Revista Sociedad

La estrella flamigera. la estrella de los constructores

Por Vguerra
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Está claro que estamos ante un símbolo complejo y poliédrico, que hallamos en Masonería, y  que se constituye en el centro sobre el cual pivota todo el corpus del grado de Compañero, en tanto que en los viajes del Compañero donde éste aún arrastra las herramientas operativas que le ayudan en su permanente búsqueda de la Verdad en su permanente labrado de la piedra bruta, pero no es menos cierto que la Estrella Flamígera es el primer de todo un universo cosmogónico de muy diversas características e interpretaciones que no siempre están de acuerdo con los promulgos Obedienciales o logiales al uso, y ante el cual el Compañero se encuentra en su exaltación. No se puede negar que estamos ante un elemento de muy largo recorrido, que ya se recoge a decir de los entendidos en las constelaciones, a modo de grafitis neolíticos; otros reconocen dicha estrella dentro del corpus egipciaco, representado en Osiris, y dentro de la patrística griega esta peculiar estrella la representa Higía (hija de Asclepio) y la cual venía a representar a la Luna. A su vez, dicho elemento está presente en el mundo de los pitagóricos que escogen dicha emblema: el Pentáculo (estrella de 5 puntas) a modo de saludo entre ellos y cuyo desarrollo va a sustentar todo un conglomerado de formas geométricas que nacen a partir de la estrella de 5 puntas, la cual será a su vez el clímax cenital de los jefes de obra que llevan adelante la construcción de las catedrales góticas, y cuyo paroxismo vemos mil veces representado bajo innumerables formas en el mundo de la piedra mediante arquerías de todo tipo o en vidrio, representando toda una gama vidrieras bajo mil motivos. Tampoco se puede olvidar su validación como parte del desarrollo pentagrámico del ocultista Agrippa, que algún Compañero identifico como el Hombre de Vitrubio Pero pese a ese gran peso histórico-geográfico la masonería primigenia no contaba entre sus elementos logiales con este símbolo, al menos como hoy lo conocemos, el cual rápidamente se ha constituido en una figura central de la masonería en el grado de Compañero, aunque sí que estaba su conceptualidad pero en modo textual, y sin embargo como paradigma de esta situación tenemos que su inclusión en el seno masónico es tardía, por mi parte lo localizo en la Divulgation de 1745 (Sello Roto) en pleno desarrollo de una masonería moderna, abierta ésta a cambios e innovaciones, y cuyo predicamento (estrella flamígera) como símbolo lo vamos a encontrar en otros muchos rituales como el Chartes de 1784 de la rama de los Modernos que van a sujetar este símbolo en el plano más «neutro» posible y ejemplo del pensamiento libre al relacionarlo con la «geometría», tal y como hace el Régulateur du Maçon..
Pero también en los rituales de tipo «antiguo» encontramos su huella, en el Ritual de los Antiguos 6004; Guía de Des los Masones Escoceses, se nos habla de la Estrella misteriosa, y en los rituales de la Gran Logia de Escocia se introduce además que existen ciertos caracteres hebraicos que se representan dentro de la logia de Compañero como «la letra G que representa al GADU». Para el Ritual de los Tres Primero Grados del REAA según los antiguos cuadernos de 5827, este nos la describe como una estrella de cinco puntas, brillante y con un resplandor de llamas que llenan los huecos entre ellos (Estrella filante); en la instrucción de grado de Compañero de este ritual, en el catecismo se habla de una Estrella de 5 puntos que contiene los sentidos y en cuyo centro está la G que significa Geometría, pero también es la letra simbólica por excelencia ya que representa la inteligencia humana (Gab) que en hebreo significa la inteligencia, y el alma universal. Frente a todo este desarrollo cabría preguntarse ¿Los masones operativos que trabajaban bajo los designios de los Antiguos Deberes, basada en una potente cultura religiosa católica tuvieron en cuenta tal concepto? Antes de contestar he de decir que la denominada Estrella Flamígera, en un principio fue una «estrella filante» y luego se convirtió con el paso del tiempo y los pesos religiosos que ha soportado la masonería más bien en una Estrellas pentagrámica, amén de que no debemos de perder de vista que en algunos rituales se la denomina como Estrella misteriosa...en tanto que en ella se introdujo la letra G, a cuyo elemento se le fueron añadiendo valores y virtudes simbólicas. En todo caso sí que los antiguos gremios operativos la utilizaban, y sus textos la recogen pero bajo otra categorización como la textual, el Regius habla de «el arte de la geometría» el Cooke de 1410 se interroga «como empezó al principio de la geometría» el manuscrito de la Gran Lodge n1, habla sobre la «quinta de las ciencias liberales, que es la geometría», el manuscrito Dunfries (1710) habla de la geometría como «ciencia que sirve al hombre para medir». Por tanto la referencia cosmogónica de esta estrella está en un principio vinculada a la geometría como ciencia, pero será a partir de 1730 con la divulgación la Masonería Diseccionada cuando en el catecismo de Compañero, se le pregunte a éste qué significa el símbolo y la letra ”G» y el Compañero responde «la quinta ciencia la geometría». Aún estamos ante la estrella de los operativos que servía para medir, pero poco a poco pasa a ser elemento central del grado de Compañero.Ese enriquecimiento conceptual y su presentación hay que buscarlo, más allá de la geometría y de su nacimiento