mundo.
El relato en primera personal de plural constituye uno de los aciertos de este merecido homenaje a un establecimiento único, que figura entre los frutos más preciados de la sufrida y corajuda militancia de personas travestis y transexuales en nuestro país. El Nosotros / Nosotras se corporiza tanto en los testimonios de los entrevistados como en las secuencias filmadas detrás de cámara.
A partir de la importancia acordada al backstage, también se materializa la noción de obra en construcción: tanto la educativa como la cinematográfica. El registro de este hacer permanente da cuenta de la energía invertida en la visibilización de la población trans, en la conquista de derechos, en la reparación del daño sufrido a manos del statu quo patriarcal, todos objetivos que –al menos por ahora– no admiten punto final.
Algunos testimonios y capturas de momentos clave conforman la dimensión histórica que explica el nombre de la escuela y que señala a un actor tan importante como los militantes: el Estado. En la figura del ex ministro de Educación Alberto Sileoni se encuentra representada la voluntad política de acompañar la lucha por una sociedad (más) justa, respetuosa, inclusiva.
Exhibida en un contexto radicalmente opuesto, Mocha aumenta la nostalgia que algunos argentinos sentimos por aquellos (no tan viejos) tiempos. El sentimiento se convierte en tristeza cuando nos reencontramos con la irremplazable Lohana Berkins y cuando nos topamos con algún cartel que reclama justicia para Diana Sacayán.
Dicho esto, priman la alegría y el sentido del humor en esta obra colectiva que dirigieron el también director –valga la redundancia- del bachillerato en cuestión, Francisco Quiñones Cuartas, y el periodista franco-libanés Rayan Hindi. Es un adelanto elocuente el retrato de un Domingo Faustino Sarmiento maquillado que se convirtió en emblema de la escuela ubicada en el barrio porteño de Chacarita y en afiche de esta hermosa película.