Revista Cultura y Ocio

'La ética de la crueldad', de José Ovejero

Publicado el 12 septiembre 2013 por Carm9n @Carmenyamigos
'La ética de la crueldad', de José Ovejero
Este verano me he animado con la relectura pausada de este estupendo ensayo, La ética de la crueldad, de José Ovejero, obra ganadora del XL Premio Anagrama de Ensayo.
Dividido en 5 partes y un epílogo La ética de la crueldad analiza, de modo inteligente, revelador y muy estimulante, cómo se manifiesta la crueldad en la literatura y otras artes y cómo puede convertirse en elemento de cambio y reflexión- una crueldad que enfrenta al lector "con sus hipocresías, sus miserias, sus mezquindades", de ahí el calificativo de ética- para pasar luego al análisis de siete libros crueles: El astillero, de Juan Carlos Onetti, Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy, Auto de fe, de Elias Canetti, Historia del ojo, de Georges Bataille, Deseo y La pianista, de Elfriede Jelinek, Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos
La ética de la crueldad es un libro claro, sin dogmatismos, que despierta el interés y curiosidad por las obras a las que alude y que no tiene desperdicio, os lo aseguro. Os dejo un fragmento...  
" "Si la incertidumbre es cruel- escribe el filósofo francés Clément Rosset- es porque la necesidad de certidumbre es perentoria y aparentemente inerradicable en la mayoría de la gente" (...). Más adelante añade que la filosofía es incapaz de ofrecer certidumbre, de encontrar la verdad, y que tan sólo nos ayuda a disipar falsas verdades; la filosofía no enseña, sino que desenseña. 
La literatura, la buena literatura, suele seguir el mismo camino. Es ética en cuanto que pone en tela de juicio verdades en las que creemos firmemente, no tanto porque tengamos pruebas o indicios sólidos de ellas, sino porque necesitamos creer en algo. La inteligencia es perezosa, a menudo prefiere aferrarse a verdades prefabricadas en lugar de construir con materiales dispersos; el acto de creer es independiente del acto de comprender, incluso se podría decir, y también Rosset lo dice con otras palabras, que la fe aparece precisamente cuando no es posible la comprensión. Buscamos tan febrilmente la certidumbre, tenemos tanto miedo de que nos quiten de debajo de los pies el sólido suelo de nuestros prejuicios, que corremos el riesgo de acabar pareciéndonos a aquella Madame Herote, inventada por Céline, en cuya "vida interior no había espacio para la duda y menos aún para la verdad". La indeterminación de la realidad, con su carácter frustrante, nos tienta a contrarrestarla con la sobredeterminación -tan nociva para la literatura- que responde a un esfuerzo de dotarla de un sentido claro; la sobredeterminación es popular entre receptores poco educados; una de las funciones fundamentales de la educación es volvernos capaces de soportar que nuestras explicaciones nunca sean concluyentes; ver la realidad desde distintos ángulos significa aceptar que ninguno de ellos es cierto por sí mismo. No es que la verdad no existe. Es que nada, por sí solo, es verdad. La sobredeterminación, al atribuir causas simples a fenómenos complejos, pretende acabar con la sensación de estar siempre en peligro de perder el equilibrio, como una marioneta que recibe bruscos tirones desde distintos puntos de su cuerpo; la literatura popular, igual que los detectives de la ficción, necesita un móvil claro: la traición por despecho, el vaquero que actúa por venganza, la mujer que se sacrifica por amor. Nadie actúa por un motivo solo en la vida real; (...) Es difícil aceptar que no sabemos quiénes somos ni las razones de nuestros actos. La ambigüedad es elitista; la certeza es lo propio de quien quiere atraer a las masas."
 ¡Gracias por estar ahí y por vuestros comentarios! Nos leemos...

'La ética de la crueldad', de José Ovejero

Marcapáginas 241


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