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La época dorada de la química: el poder de Alemania

Publicado el 02 mayo 2013 por Joseleg

La época dorada de la química: el poder de Alemania La época dorada de la química: el poder de Alemania
El periodo entre la segunda y tercera revolución química ha sido considerado como la “época de oro de la química” (Knigth, 1992). La materia estaba compuesta de átomos (con valencia) y moléculas, que clasificados periódicamente como elementos, permitían predecir su comportamiento, lo que fa­cilitaba copiar moléculas que se encontraban originalmente en plantas y animales, y posteriormente sintetizar moléculas completamente nuevas. Las sociedades europeas primero, pero posteriormente las del resto del mundo, fueron inunda­das con nuevos colorantes (figura 5), materiales y medica­mentos provenientes de las poderosas industrias químicas alemanas.
En este país, el número de universidades con insti­tutos y departamentos de química, con sus respectivos profesores, investigadores y alumnos creció de manera considera­ble […] los que poco a poco empezaron a cambiar sus actividades, siendo una de las más importantes el dejar funda­mentalmente de pesar, por medir. La fisicoquímica estaba en camino.
Van’t Hoff y Ostwald crearon la revista Zeitschrift für Physikalische Chemie: Stöichiometrie und Verwandtshaftslehre en 1887, y Nye (1993) indica que es a partir de 1830 cuando ambas comunidades, la química y la física, se separaron claramente, 100 años antes de la fundación del Journal of Chemical Physics. Reconoce también la más antigua identidad química asociada a las prácticas experimentales con aplicaciones medicinales, agrícolas e industriales.
El reconocimiento de que los átomos podían dividirse, de­rivado del descubrimiento de los electrones y la radiactividad, inició a principios del siglo xxla tercera revolución química. Con la espectroscopia y los rayos X, la radiación electromag­nética ocupó un lugar importante en el pensamiento químico, cada vez más influenciado por los avances que se estaban dan­do en la física. Era claro que debajo de la omnipresente mate­rialidad de las sustancias, hasta entonces terreno prácticamen­te privado de los químicos, había una realidad a la que sólo bajo las técnicas que iban desarrollando los físicos podía acce­derse.
De acuerdo con lo indicado anteriormente por Bache­lard, se inicia el “espíritu científico” el estado abstracto (1979, p. 11), en el que el espíritu emprende informaciones voluntaria­mente sustraídas a la intuición del espacio real, voluntariamente desligadas de la experiencia inmediata y hasta polemizando abiertamente con la realidad básica, siempre impura, siempre informe. Quedaba por ver si eso representaba alguna ventaja en las actividades que se realizaban en los laboratorios y en las industrias.
Una figura central en esta revolución es el norteamericano Gilbert N. Lewis. Sus aportaciones a la fisicoquímica y su pro­puesta de un modelo atómico basado en la química marcan el desplazamiento del desarrollo profesional e industrial de la vieja chimica alejandrina, con su paso por Europa, al nuevo continente. La Primera Guerra Mundial en la que ya partici­pan de manera decidida los Estados Unidos refrendan que la geopolítica mundial estaba cambiando.  

La época dorada de la química: el poder de Alemania

Figura adicional r. Gilbert Newton Lewis

El modelo atómico de Lewis, generalizado posteriormente por Irving Langmuir, se enfrentaba al fisicocuántico europeo (Chamizo, 2009). Am­bos productos de su época, con el primero se explicaba la química, con el segundo la espectroscopia. El mismo Lang­muir lo indica claramente (1919):
El problema de la estructura de los átomos ha sido estudiado principalmente por los físicos, quienes consideran de manera muy pobre las propiedades químicas, las que en última ins­tancia deben ser explicadas por una teoría de la estructura atómica. La gran cantidad de conocimientos que sobre las propiedades químicas se tiene y las relaciones como las que resume la tabla periódica deben emplearse como un mayor fundamento para la estructura atómica que los relativamente escasos datos experimentales obtenidos únicamente con ideas físicas
Esta disputa duró hasta la cuarta revolución cuando el áto­mo químico cedió al físico su protagonismo (Izquierdo, 2010), lo cual fue acompañado por la entronización del positivismo lógico del círculo de Viena como la única manera de pensar la filosofía de la ciencia. Esta corriente filosófica, empírica en su contenido y lógica en su forma, asume que con la axiomatiza­ción de las teorías unifica todas las ciencias en una sola. Este proceso de unificación de la ciencia en el que se derivan prin­cipios de una ciencia a otra comúnmente se conoce como reduccionismo.  

La época dorada de la química: el poder de Alemania

Figura adicional s. Wolfgang Ernst Pauli

La lógica positivista asume que las leyes de una determinada ciencia, como la química, pueden en princi­pio derivarse de otras leyes más básicas, en este caso de la físi­ca, particularmente de la mecánica cuántica. Cuando en 1927 Fritz W. London, uno de los primeros físicos en aplicar la me­cánica cuántica a la química escribió (Palmer, 1965):
Si no existiera el spin electrónico, el principio de Pauli sólo per­mitiría la solución antisimétrica de la ecuación de Schroedin­ger, que corresponde a la repulsión entre los átomos y el enlace covalente no existiría. El hecho que constituye la química co­valente parece depender por entero, desde el punto de vista del Principio de Pauli, de la existencia del spin electrónico.
Pero la química covalente también era explicada por el modelo de Lewis-Langmuir, como los químicos orgánicos de todo el mundo aún hoy atestiguan. Sin embargo, para muchos físicos esto se traduce en una posición absoluta, lamentable­mente presente aún entre muchos de sus practicantes: sin el spin no hay química. El reconocido físico Paul A.M. Dirac va más lejos un par de años después en su famoso comentario (Lombardi, 2005):
Las leyes físicas fundamentales necesarias para la teoría ma­temática de una gran parte de la física y la totalidad de la química se conocen completamente a partir de la mecánica cuántica.
Al que muchos textos de física e inclusive de química elimi­nan un complemento fundamental, una vez que el mismo Dirac escribió allí mismo:
…la única dificultad [de derivar la química de la física] es que la aplicación exacta de las leyes de la mecánica cuántica da lugar a ecuaciones prácticamente imposibles de resolver.
Párrafo vigente aún hoy en día cuando contamos con las más poderosas supercomputadoras y que en esa época eran inimaginables (Chamizo, 2010). Separando en el quehacer científico los contextos de descubrimiento de los de justifica­ción y avalando sólo este último, la ciencia pasó a ser en el imaginario colectivo de sus practicantes una parte de la física.  

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Figura adicional w. Erwin Rudolf Josef Alexander Schrodinger

A pesar de sus enormes éxitos en la construcción de nuevos objetos “Es pertinente recordar la frase del decimonónico químico fran­cés M. Berthelot: La química crea su objeto”,la química se percibía como una disciplina desorde­nada, poco rigurosa, impura (Bensaude-Vincent, 2008) y la frase de Ernest Rutherford, resumiendo el espíritu de su tiem­po, resultó contundente: la ciencia se divide en dos categorías: física y filatelia. PRINCIPAL REGRESAR

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