Si bien es cierto que la formación entendida académicamente tiene una importancia vital en el reciclaje de cualquier profesional y en su historial, no lo es menos que comparto la opinión de los que dicen que la experiencia, la práctica, el “vivir” en primera persona los problemas enfrentándose a ellos, es la mejor escuela que existe. Probablemente una combinación de ambas es lo ideal, pero decantando la balanza claramente hacia la propia experiencia. De hecho son conocidas las corrientes pedagógicas liberales que sostienen que el niño a través de sus propias experiencias y vivencias, sería capaz de forjar unos criterios claros de las cosas, sin necesidad de que los padres intervinieran con prohibiciones de cualquier tipo
Partiendo de que estas teorías pueden tener parte de razón en lo que explican, pero que obviamente tienen muchas aristas en lo general, porque entiendo que sí que es bueno poner ciertos límites educativos como marco de acción referente, sí comparto plenamente la necesidad de enfrentarse a las cosas directamente como fuente clara de aprendizaje. Digo esto porque creo que las empresas deberían hacer un esfuerzo por buscar el talento interno y externo en personas valientes y ávidas de trabajar en proyectos nuevos que dentro de sus capacidades, les den la posibilidad de ponerse a prueba. Nos fijamos en exceso en curriculums académicamente impolutos pero carentes de toda praxis y sin el menor atisbo de un sentido de la realidad. Siempre he pensado que nadie debería cursar un Master o postgrado sin tener una mínima experiencia profesional, por su interés y el de la empresa. Alberto Trallero. Optima Management