Dentro de las corrientes de pensamiento económico existe una visión radicalmente diferente a las Escuelas dominantes como la Neoclásica o la Keynesiana y es la de la Escuela Austriaca, desarrollada por autores como Menger, Mises o Hayek, que define la economía ya no como una ciencia objetiva y constante sino como una teoría de la elección y la acción subjetiva humana.
El paradigma austriaco parte de una "teoría de la acción humana" entendida como un proceso dinámico y creador continuo. En este proceso los fines a alcanzar y los medios para conseguirlos no están dados ni pueden ser fijados de antemano ya que son siempre cambiantes por la continua acción y reacción de los agentes económicos. Critica el estéril objetivismo clásico anglosajón siempre obsesionado por la supuesta existencia de entes externos de tipo objetivo (clases sociales, agregados, factores materiales de producción). Consideraban que el científico de la economía debía situarse siempre en la perspectiva subjetiva del ser humano que actúa.
La economía tiene, como la matemática y la lógica, carácter apriorístico y no hipotético-deductivo, como las ciencias naturales. Los fenómenos empíricos son continuamente variables, de manera que en los acontecimientos sociales no existen parámetros ni constantes, sino que todos son variables, lo cual hace muy difícil, si no imposible, extraer leyes históricas o realizar predicciones. La Escuela de Economía Austriaca es una teoría de la acción del ser humano, y no de un análisis objetivo de bienes y servicios, el cual crea continuamente nueva información y modifica las variables de un sistema que nunca estará en equilibrio.
En la ciencia económica no existen constantes o relaciones funcionales, porque estamos analizando el comportamiento humano, la acción humana que tiene una capacidad creativa innata e infinita. Como dejó dicho Newton: "puedo calcular el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura del hombre". Desde el punto de vista formal, se postula por la lógica verbal (abstracta y formal, que da entrada al tiempo subjetivo y a la creatividad humana) frente al formalismo matemático (como lenguaje simbólico propio de los análisis de fenómenos atemporales y constantes).
El hombre que actúa es el empresario creador que intenta aprovechar las descoordinaciones del mercado para obtener un beneficio ofreciendo un producto o servicio con el coste más reducido posible. Con ello contribuye a coordinar los procesos de mercado en dirección a un equilibrio que naturalmente nunca se alcanza del todo.
Los postulados de esta Escuela Austriaca han tenido realmente una aplicación práctica en el funcionamiento de gestión bursátil de inversiones, como expone el inversor y gestor de carteras Francisco García Paramés en su libro "Invirtiendo a largo plazo: Mi experiencia como Inversor", donde enumera una serie de principios para realizar una inversión:
- Los mercados funcionan, por definición. Los mercados son millones de personas interactuando entre sí, emprendedores con unos fines y unos medios para conseguirlos que sólo ellos conocen.
- Los mercados nunca están en equilibrio. Los mercados están inmersos en un proceso continuo e incabable, y siempre habrá un emprendedor intentando aprovechar un conocimiento nuevo o una descoordinación temporal para ofrecer un producto a un precio atractivo y con un coste razonable. Esto significa que las compañías con ventajas competitivas duraderas son muy escasas y estas ventajas limitadas en el tiempo.
- El crecimiento económico está basado fundamentalmente en el incremento de la productividad derivado de la división del trabajo, todo ello con la financiación del ahorro.
- La explicación austriaca del proceso productivo como el del sacrificio inmediato para desarrollar una capacidad productiva más profunda e incrementar la productividad, tiene como elemento fundamental el tiempo.
- Existe un tipo particular de intervención en el mercado del dinero de especial trancendencia: la manipulación de la moneda mediante el control de los tipos de interés por los bancos centrales.
- Si no aumenta artificiosamente la cantidad de dinero en circulación, el estado natural de una economía es el deflacionario. Los incrementos de productividad permiten producir más bienes con el mismo dinero.
- La falta de una moneda respaldada por el oro o algo similar independientemente de una decisión política, implica que ésta se depreciará permanentemente frente a los activos reales. La presión de los gobiernos para depreciar la moneda es permanente.
- Los precios de los productos, que dependen de lo que están dispuestos a pagar por ellos los consumidores, determinan sus costes y no al revés, como muchos creen. El precio acaba determinando los costes. Primero se calcula la demanda; después se calcula el coste necesario para satisfacer esa demanda. El precio del petróleo es un ejemplo de esta mecánica de funcionamiento.
- Los costes de producción son subjetivos, por lo que cualquier estructura de producción es susceptible de variar dependiendo de las circunstancias. No hay una estructura de costes fijos inamovible e indefinida. Coste es igual a una mejor alternativa.
- Los modelos económicos son prácticamente inútiles para modelar el impredecible comportamiento humano y la ingente cantidad de decisiones cambiantes.