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La exposición prenatal a la contaminación del aire se relaciona con problemas de conducta y regulación emocional

Por Davidsaparicio @Psyciencia
La exposición prenatal a la contaminación del aire se relaciona con problemas de conducta y regulación emocionalImagen: Jezebel

Hemos hecho estragos en el medio ambiente y sus efectos repercuten hasta en la conducta futura de los niños.

Un paper publicado en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, encontró que la alta exposición prenatal al HAP (hidrocarburo aromático policíclico), un químico contaminante que se encuentra en los gases emitidos por los autos, el cigarrillo y las fábricas, podría afectar la conducta, competencia social y capacidad de autorregulación de los niños a corto y largo plazo.

Para medir el nivel de exposición a la contaminación atmosférica se le tomaron muestras de sangre a 462 mujeres embarazadas y se les aplicaron escalas estandarizadas de conducta a sus hijos cuando cumplieron 3-5, 7, 9 y 11 años de edad.

Los datos demostraron que los niños que recibieron altos niveles de exposición prenatal al HAP, tenían mayores problemas de conducta, regulación emocional, impulsividad y habilidad para relacionarse con sus pares, en comparación con aquellos niños que tuvieron poca exposición prenatal a la contaminación. Los niños con baja exposición a la contaminación prenatal demostraron un desarrollo normal y mejoraron sus habilidades de autoregulación en el trascurso de su infancia. Sin embargo los niños con alta exposición a la contaminación no demostraron mejoras en sus habilidades de autoregulación.

La autoregulación es una habilidad importante que desarrollamos a medida que crecemos y que nos permite manejar nuestras conductas e impulsos.

“Este estudio indica que la exposición prenatal a la contaminación ambiental tiene un impacto en el desarrollo de las habilidades de auto regulació y esto podría ser una de las causas subyacentes de muchos de los problemas psicológicos que derivan de una pobre manejo de emociones, como el TDAH, TOC, abuso de sustancias y trastornos alimenticios.” concluyó Amy Margolis, coautora del estudio.

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Fuente: Science Daily


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