En un partido que les dará mucho de qué hablar a aquellos que pregonan la tristemente célebre frase de que “en el fútbol no existen los merecimientos”, el Chelsea derrotó al Barcelona por 1-0 en el partido correspondiente a la ida de las semifinales de la Champions League, disputado en el Stanford Bridge.
Gracias a una efectividad inversamente proporcional a su juego, el Chelsea se llevó un premio enorme de un partido que lo tuvo como actor secundario durante los 90 minutos. De la mano de su mejor jugador, Didier Drogba, logró sacar la ventaja en la agonía de la primera parte en lo que fue la única ocasión de gol que el equipo azul pudo generar en todo el encuentro.
El Barcelona, en cambio, fue todo lo contrario al equipo local. Con una actuación digna del mejor equipo del mundo, el conjunto blaugrana dominó de principio a fin e incluso por momentos bailó a los londinenses. Más allá de haber tenido en un bajo nivel a Xavi, la reaparición del mejor Andrés Iniesta junto al siempre presente Lionel Messi fueron motivos suficientes para que el Barcelona fuera amo y señor del encuentro.
A diferencia del Chelsea, que en un contraataque definió todo gracias a la puntería de Drogba, los catalanes se cansaron de generar ocasiones para luego despilfarrarlas una y otra vez. Al menos tres mano a mano, un cabezazo de Puyol desviado magistralmente por Cech y un disparo al palo de Pedro fueron solo algunas de las chances que convirtieron a los dirigidos por Pep Guardiola en los claros merecedores de la victoria.
Por lo visto en el juego, resulta difícil imaginarse al Chelsea saliendo victorioso del Nou Camp cuando se dispute el partido de vuelta la próxima semana. Más allá de la enorme diferencia que se vio hoy en el funcionamiento de ambos equipos, lo cierto es que los hombres de Roberto Di Matteo siempre se las han ingeniado para complicar al Barcelona. La serie está más abierta que nunca.