En esta serie de post, por último, vamos a conocer cómo funciona la escalada de la ira y qué debemos conocer para que este proceso no se active de manera frecuente en nosotros. Sobre todo, por las consecuencias que trae para la persona que lo experimenta. La realidad es que una persona que se maneja mucho con la ira está mermando su capacidad de adaptación al entorno y en la mayoría de los casos, está consiguiendo alejar a su red social de ellos. No es ni mucho menos agradable convivir con una persona que reproduce conductas cercanas a la agresividad, por lo que la persona se puede ir sintiendo cada vez más frustrada.
Las pautas que podemos tener en cuenta para aprender a controlar la ira es conocer qué es lo que hace que a partir de una pequeña molestia o irritación inicial, se llegue hasta la expresión de la ira descontrolada, es decir, conocer los antecedentes de nuestra conducta. Para ello, es imprescindible conocer el camino ascendente que sigue la ira. El proceso de escalada responde a estas 4 fases:
• Suceso interpretable que nos lleva a…
• Pensamiento negativo o “caliente” que genera
• La ira excesiva y
• La conducta violenta que es la expresión motora de nuestra emoción
El error de muchas personas es creer que un suceso negativo provoca el malestar o la ira excesiva directamente. Lo que en realidad nos enfada es lo que ha ocurrido (suceso) y lo que hemos interpretado (pensamiento) acerca de ello.
Si no podemos interpretar con total seguridad lo que significan los gestos y conductas de los demás, al menos sería interesante conocer los aspectos que nos llevan a ponernos furiosos. Si detectamos las señales que indican cuándo nos estamos enfadando y por qué, al menos tendremos la oportunidad de poder controlar nuestro nivel de cólera.
Pensamientos negativos: ante un suceso la ira escalará rápidamente si empezamos a tener “pensamientos calientes”. Estos pensamientos actúan como si fueran una cerilla que va “quemando” a la persona a pasos agigantados. En el fondo, es lo que la persona se dice a sí misma ante un suceso determinado. Algunas frases pueden ser las siguientes. “me mira así para fastidiarme” ”lo está haciendo para molestarme” ”me tiene harto”…
Sensaciones del cuerpo: son aquellas sensaciones físicas que notamos y que están muy relacionadas con el aumento de la ira. Aunque cada persona puede tener sensaciones corporales diferentes cuando se va enfureciendo, las más habituales son: puños cerrados, tensión muscular, labios y dientes apretados, tono de voz alto, respiración acelerada…
Comportamientos furiosos: son las conductas que una persona realiza cuando se está calentando o enfureciendo. En estos casos la ira aumenta más rápidamente todavía.
Cuando la ira domina al comportamiento, el sujeto puede acabar descargando toda esa tensión contra otras personas. Así, puede insultar al compañero, vengarse de forma violenta o incluso desplazar la ira hacia otras personas o situaciones (enfadarse con otras personas al conducir…)
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