en Inglaterra, puesto que su periplo de transformación se da precisamente en Francia donde las escuelas alquímicas y herméticas que penetraron a la masonería en el siglo XVII, van a realizar una reivindicación de esta estrella como símbolo alquímico, como así lo patentiza una publicación titulada precisamente La Estrella Flamígera (1766) texto insólito escrito o al menos se le atribuye, al Barón de Tschudy, cuyo texto es más que un instrucción para el Aprendiz, ya que manifiesta una antigua querencia por «devolver el sentido alquímico-hermético tanto a la iniciación como a los símbolos masónicos, intentando restituir a la francmasonería algo que los alquimistas creían que la masonería había abandonado». Tanta va a ser la fijación con este elemento que se creará precisamente un rito llamado la Estrella Flamígera, cuya conceptualidad se va a fijar de este modo: «es el conocimiento del arte de perfeccionar lo que la naturaleza ha dejado imperfecto en el género humano y llegar al tesoro de la verdadera moral», lo cual nos puede sonar cercano a los masones, y ciertamente lo es, pero no deja de ser la definición clásica de la alquimia. Por tanto, ya estamos ante la Estrella Flamígera evolucionada, que ha pasado de ser una ciencia a un elemento trasformado en símbolo inmenso todo el proceso en medio de una cultura religiosa protestante que representa la Masonería de 1717, pero con una caracterización que va a dar una nueva vuelta de tuerca en 1766 cuando el citado Barón, nos dice que esa estrella y esa G es el «soplo divino, el fuego universal que vivifica todo lo que existe», manteniendo en parte la misteriosa letra G de la Masonería Diseccionada como la representación de la «geometría como ciencia» pero adjuntando las interpretaciones hermético-alquimistas para de este modo relacionar directamente con Dios o la Gloria, o la divinidad de este modo podemos entender que la Estrella Flamígera se la está insertando en la traditio dogmática al velarnos su dimensión cambiante, y presentarla como un símbolo fijo sin más traducción que ser la representación del «Dios». Analizando la estrella misteriosa tenemos por tanto la propia Estrella como un símbolo complejo ya de por sí, al que se le va unir la letra G, que ya hemos visto algunas de las representaciones que se le adjudican , además de ser la séptima del alfabeto hebreo y por tanto relacionada con el número 7, surgiendo otra duda acerca de su relación con el Compañero y el número que lo representa el 5.. y cuyas explicaciones ante este dicotomía no he visto muy claras en las lecturas realizadas. En este corto periplo de exposición a la introducción de ciertos elementos reconvertidos como símbolos presentes en la logia, no es menos cierto que a veces presentan ciertas contradicciones.., y es lo que debe buscar el Compañero, la interrogación para llegar a la verdad.
Dar las cosas por hechas, porque lo digan unos u otros, sin cuestionarnos nada no nos resuelve nuestro caminar por el llamado Tour del Compañero, nuestra misión como masones y como Compañeros es esta: preguntar, indagar e interrogarnos.., y con esas herramientas seguramente que iremos viendo contradicciones, observando misterios... pero también iremos encontrando las respuestas que necesitamos dentro de la razón critica que se exige a todo masón. Como ya está bien de liar la madeja sobre la evolución e incorporación de elementos-símbolos en masonería que plantea este magma de reflexiones sobre la Estrella Flamígera expondré mi visión personal, a la cual le proyecto el sentido primigenio el de ser un elemento cambiante pues no siempre se nos presenta igual y lo percibimos de igual manera y máxime dentro de la realidad adogmática el representar este un elemento de construcción como es la geometría, que viene a representar en cierto modo la búsqueda de la construcción masónica que se emprende a partir de 1717, a través de una relación operativa con elementos canteriles que terminará evolucionando hacia la “creación del nuevo templo masónico” como orbe y proyecto utópico de los masones. Hay que tener en cuenta que dentro del mundo de las herramientas que maneja el Aprendiz, estas solo le sirven para desbastar la piedra bruta, o para levantar muros, por esa misma razón dentro de la visión humanista que desarrolla  la masonería liberal , y esa visión de la adogmática hay que ver este símbolo, no dentro de las divinidades o Verbos Divinos como orbes creadores, tan presente en el mundo anglosajón donde la G no puede ser otra cosa que “GOD” (Dios), (traditio dogmática) sino que nuestra diferencia como librepensadores masones (adogmátismo) es ver en esa presencia un potente elemento llevado a la categoría de símbolo, que se nos manifiesta por la capacidad que tiene de «construir» y de transformarse para tal fin. Es la primera vez que al Masón tras su iniciación, en el grado de Compañero se le da capacidad simbólica de construir mediante una simbolización como sería la pléyade de propuestas constructivas que se pueden lograr: arcos, polígonos varios y diversos, que nacen a partir de la estrella de 5 puntas que llamamos Estrella Flamígera, que no es nada más ni nada menos, que la preeminencia del Maestro Masón en su labor de constructor de la humanidad como templo, y por tanto me quedo, tal como expone un Memento Masónico del grado de Compañero de 1921, en que: es el emblema del librepensamiento, el fuego sagrado del genio, que eleva al hombre a las grandes cosas Víctor Guerra MM.:.

DH. Logia Progreso 1850 Asturias

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