Revista Cultura y Ocio
La estrategia del pequinésAlexis RaveloISBN: 978-8415900818Formato: Tapa blanda– 282 Págs Editorial: Alrevés
El Rubio dejó de delinquir hace décadas, pero la grave enfermedad de su mujer le hace replantearse las cosas cuando Júnior, un distribuidor local de cocaína, le propone atracar al testaferro de sus jefes en Gran Canaria. Para organizar el asalto, no le costará seducir al Palmera, un parado de larga duración cuyo sueño es abrir un bar, y a Cora, una prostituta de lujo que sospecha cercano el momento en que se esfumen sus encantos. La estrategia del pequinés es mostrarse fiero y aprovechar cualquier despiste del adversario para atacar y huir. Eso será lo que hagan los protagonistas de esta novela cuando descubran que le han pisado la cola a un tigre y se vean inmersos en una persecución frenética en la que irán dejando un rastro sangriento. Parados cincuentones, escorts venidas a menos, narcotraficantes, policías corruptos y blanqueadores de dinero pueblan esta novela negra de alto voltaje, una dura historia coral sobre perdedores en la que lo importante no es saber quién es el asesino, sino quién será el próximo en morir y, sobre todo, por qué.
Para mí La estrategia del pequinés fue una novela de esas que necesitas que alguien te empuje a leerlas, a pesar de llevar meses y meses en mi lista. La típica que miras y dices qué-ganas-tengo-de-leerla, y por algún motivo no llegas a hacerlo. Incluso después de ganar el premio Hammett el año pasado (cuando me dije que de esta sí que sí), tampoco. Y eso que viene abalada por Alrevés, que no es moco de pavo.
Como me pasó con otras muchos autores con los que me inicié graciasa las lecturas simultaneas de Twitter, no tenía ni idea de lo que iba a encontrarme cuando leí la primera página. De hecho, su inicio fue tan duro y contundente que no sabía si me convencería. Pero, joder, vaya si me convenció.
Pues claro que algo salió mal en la recogida, pero no fue el contacto. Ese había cumplido: había dicho dónde -el nombre del barco, el muelle de atraque, el número y la letra del contenedor- y había dicho cuándo -el miércoles, a las ocho en punto de la mañana -: así que lo que había salido mal era el Rata. Marcos el Rata. El bobomierda que se había corrido una marcha del carajo con la pasta que Júnior le había adelantado; que no se había presentado a su hora al día siguiente en su puesto de estibador, ese puesto en el que el contacto le había asignado el contenedor de frigoríficos donde iba el gancho perdido con los dos kilos de polvo; el jodido gilipollas irresponsable que no había llegado al muelle antes de que Aduanas hiciera el registro aleatorio; la misma carroña inmunda que en ese mismo instante llevaban en la caja de la Nissan Trade de Felo, comiéndose una ensalada de guantazos.Utilizar citas es algo que no me gusta, pero era necesario plantear. Al poco de leerlo se lo dejé a mi madre con una única explicación: es bueno. Y después de leer el primer capítulo me lo devolvió diciendo que qué demonios le había dado a leer. Pero le pedí que siguiera y no se arrepintió, como yo. Es verdad que a no todo el mundo le convence cierto tipo de vocabulario (a ella menos que a nadie) y también es cierto que a veces se abusa de él en las novelas para “ilustrar” a una serie de personas. Y hay otras veces que aunque la narración te pegue una bofetada en la boca, sabes que hay tanto detrás que se lo personas.
Podría decirse que es una historia de robos, una historia de drogas, una historia de mafias. Y es negra, tanto, que no hace falta ni un miserable policía para ponerle el toque. De hecho, no hay buenos ni malos, sino únicamente gente con más o menos suerte con la que puedes simpatizar o no. Somos nosotros los lectores quienes ponemos las etiquetas a quien corresponda. Total, son tipos normales intentando salir del embrollo. Un poco al estilo de las pelis de robos donde yo siempre quiero que ganen los ladrones. Que se los han currado, se lo merecen.
Los personajes son una mezcla entre oscuros y “cotidianos”, retratados muy sólidamente: traficantes, prostitutas, mafiosos y corruptos. Incluso los secundarios, los que aparecen solo por un rato, están bien integrados y dibujados. Un verdadero mérito para una novela tan tora en la que intervienen tantos.
Además, para rematar la cosa, lo sitúa todo en un entorno tan cerrado como Las Palmas, donde se persiguen los unos a los otros trazando planes a la desesperada. Sabiendo que hay pocas posibilidades de que salgan bien. Porque vamos a ver… huir se hace complicado cuando llevas la carga que planean llevar.
Y el final sigue la línea de la novela, con un ritmo ascendente (y muy violento). Hay sorpresas, y también cosas que podríamos esperarnos. Alegrías y desilusiones en igual medida. Pero sobre todo una trama cerrada con las que cerrar el libro satisfechos.
La lectura se hace muy fluida porque está enfocada a la acción: los capítulos no son muy largos, los párrafos son poco extensos y tiene muchos diálogos. Además, como ya habéis comprobado, el lenguaje es muy de la calle. Pero no por ello es literatura facilona, no nos equivoquemos. Con suerte te durará un par de tardes (o menos) y saldrás de la experiencia con la sensación de haber tenido en las manos una bomba de relojería.
Como diría mi amigo, Es un pepino. O también Es Dios. Cualquiera de las dos me vale, porque cuando se encuentra una novela negra tan diferente, merece la pena excederse en expresiones. De mano, Alexis Ravelo ya figura en mi lista de búsquedas inmediatas.
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