Hace unos días conversaba con un amigo, catedrático emérito de Instituto y me contaba el grado de ignorancia del alumnado actual con una significativa anécdota vivida por él mismo en primera persona: después de explicar a una clase del 2º curso del actual bachillerato, chicos de unos 17 años, una serie de características sobre las cualidades que deberían reunir los candidatos a conseguir un puesto de trabajo, y que por diferentes circunstancias muchos no superan la entrevista, mi amigo hizo el siguiente comentario, “algo huele a podrido en Dinamarca”; de inmediato percibió que su audiencia no había entendido nada de la cita clásica y preguntó a la clase:
¿es que no sabeis de donde está sacada esta frase?
¿no os “suena” ni quien es el autor, en qué obra literaria figura, qué personaje es quien la pronuncia , etc.?; pues no tenían ni la mas remota idea ni de la inmortal tragedia de Hamlet, ni de quién fue Shakespeare, ni nada por el estilo.
En la Universidad, cualquiera que sea la Facultad, de Ciencias o de Letras, el nivel general es tan bajo, sobre todo en los primeros cursos, que los profesores optan por explicar el programa de la asignatura sin pararse a adaptarlo al ínfimo nivel de conocimientos del alumnado, advirtiéndoles, eso si, que para poder seguir las clases deben ponerse al día en unas materias y conceptos que se entiende deberían poseer.
Cómo ha sido posible llegar a esta situación?
Veamos cómo ha fracasado la orientación pedagógica en este país, en donde el régimen escolar fija el rasero en el escalón más bajo del conocimiento y pretende anular o despreciar la competitividad y el mérito dado que se pretende imponer como sea, un falso igualitarismo, por abajo.
Desde 1.970, se han promulgado cuatro leyes orgánicas distintas para regular el sistema educativo en España:
1.- Ley General de Educación, 1.970, con Francisco Franco como Jefe del Estado, se implanta la educación general básica obligatoria y gratuita entre los seis años y los catorce años, lo que representa un avance sin precedentes para la educación en España, y se estructura la Formación Profesional como una opción complementaria para los alumnos que, a partir de los catorce años deseen continuar este tipo de formación.
2.- La Ley Orgánica General del Sistema Educativo, LOGSE, de 1.990, bajo el gobierno socialista de F. González;esta ley, más basada en concepciones ideológicas socialistas que en criterios técnicos, pretendió la puesta en marcha de un sistema educativo basado en principios igualitarios más que propiamente científicos y se implantó una gestión democrática de los centros, dando voz y voto a los padres de alumnos, a éstos mismos, y al personal administrativo y subalterno, con lo que se estableció el desgobierno de los centros, al eliminarse la autoridad del Claustro de profesores. Por si ello fuera poco, esta ley fue la primera que estableció un sistema descentralizado de enseñanza en España al permitir que las diecisiete Comunidades Autónomas no sólo gestionasen los centros educativos, sino que pudieran redactar la parte fundamental de los contenidos curriculares.
3.- La Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) de diciembre de 2.002, promulgada por el segundo gobierno de José María Aznar (PP), que pretendía reformar y mejorar la educación en España después del desastre de la LOGSE , sin embargo no llegó a aplicarse.
Tras la llegada a la presidencia del gobierno de Zapatero (PSOE) una de las primeras medidas de éste consistió en paralizar el calendario de aplicación de la nueva ley por medio de un Real Decreto y siendo finalmente derogada el 24 de mayo de 2006 por la nueva:
4.- Ley Orgánica de Educación, actualmente en vigor y que pretende la continuidad de la nefasta LOGSE, promulgada tambien por el PSOE.
Consecuencias:
Actualmente, España se sitúa en el puesto 26 en desarrollo educativo, por debajo de casi todos los países de la Unión Europea, según el informe "Educación para todos" elaborado por la Unesco.
Otros informes señalan que tres de cada diez alumnos españoles abandona los estudios obligatorios antes de graduarse y el 31% no consigue la titulación mínima obligatoria frente al 15,2% de la Unión Europea.
Siendo muy grave esta situación por la elevada tasa de fracaso escolar que implica, resulta mucho mas preocupante todavía el nivel medio de los alumnos que continúan curso tras curso, aprobando de cualquier manera sus asignaturas, o sin aprobarlas, pues se admite pasar de curso hasta con tres asignaturas pendientes, y alcanzando una formación intelectual tan precaria como demuestra la anécdota del comienzo de este artículo.
Por ello sorprende muy favorablemente la iniciativa de crear un bachillereto para “alumnos excelentes” propuesta por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Según este proyecto, la Comunidad de Madrid abrirá un “aula de excelencia” (para los alumnos más aventajados) en los institutos de enseñanza secundaria, es decir, públicos, no privados, la próxima legislatura, iniciativa que se suma al bachillerato de excelencia al que accederán los alumnos que lo deseen entre los que más mérito hayan acumulado durante la escolarización obligatoria. "Este bachillerato de excelencia que se pondrá en marcha el próximo curso será una experiencia piloto que pretende servir de ejemplo y de estímulo para la creación de grupos de especial exigencia en todos los institutos que lo deseen", ha asegurado la presidenta Aguirre, que ha propuesto"un cambio educativo radical en España".
Esta propuesta de Aguirre de crear un bachillerato de excelencia, como era de esperar, desató la polémica en la comunidad educativa. El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, rechazó inmediatamente la idea pues, fiel a sus ideas socialistas, entiende que este proyecto propugna la segregación e incluso el apartheid, sin comprender, ni querer hacerlo que este proyecto, si algo puede lograr, es que la enseñanza pública compita con la privada en la formación de élites. Son muchos los prebostes socialistas quienes llevan a sus hijos a colegios privados (o concertados, incluso de órdenes religiosas) huyendo del desastre casi general de la enseñanza pública.
La iniciativa de Aguirre no cabe descalificarla desde los principios del igualitarismo ni de la justicia porque la selección que se pretende es la del talento, no la de los recursos, y eso resulta tan justo como progresista. Se trata favorecer y fomentar el principio de igualdad de oprtunidades pero motivando a los mejores, a los que se pretende estimular su esfuerzo en vez de desmotivarlos.
Así mismo, los países de nuestro entorno socio económico, tanto en la Unión Europea como en América han sabido formar unos cuadros dirigentes para ocupar los principales puestos tanto en la empresa como en universidades y centros de investigación y ello sin lugar a dudas requiere que los centros educativos sean capaces de establecer una rigurosa selección de la excelencia.
F. J.