Tanto la fotografía, a cargo de Cesar Charlone, como la dirección de arte, elaborada por Daniel Fernández Vaga y Mariana Pereira, y el vestuario diseñado por Alejandra Rosasco, están inspirados en el trabajo de Juan Manuel Blanes. Se buscó, según los responsables, traducir a la pantalla grande la estética realista, casi fotográfica, del pintor.
La obra de Juan Manuel Blanes es una referencia ineludible a la hora de recrear el paisaje visual de nuestra campaña en los primeros años del siglo XIX. La paleta de colores, presente en las escenas, intenta aproximarse a la del artista.
Por el lado del vestuario, varias gamas fueron utilizadas: marrones, beige, arena, ocres, rojos, azules bajos, verdes secos y olivas. Todos tonos que con el tratamiento de envejecimiento de las telas pierden su potencia y pasan a las gamas agrisadas y sucias de ellos mismos. Con la conjunción de varios colores en un mismo vestuario, pero con un desgaste y una suciedad similar, se consiguió que cada personaje se vea armónico. Eligiendo ciertas prendas que contrasten es que se logró el acercamiento a la paleta de colores utilizada por Blanes. La elección de telas de fibras naturales y no sintéticas, también hizo posible este acercamiento, ya que por naturaleza no se generan colores que pueden aparecer como artificiales o químicos.
En cuanto a la fotografía, la utilización de la luz se mantiene fiel a la realidad, al igual que en sus óleos, respetando las sombras arrojadas por los objetos y personajes según la hora del día. Lo mismo sucede con el tratamiento del color y las correcciones de éste.
Pero no solamente "el pintor de la patria" fue la inspiración para diseñar la fotografía, el arte y el vestuario de la película, sino que es uno de los protagonistas de esta historia.
Recrear una época
La recreación de toda una época pasada supuso, para el rodaje de La redota, la implicación de una enorme cantidad de elementos y un esfuerzo sobrehumano por parte de la producción. Centenares de extras, grandes instalaciones, varios escenarios, vehículos de todo tipo y despliegue de vestuario y escenarios en los departamentos de Tacuarembó, Maldonado, Colonia, Montevideo y hasta en el Paraguay. En cuanto a los actores, el director, César Charlone, prefirió incluir a muchos que no fueran profesionales e incluso que ni siquiera tuvieran experiencia. El casting fue general, no para personajes específicos. Así surgió lo que denominan “un guión interactivo”, ya que fueron reescribiendo roles, e incluso creando algunos en función de los actores que contrataron. Atendiendo a esto, una preparadora de actores se instaló en Tacuarembó durante un mes para entrenarlos para la filmación. Conjuntamente, el historiador paraguayo Jorge Rubiani ofició como coach de lenguas, asistiendo al elenco con lecciones de idioma guaraní.
ARTE
“Nuestro mayor mérito -en lo que a Dirección de arte respecta-, fue el armado y articulación de un gran equipo humano de trabajo. El espíritu colectivo, aplicado a la creación y diseño de la estética de la película, se constituyó en nuestro esquema de trabajo y posibilitó la realización ésta tarea titánica que implicó la reconstrucción del Río de la Plata de 1812 (…). El campamento del Ayuí en el Salto Chico, el Palacio de Gobierno de Buenos Aires, las calles de una Montevideo fortificada y todos los ambientes que se construyeron en imágenes significaron un trabajo extremadamente minucioso. Primero, de estudio e investigación; luego, de construcción y realización de escenarios, utilería, objetos de uso cotidiano y todo aquello que pobló la vida cotidiana de aquel tiempo.
Cada detalle fue revisado con especialistas, antropólogos, historiadores y musicólogos, de forma de tener en escena una imagen muy real de lo que podría encontrarse en la época.
La dificultad evidente fue la escasez de registros objetivos y detallados de los ambientes y elementos usados por los personajes; la tarea empezó, entonces, en la búsqueda y lectura de los reportes de campaña del propio Artigas, relatos de viajeros y documentos -unos 450 textos- que nos ilustraran en nuestra construcción histórica.
Algunos datos que ilustran la dimensión del trabajo realizado: se usaron 90 toneladas de madera, seleccionada de acuerdo a especies nativas existentes en 1812 y a su forma natural para la construcción del campamento del Ayuí (viviendas, capilla, escuela, comandancia, entre otros). Conjuntamente, se emplearon 480 cueros vacunos y 160 cueros ovinos. Además, se construyeron 10 réplicas de carretas de la época y 1500 objetos de utilería (lanzas, puntas de lanza, estribos, frenos y espuelas)”.
Nuestro esfuerzo fue siempre pensando en obtener un producto audiovisual que no sólo sirviera como entretenimiento, sino también como material de estudio y difusión. Es una oportunidad única para quienes trabajamos en la construcción artística, y también una gran responsabilidad y así lo asumimos: queremos mostrar por primera vez en imagen, voz y comportamiento, a nuestro Prócer”.
Daniel Fernández Vaga, director de arte de La redota: una historia de Artigas
Material elaborado gracias al aporte de:http://laredotalapelicula.com/page/2/
"El famoso pintor Juan Manuel Blanes recibe en 1884 el encargo de recuperar el rostro de una leyenda. Su fuente son los apuntes de Larra, espía español que 70 años antes habría intentado asesinar al caudillo José Artigas: ese caudillo que emigró con un pueblo errante y fugitivo para acampar a orillas del arroyo Ayuí. Sorteando adversidades y en busca de sus destinos, estos tres hombres llegarán a la misma encrucijada: la travesía no tiene un punto de llegada sino, apenas, un punto de partida".
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