Revista Blog

La estratificación de la blawgósfera

Por Gaviota
Actualmente, los bloggers jurídicos o blawgers (o incluso blawggers) nos encontramos en un proceso de integración por cooperación. Fruto del ingenio de algunos de los blawgers más emprendedores en Latinoamérica, nos encontramos actualmente con una comunidad que han llamado Blawggers Internacionales. Como lo he indicado en este desde el momento en que coloqué el logo de la comunidad por primera vez, me siento orgulloso de pertenecer a Blawggers Internacionales. La simple mística del asunto me parece interesante, independientemente de qué tan cohesionados estemos.
No obstante, esta semana me han ocurrido un par de anécdotas que quiero compartir en este espacio. En primer lugar, como uno de los organizadores del concurso de Blawggers Internacionales para la vigencia 2009, envié un correo electrónico general a las personas que se encuentran inscritas en la base de datos de la comunidad, invitándolos a votar por quienes habían resultado nominados en la primera etapa del concurso (las nominaciones). Recibí un par de respuestas, aunque no muchas.
Una de las personas que sí me escribió (cuyo nombre me reservo pues no me ha autorizado a divulgarlo), lo hizo agradeciendo la invitación, pero declinando participar, toda vez que, indica él, nunca ‘quisimos’ agregar su blog a nuestro listado de blogs indexados, y no clasifica para ello según nuestros criterios. Al leer este mensaje, respondí explicando por qué razones en la actualidad es imposible indexar más blogs en B.I., pero invitándolo a que me enviara su dirección de blog, para poder leerlo (pues no lo conozco), y adicionalmente con la intención de conversar el tema con los administradores del Catálogo de Blogs Jurídicos, para conocer su lado de la historia.
No recibí respuesta.
Durante algún tiempo me pregunté del porqué de la reacción de este colega blogger, sin encontrar una respuesta satisfactoria. Me quemé los sesos de pájaro intentando entender la actitud (¿si no quiere participar, por qué hacerlo explícito?; ¿por qué el sarcasmo?; ¿quién le dijo que no clasificaba?). No fue sino hasta que ocurrió la segunda anécdota, cuando creo haber logrado obtener una respuesta medianamente convincente.
En un reconocido blawg (cuyo nombre tampoco mencionaré pues esto no es un asunto personal) pude leer un artículo que me pareció sumamente interesante, pero respecto del cual no compartía ninguna de las posturas planteadas. Tengo la costumbre de querer participar en los blogs mediante uno que otro comentario, en aquellos espacios que invitan a comentar, o incluso en aquellos que fomentan las discusiones. Elaboré un comentario relativamente corto, exponiendo las razones que sustentaban jurídicamente mi desacuerdo.
No era el único que quería participar. Varias personas más participaron, y a pesar de considerar que yo había presentado argumentos que merecían ser discutidos (al menos de manera muy breve), mi comentario fue absolutamente omitido.  Fue como si nunca hubiese comentado nada.  No es la primera vez que me ocurre, y de hecho, no solía reparar en esta circunstancia, sino hasta que comparé mi situación con la del inconforme blawgger que me había escrito el mensaje a mí.
Uno de los avances más interesantes de Blogger (la plataforma) en los últimos tiempos, ha sido permitirle a quien comenta en un blog seguir el histórico de comentarios que se van presentando después de la intervención propia, en tiempo real. En otras palabras, le envía al correo electrónico personal un mensaje cada vez que alguien más inserta un comentario en la entrada.
Gracias a esta modificación en Blogger, suelo suscribirme a los comentarios que se realizan en una entrada en la que he participado. Por ello, encontré que en esa entrada, el administrador del blog en el que había participado mediante un comentario respondía casi a todos los comentarios, pero había algunos comentaristas a los que nos omitía por completo. Frente a otros comentarios, no reaccionaba de manera muy favorable, pero al menos no ignoraba a estos comentaristas, y les dedicaba uno que otro ‘dardo’ para hacer prevalecer su posición.  De hecho, yo solo escribí un único comentario, y por tanto, fui omitido una sola vez. Hubo otros que escribieron más de una vez y fueron omitidos varias veces.
Recordé al signatario del Email.  ¿Será que esto mismo le habrá ocurrido a él cuando quiso incorporarse a la comunidad? ¿Será que los Blawggers Internacionales omitimos a potenciales miembros?  Me preocuparía mucho que fuera así.  Sería curioso que los defensores de la justicia en la red, los paladines de los principios jurídicos, los soldados del derecho, hiciéramos esto.
¿Qué tan lógico es salir de dictar una clase sobre la importancia de los derechos fundamentales en la actualidad, para luego administrar un blog en el que discrimino a alguien por su nombre (o por no tenerlo), o por su origen, o por su religión?
¿Qué tanto sentido tiene escribir y publicar un ensayo sobre el principio de igualdad cuando considero que soy mejor o peor blogger (o abogado) que alguien más, sin siquiera permitir que esto último se ponga a prueba?
¿Qué tan decente se siente quien gana un pleito acudiendo a la igualdad de armas (penal), al equilibrio económico de los contratos (administrativo), al derecho a la igualdad (acción de tutela o amparo), al principio de “a trabajo igual salario igual” (laboral), filiación y petición de herencia en igualdad de condiciones (sucesiones), o cualquier otro caso que se fundamenta en que el derecho garantiza la igualdad de las personas? ¿Qué tan decente se siente cuando gana el pleito con esos argumentos y se sale a vulnerar el principio que se estaba invocando y defendiendo?
Para los que no creen que esta profesión –o de hecho, cualquiera– tenga algo que ver con la ética, esta reflexión no es para ustedes. Para los demás, la pregunta subsiguiente es:
¿Tu blog que estrato tiene?

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