Revista Cultura y Ocio
De vez en cuando uno necesita una novela que desprenda ese olor a buena literatura desde sus primera páginas. Uno de esos libros que nos acompañan un tiempo bajo el brazo y para siempre bajo la piel. Y de vez en cuando, uno tiene suerte, y se topa con un título así. Hoy traigo a mi estantería virtual, La familia Moskat.
Conocemos a la familia Moskat. Meshulam Moskat, el patriarca, vive en Varsovia, y no sólo tiene éxito en sus negocios, sino que además mantiene unida a la familia. Y conocemos a su familia; sus esposas, hijos, amigos, parientes; a su mayordomo, al servicio y a todos aquellos que han tenido trato en algún momento con él. Y conocemos a Asa Heshel un joven judío agobiado por preguntas sobre sus creencias que se enamora de la nieta de Moskat.
La familia Moskat comienza con tres árboles genealógicos. Eso da una posible pista de la cantidad de personajes que uno puede llegar a encontrarse en el libro. Y sin embargo, no debería de ser un disuasorio, ya que pronto nos situamos y seguimos fielmente a Asa Heshel. Singer nos deja en este libro un retrato completo de una sociedad desde principios del siglo XX hasta la entrada de los nazis en Varsovia en 1939. Una sociedad, la judía, que sería desmembrada cuando no destruida por el nazismo y que el autor nos muestra una y otra vez a lo largo de las páginas de este libro. No sólo a la familia protagonista, sino también todo aquello que les rodea, convirtiendo la lectura en un viaje al pasado.
Descubrir La familia Moskat es descubrir la vieja Europa, dejarse llevar por la decadencia de una familia que se sustenta en un patriarca que, tal vez, elige mejor sus negocios que su compañía. Es acompañar al protagonista, que pronto descubrimos es Asa, en sus dudas permanentes y su pasividad a ratos irritante. Y es, sobre todo, abrir los ojos a una novela realista en la que el narrador se convierte en un mero observador que transcribe lo que sucede sin entrar a juicios. Sería fácil pensar que la novela ensalza a los judíos, sus creencias, se anticipa al sufrimiento convirtiéndolos en héroes... pero nada más lejos de la realidad que encontramos en sus páginas. Además hay mucho trato individual a cada personaje, lo que ayuda a que no nos perdamos entre sus dudas y casi constantes problemas matrimoniales. De hecho, se acerca más a una crónica de época, si se trata de poner etiquetas: la crónica de los judíos polacos. Encontramos en sus páginas a personajes complejos, personas de todo tipo se pasean por la historia dejando su impronta, en un libro que mantiene un ritmo constante y que, pese a su extensión, no cae en la descripción gratuita, no se frena, no decae, siempre hay algo que contar, no hay páginas sobrantes. Pertenece por tanto a esos libros que tiendo a etiquetar de manera personal como novelones, y siempre lo hago en el mejor sentido de la palabra. Completa el conjunto un brillante manejo del diálogo, con frases a veces cortas y certeras que releemos porque nos dirán mucho más de quien las dice que cualquier larga explicación. De hecho, y pese a que no marco los libros, tengo un post it puesto en lo que fue inicialmente el primer final de la historia, marcando un diálogo que será en mi caso esa imagen que irá siempre acompañando a la novela.
Hoy traigo un libro imprescindible del que podría extenderme para explicar los magníficos secundarios, las distintas capas sociales que representa o cualquiera de las costumbres y dudas que desarrolla en una suerte de línea entre lo tradicional y lo moderno. Me limitaré a decir que es una novela sobre la decadencia, escrita con pulso firme por quien se convierte en observador para deleite del lector. Premio Nobel de 1978 y desconocido por muchos, perdido entre la marabunta de novedades que atestan las listas y librerías, os propongo rescatar a Singer. Paladear la buena literatura.
Y vosotros, ¿sois de novedades o también os acercáis a autores más clásicos?
Gracias