Durante un embarazo, lo más habitual es que todo discurra correctamente, aunque en algunos casos pueden surgir una serie de defectos o malformaciones, uno de los casos más conocidos entre las embarazadas es la espina bífida, aunque no es tan habitual como se piensa.
Que es la espina bífida.
Conocemos como espina bífida a un desorden en el desarrollo congénito de la columna vertebral del bebé, concretamente en la fase de formación del tubo neuronal, esto conlleva una serie de problemas después del nacimiento del bebé.
Las causas.
Según los expertos el motivo mayoritario para padecer espina bífida es la falta de ácido fólico durante el principio del embarazo. Aunque en todo el mundo hay un 5% de casos en los que no se puede determinar por que circunstancias se ha desarrollado la espina bífida en el bebé.
La espina bífida no se considera una enfermedad que se herede de padres a madres, aunque en parte algunas mujeres son más vulnerables, ya que lo que si que se hereda es la capacidad del cuerpo a la absorción correcta del ácido fólico, con lo que en estos casos la embarazada tendría más posibilidades para sufrir la espina bífida.
Por ello, se recomienda empezar una dieta rica en ácido fólico desde el momento que nos enteremos que estamos embarazadas, incluso si hemos decidido intentar quedarnos embarazadas, podemos ir al médico a que nos recete unas vitaminas ricas en ácido fólico, para tenerlo alto en las primeras fases del embarazo.
El desarrollo de la espina bífida.
Uno de los primeros desarrollos en el feto es la formación del tubo neuronal, es lo que en un futuro será el cerebro y la medula espinal del niño.
El desarrollo correcto del tubo consiste en la creación del tubo, después el mismo se dobla hacia adentro, llegando a cerrarse después de 28 días. La espina bífida es la consecuencia de que el tubo no llegue a cerrarse correctamente, es lo que puede producir las malformaciones en la medula o en las vertebras del niño.
Tipos de espina.
Encontramos 2 tipos diferentes de espina bífida, los podemos definir como:
Espina bífida oculta:
Es el tipo que menos impacto tiene en el niño, suelen encontrarse pequeños huecos en por lo menos una de las vertebras del niño, no llegándose a cerrar completamente, en estos casos muchas veces ni se descubre su existencia hasta que llega a edad adulta, ya que no suele tener una sintomatología fuerte.
Espina bífida abierta:
En este caso la gravedad es mayor y es mucho más fácil de detectar que la oculta, surgiendo, no produce la muerte del bebé, pero si que crea una serie de problemas neuronales graves como:
- Hidrocefalia.
- Problemas en el sistema motor del niño.
- Paralización de las extremidades inferiores parcial, o completa.
- Mayor riesgo a padecer meningitis.
- Problemas en el control de esfínteres.
Otro caso de espina bífida abierta es “lipomeningocele” aunque no supone tanto riesgo como la anterior y no es muy habitual. En este caso en los pequeñas huecos, saldría unos pequeños quistes con un líquido.