Ante la debacle del mundo en todos los ámbitos los gobernantes han optado por la estrategia de la propaganda pura y dura de manera que la población se pueda ir recondicionando según sus conveniencias. La era de la propaganda no tolera el disenso, se cancela el debate y la información vertida por los propagandistas es la verdadera. La propaganda se utiliza cuando se quiere implementar un plan para gobernar a una población de manera que no puede ser de ningún modo democrática. En estos casos se convierte en un arma política de control que no puede ser criticada ni puesta en duda.
Es la religión de los políticos que a través de los medios de comunicación de masas ha de ser aceptada y acatada en nombre del bien común, la nación o lo que crean oportuno los propagandistas.
La propaganda termina por lo tanto por dominar todas las esferas de conocimiento del ser humano; la cultura, el arte, la religión, la política y la filosofía entre otros campos son constantemente invadidas por la propaganda que acaba por adaptarlas a un ideario e ideología que se debe imponer a la población para poder subyugarla sin resistencia alguna de manera que el consenso sea el más mayoritario posible.
La "pandemia" ha sin duda el fenómeno más propagandístico del siglo XXI.