Después de los capítulos uno y dos, Espectadores sintetiza el tercero de los 25 fascículos que conforman la colección La cuestión criminal de Raúl Eugenio Zaffaroni. Ésta es la transcripción más larga porque incluye veinte puntos que el juez de la Corte Suprema se tomó el trabajo de enumerar y explicar.
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1.- El crimen que provoca la emergencia es el más grave de todos. La gravedad del crimen se exalta al máximo porque de ella depende el grado de peligrosidad del correspondiente poder represor.
2.- La emergencia sólo puede combatirse mediante una guerra, o sea que el lenguaje no puede menos que ser bélico.
3.- La frecuencia de la emergencia es alarmante. Decían que Alemania estaba llena de brujas, más que cualquier otro país. Es lo mismo que nos dicen por televisión: en nuestro país hay más crímenes que en cualquier otro (“nuestro” país puede ser cualquiera en el que hay un televisor).
4.- El peor criminal es quien duda de la emergencia.
5.- Debe neutralizarse cualquier fuente de autoridad que diga lo contrario. Cuando se produce este fenómeno, hay tres soluciones discursivas: la fuente es falsa; es verdadera pero se refiere a otra cosa; o se la interpreta mal.
6.- La valoración de los hechos se invierte por completo. Si la bruja no confesaba pese a la brutal tortura, era porque Satán le daba fuerza. Si desesperada se ahorcaba, era porque Satán se la había llevado. Si enloquecía con la tortura y reía, era porque Satán se burlaba de los inquisidores. Nada cambia: si los presos estudian, es para delinquir mejor, si se arrepienten son simuladores, si piden tregua es para contraatacar.
7.- El delirio sirve de coartada para encubrir otros delitos. Cuando un investigador es sorprendido en curva, hasta hoy se dice que estaba infiltrado.
8.- Las imágenes rectoras son inmaculadas. La pureza de los líderes en toda emergencia es cuidada con esmero, en especial su corrección sexual.
9.- Los enemigos son inferiores: mujeres, mestizos, mulatos, razas colonizadas, defectuosos, discapacitados, enfermos, degenerados…
10.- La inferioridad puede extenderse. Aquí los inquisidores combinan, con siglos de anticipación, a Darwin con Lamarck, igual que en emergencias posteriores: hay que matarlo si es inferior genéticamente, como hacían los nazis. Hay que criarlo con una familia sana si la inferioridad proviene de la educación, como hicieron Franco o nuestros dictadores.
11.- Las víctimas no deben colocarse en situación de vulnerabilidad, porque los vicios favorecen la acción de Satán. Es necesario vivir “en orden” para cuidarse del enemigo. El que ejerce el poder punitivo quiere moralizar, en verdad para favorecer su tarea.
12.- El poder punitivo descontrolado quiere un mundo regular y gris, aburrido, que pueda controlar sin problemas: todo lo que salga de lo usual es sospechoso. La alegría conspira contra el control y baja el nivel de paranoia, porque la fiesta hace pensar en otra cosa, la gente se distrae.
13.- Los inquisidores niegan los daños colaterales afirmando que no hay terceros inocentes, sino que siempre el castigo es merecido. Aunque se fundan en un dogma: por algo será.
14.- Los inquisidores son infalibles, y más si son puros. La pureza garantiza la perfecta percepción de los hechos. Es lo que pasa con los grandes empresarios de masacres: son los únicos puros que ven claro; por eso hay que seguirlos y no discutirles.
15.- Los inquisidores no admiten errores. Quien es condenado es culpable y la condena es prueba suficiente. La única razón que daban para negar un error era que Dios no podía permitirlo. Los sucesivos empresarios de emergencias masacradoras no pudieron decir lo mismo porque Dios ya se les había escapado. Por eso apelaron a la tesis de que es inevitable que en toda guerra caigan algunos inocentes.
16.- Se eximen de toda ética frente al infractor: pueden prometer todo y después no cumplirlo. No tienen códigos porque no vale la pena tenerlos frente a las brujas, los terroristas, los subversivos, los criminales, los degenerados, los extranjeros enemigos, los enfermos, etc.
17.- Los inquisidores son inmunes al mal que combaten. Satán no puede engañarlos porque Dios no lo permitiría. En lo sucesivo, será su ciencia o su conocimiento especial lo que los hará inmunes.
18.- El mal tiende a prolongarse. Por eso el razonamiento lleva a exigir su erradicación total y absoluta: la masacre debe ser radical y definitiva.
19.- Las emergencias explotan y profundizan prejuicios. Es lo que se llama una política völkisch o popularista (que no es lo mismo que populista).
20.- Toda emergencia cuida que la clientela no se termine porque, si se agota, pierde sentido su poder punitivo.
